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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

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Falsa democracia

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[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

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[Colombia] Despido masivo de más de 748 mujeres de la empresa Aguas de Bogotá

Escrito por FARC.

"La situación de los trabajadores en Colombia no resulta ser nada alentadora, la precariedad en la contratación laboral, la informalidad, la tercerización, el desempleo y la pérdida de importantes garantías, son un flagelo que azota a las grandes mayorías de la población, en especial, a las mujeres".

Las mujeres farianas denunciamos el despido masivo de más de 748 mujeres de la empresa Aguas de Bogotá. Una cantidad siginicativa de mujeres y familias de la capital, entran hacer parte de las filas del desempleo en el pais.
Estamos acompañando a las mujeres de Aguas de Bogotá en su justa lucha, rechazamos las masacre laboral que se está presentando y exigimos al Estado la protección de los derechos laborales y garantias de acceso a un trabajo digno para las mujeres colombianas.
La situación de los trabajadores en Colombia no resulta ser nada alentadora, la precariedad en la contratación laboral, la informalidad, la tercerización, el desempleo y la pérdida de importantes garantías conquistadas por las y los trabajadores, son un flagelo que azota a las grandes mayorías de la población, en especial, a las mujeres.
En Colombia, el desempleo nacional golpea más a las mujeres y el mayor al de los hombres, cerca de la mitad de las mujeres que trabajan lo hacen en la informalidad. Para el caso de la capital, el Observatorio de Mujeres y Equidad de Género de Bogotá, constata que la tasa de desempleo para las mujeres se ubica en el 10,2%, a la vez que sus ingresos disminuyen constantemente.
El crecimiento de la informalidad y el crecimiento de la pobreza entre las mujeres aumentan la desigualdad social y afectan la calidad de vida de las trabajadoras y sus familias.

Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común
¡Somos del Común, Somos la Esperanza!


Colombia. No jueguen con el honor de las Farianas

COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA

NO JUEGUEN CON EL HONOR DE LAS FARIANAS.


Las mujeres del Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) rechazamos la campaña mediática que vienen desarrollando algunos medios de comunicación y que usa el tema de la violencia sexual como un arma contra nuestros compañeros. Las mujeres que formamos parte de la lucha armada y que asumimos la palabra y la acción política, no nos consideramos víctimas de violencia sexual en las filas de la organización en la que militamos.

Somos y fuimos combatientes por la vida y por la igualdad de derechos y deberes. Somos feministas y valientes, hemos defendido con nuestra vida la construcción de un mundo más justo y humano. Apostamos a la creación de una Colombia con justicia social.

Asumimos nuestro papel de combatientes de una guerra cruel que desangró a nuestra patria. Sabíamos bien los riesgos y las limitaciones de nuestra decisión. En las filas de la organización trabajamos y combatimos hombro a hombro con nuestros compañeros. Empuñamos las armas para defender nuestro pueblo y nuestras ideas, empuñamos las armas para defender a millones de mujeres explotadas, excluidas, marginadas, y violentadas.

Nuestra organización contaba con las normas y elementos para protegernos a todas y todos de la violencia machista, fuimos educados y formados para luchar contra el patriarcado, a pesar de formar parte de una sociedad machista.

Los rigores de la guerra nos obligaron a renunciar a la maternidad, no podríamos ser tan irresponsable de tener hijos en medio de la batalla diaria. Las mujeres que asumíamos militancia lo sabíamos, pero siempre tuvimos opciones. Nosotras militamos por más de 20 años en la organización y podemos atestiguar que nunca vimos un aborto forzado o un acto indebido que no fuera rigurosamente castigado.

Si existen casos donde se faltó a la norma, serán juzgados por la JEP o serán remitidos a la justicia ordinaria. Así está planteado desde la mesa de negociación de La Habana.

Invitamos a tratar de manera responsable el tema. Si existen pruebas, deben entregarse a los organismos competentes. La justicia de micrófono hace daño a la construcción de paz y alimenta el odio y la venganza.

Es importante denunciar el doble discurso. Si a los medios y a la sociedad colombiana realmente le interesan las víctimas, si queremos reparar y superar la violencia. Discutamos por qué se niegan los derechos de participación de las víctimas al negar las Circunscripción Especiales. Ese debería ser el tema central en Colombia el día de hoy.


Diciembre  7 de 2017.

Valentina, una de las mujeres de la ex guerrilla de las FARC

Julieta Penagos/LaHaine.org
Llas mujeres tienen desventajas familiares y sociales que hacen más difícil el que pudieran participar en igualdad de condiciones en la contienda política

Valentina es una mujer dulce, con tono de voz pausado y muy reflexiva. Hace 22 años forma parte de las FARC en Colombia y desde allí, interesada en los feminismos, lucha por la equidad y la participación de las mujeres dentro de la ex organización guerrillera, hoy partido político. 

Las mujeres hemos tenido roles específicos en cualquier espacio social, roles que se han ido removiendo lentamente. Para las que militaban en la ex guerrilla de las FARC ha sido igual. Paulatinamente, empezó a crecer su porcentaje de participación y de paso lento a transformarse las responsabilidades de todos y todas al interior de la organización.

El reto no era sencillo: si bien durante el proceso de paz esa guerrilla demostró verdadera voluntad política para incluir la perspectiva de género en sus acuerdos, sus militantes, incluyendo los miembros del secretariado, no eran conscientes de que las mujeres tenían desventajas familiares y sociales que volvían más difícil el que pudieran participar en igualdad de condiciones en la contienda política, que su tradición de servicio y sumisión y más teniendo en cuenta el origen de la mayoría, impedía vencer características como la timidez, ejercicio fundamental para emprender cualquier proyecto o liderazgo.

La ex guerrilla de las FARC, aunque fuera una fuerza clandestina e ilegal, también reflejaba los valores de la cultura patriarcal y sus integrantes presentan las mismas resistencias, perceptibles en sus argumentos a la hora de reconocer y entender las diferencias y obstáculos que hay entre hombres y mujeres. En mi opinión, uno de sus errores ha sido “abrir espacios” sin tener en cuenta estas consideraciones porque en la práctica la mayoría de las desventajas que viven las mujeres aún se mantienen.

Conocí a una de ellas, Valentina Beltrán, habitante de la zona veredal del municipio de Icononzo en el departamento del Tolima. Duramos horas hablando en torno a un tema que resulta que a ambas nos interesa: el feminismo. Valentina ingresó hace 22 años a la organización, empezó, como muchas, en la militancia estudiantil, por la época en que el Estado colombiano asesinaba de manera sistemática a quienes integraban el partido político UP, Unión Patriótica, mediante la estrategia que denominó “El baile rojo”, situación que llevó a muchos y muchas a que tomaran la decisión de continuar con su proyecto político en la clandestinidad, con la insurgencia.

Pese a la rudeza de la guerra, Valentina es una mujer dulce, con un tono de voz pausado, muy reflexiva y con información vital y académica suficiente para percibir muchos asuntos. Ella entiende el peso casi irracional de cultura, tiene herramientas para hacerle preguntas y aportar en la discusión al interior de su organización con el sueño de alcanzar una verdadera equidad de géneros.

Sobrevivir a los encierros
En el año 2005 durante el período presidencial de Álvaro Uribe Vélez, Valentina fue detenida por seis años y medio en el reclusorio de mujeres de Bogotá. Sin embargo, aquel período fue aprovechado por ella ya que avanzó en sus estudios universitarios, graduándose como comunicadora social en la Universidad Nacional de Colombia. Paralelamente trabajaba como monitora y docente en la escuela de la cárcel.
La academia no sólo hizo posible que Valentina conociera las corrientes teóricas de la comunicación, el culturalismo y las nuevas formas de comunicación alternativa; sino que también conoció el enfoque de género y leyó “El segundo Sexo” de Simone de Beauvoir. En la cárcel y ante la ausencia de personal docente, fue autorizada por las directivas para enseñar en otros patios con reclusas juzgadas por delitos distintos al suyo, al de rebelión, pero le prohibieron dar materias como ciencias sociales por temor a lo que una insurgente les pudiera enseñar. Valentina sonríe todavía sorprendida recordando ese episodio.
Leer a Simone de Beauvoir y compartir historias con sus demás compañeras del reclusorio -sus dolencias, ciclos de violencias, desamores- hicieron que se replanteara la vida: “Mi actividad política como sujeta y militante de las FARC, que tiene una posición de clase -anticapitalista y en la actualidad antipatriarcal- para incidir y ampliar en ese aspecto, en el de la visión de género”. En el patio 6 de rebelión del reclusorio de mujeres, Valentina se reconoció como feminista asumiendo cambios y posturas en lo práctico y en lo cotidiano, pero manteniendo siempre una unidad frente a la postura de clase.
Si ingresar a la guerrilla representa un antes y un después a su vida, salir de cárcel y pasar por la universidad también lo fue. Afuera, conformó los rigores de un sistema que obliga a todas las poblaciones a trabajar sin descanso bajo la promesa de cierta estabilidad; encontró lo que se ha denominado las nuevas ciudadanías, formas diversas de estar e interpretar la realidad. Sobre ese aspecto es crítica, y sugiere que si sus formas organizativas siguen caracterizándose por su individualidad y debilidad, serán incapaces de generar verdaderos cambios.
Una vez afuera, Valentina decide ubicar de nuevo a las FARC que en ese momento, aunque todavía en la ilegalidad, se encontraba en la fase final de negociación de la paz con el gobierno colombiano. Consiente de su moral revolucionaria, pone al servicio de su organización todos esos saberes adquiridos en sus años de militancia insurgente y en su experiencia académica en la cárcel, y la coyuntura le hacía una buena jugada: llega para los preparativos de la X Conferencia Nacional Guerrillera de las FARC que fue sin duda, un momento histórico para el país y para la guerrilla.
Durante el evento, la guerrillerada decidió defender el proceso de paz con el gobierno colombiano y aprobar los seis puntos acordados en meses pasados. Fue allí donde pudo ejercer su carrera de comunicadora. Participó en la organización de todo el paquete de recepción a más de 850 periodistas de Colombia y del mundo que llegaron allí para cubrir el evento. El equipo de comunicaciones de las FARC estaba compuesto en su mayoría por mujeres, eran ellas las encargadas de generar piezas informativas sobre lo que allí estaba pasando. El mundo conoció entonces la vida íntima de esta guerrilla, su cotidianidad y la decisión política de reincorporarse a la sociedad civil a través de este proceso de paz.
Cuando recuerda este episodio sonríe satisfecha: “uno de los asuntos mediáticos más importante fue justamente el que una organización insurgente que nunca había tenido contacto amplio con los medios de comunicación masivos, haya podido ofrecer una información distinta a la que los medios hegemónicos habían ofrecido antes”.
Sobre la importancia e incidencia de los medios de comunicación, los responsabiliza por ciertos mitos acerca de la mujer fariana, como la de ser objetos sexuales, masculinizadas, abusadas por todos y forzadas a pertenecer a la guerrilla; información que fue creada, dice ella, al interior de estos medios con el objetivo primordial de desprestigiar a la organización.
En un mundo que se complica con los días, que atraviesa cambios ambientales drásticos y que se vuelve violentamente competitivo, crece el porcentaje de hombres y mujeres que han decidido no tener hijos. Las razones son perfectamente comprensibles si sumamos además que los paradigmas especialmente femeninos han cambiado y muchas de ellas priorizan otras actividades antes que la maternidad. Sin embargo, esa no fue su decisión y es madre de una niña de tres años. En su vida, ha sido un reto también político muy importante y fundamental porque “es la extensión de sus sueños como mujer humanista y revolucionaria”.
Las y los herederos de las mujeres ex combatientes
En un contexto de guerra, la discusión sobre la vida y la muerte toma caminos no considerados por muchos: el conflicto entre el gobierno de Colombia y las FARC tuvo niveles profundos de agresividad que hacían imposible cumplir con las exigencias de la crianza. Todos los gobiernos, incluyendo el de Juan Manuel Santos, utilizó a menores hijos de guerrilleros como objetivo militar; el caso más emblemático quizás, fue el de la hija de Simón Trinidad, usada por el Estado para mermar la moral del guerrillero ya privado de la libertad y el de la tropa, asesinando a la jovencita en un bombardeo. Las fuerzas militares colombianas tenían conocimiento de la presencia de la menor en el campamento y pese a ello se ordenó el ataque.
El sueño de la maternidad y paternidad se postergaba para todos debido a semejantes condiciones. Finalmente se dio el momento y las zonas veredales empezaron a poblarse con niños, niñas y mascotas; para la mayoría, ese fue el primer impacto que tuvo el proceso de paz en sus vidas. Si las complejidades de la guerra no hicieron posible la formación de una familia, la esperanza de un destino distinto fue la razón para tomar la iniciativa y ser madre: “es nuestra motivación, es un sello de garantía de nuestra decisión política para continuar en la organización y en nuestro proyecto colectivo, y es a nuestros hijos e hijas a quienes les vamos a legar éste importante hecho histórico, de que las FARC hayan armado un acuerdo y se hayan comprometido con una paz con justicia social”.
Valentina es una mujer de más de 40 años y el diagnóstico médico no era muy alentador, se preveía un embarazo de alto riesgo debido a su edad. Esta situación es definida por ella como el rompimiento de un mito más, pues su período de gestación fue maravilloso y sin dificultades.
Sin duda, esta nueva época ha estado llena de todo tipo de aprendizajes y de acuerdo a su experiencia, la más importante para ella es que es posible ser mamá, sujeta política y militante, aunque también es más difícil. Si bien las responsabilidades de la hija son compartidas con su compañero, para ambos ha sido bastante complejo, sus obligaciones políticas deben ser resueltas con la pequeña en brazos desafiando la seriedad de estos compromisos por la incompatibilidad entre la condición juguetona de la pequeña y los niveles de concentración que se dan en estos contextos.
A menudo, piensa en la mirada que puede tener la sociedad civil frente a la reincorporación de hombres y mujeres y lo hace desde una óptica bastante clara, la de los prejuicios en razón del sexo y género de las personas y en razón de su propia condición de mujer ex combatiente. La forma en que habla refleja sus convicciones ideológicas y todos los años de militancia. En nuestra conversación sobre feminismo y un posible antagonismo entre éste y la lucha de clases, utiliza términos que apelan a ambas corrientes.
“Hoy tengo claro que el patriarcado es milenario y antecede al capitalismo, lo que hace el capitalismo es adoptar sus estrategias y valores para mantener su poder y dominación entre hombres y mujeres y entre clases sociales; es ahí donde entendí que es fundamental tener claridad sobre los feminismos, y más allá de adoptar a uno de ellos, es entender que la única forma de eliminar las desigualdades entre hombres y mujeres es en nuestro cambio radical de imaginarios y prácticas incluso desde la cotidianidad, también desde la formación temprana a nuestros niños y niñas y desde la sensibilización a todas las poblaciones de hombres y mujeres pero sin perder de vista el objetivo final que es generar transformaciones de corte estructural que son el modelo económico, cultural, social…”.
Y la pregunta se la hice porque es una mujer de izquierdas, feminista y porque es una vieja discusión que se da en todas las tendencias de izquierda en el mundo; y es que la situación se complica si recordamos que en todos los estadios sociales las mujeres están al final de los niveles de discriminación: No es lo mismo ser un obrero que una mujer obrera, un ex guerrillero que una mujer ex guerrillera o un indígena que una mujer indígena; eso significa que las desigualdades se viven de maneras distintas, están presentes en todos los contextos y -acá se vuelve incomodo- al interior de la izquierda las mujeres también son atravesadas por las discriminación, el sexismo y la desconfianza en sus capacidades por el hecho de ser mujeres -las FARC fueron una guerrilla de izquierda-.
El feminismo ha tenido que transformar todas las prácticas sociales, culturales, políticas, educativas y económicas de derecha, de centro y de izquierda; lo que equivale a que con el feminismo las mujeres hayamos tenido la posibilidad de ascender socialmente sea cual sea nuestro contexto político o tendencia ideológica, razón por la que éste ha sido abrazado también por mujeres ideológicamente de derecha o de clase alta, por ejemplo.
Para algunos teóricos y académicos que han reflexionado sobre este caso puntual, el feminismo es un “fenómeno” quizás disociativo porque no es ni una tendencia, ni una práctica, ni una ideología -o como quieran nombrarlo- que beneficie de manera exclusiva a las mujeres de clases sociales bajas. Sin embargo, las corrientes o tendencias políticas que más se han tomado en serio la incorporación en sus agendas del enfoque de género han sido justamente los partidos de izquierda. Lo que yo creo en realidad, es que el feminismo reconoce la discriminación en cualquier escenario, incluyendo el que hay en las organizaciones de izquierda o corte progresista y evidentemente eso puede generar discusiones o divisiones, y porque replantea las relaciones de poder, estructuras presentes en todas las tendencias. Todo un cuento…
Finalmente, Valentina reconoce el esfuerzo de las FARC para sumir estas “nuevas” concepciones e insiste en que ella ingresó a la organización asumiendo roles con los hombres en igualdad de oportunidades. Quizás esa parte no la crea, pero también yo quiero reconocer como Valentina, el valor de la ex guerrilla de las FARC para entender que políticamente era importante acercarse y empezar a entender qué es eso de la visión de género y cómo desconocerlo incluye en la perpetuación de las desigualdades sociales.
Quienes combatieron en las filas de las FARC ingresan a una sociedad capitalista, con altísimos niveles de concentración de riqueza y profundamente patriarcal. Las prácticas de convivencia de sus militantes estaban mediadas por el compañerismo y la vida en comunidad. Hablar con un ex combatiente es descubrir cierta ingenuidad sobre las formas necesarias para sobrevivir económicamente en una sociedad individual. Valentina tiene la ventaja de ser una mujer formada, con un español fluido, un timbre de voz suave y unos saberes prácticos que le pueden garantizar un desempeño en la vida civil. Sin embargo, un gran porcentaje de sus militantes no tienen estás fortalezas; muchos llegaron allí muy jóvenes, apenas con estudios en educación básica primaria y acostumbrados a que todo se hace de manera colectiva. Parte de su preparación a la nueva vida, incluye trabajar las fortalezas y talentos individuales y colectivos de acuerdo con sus aptitudes, capacidades y a su formación política. En este contexto, quienes integraban las filas de las FARC tienen conciencia de la importancia del trabajo colectivo y de defender el proyecto como comunidad.
Mientras se readaptan a la nueva vida, esperemos que ahora en la legalidad y como partido político continúen en la tarea de construir una sociedad menos desigual y que incluya también a las mujeres.

Marcha
Texto completo en: https://www.lahaine.org/valentina-una-de-las-mujeres

[Colombia] “Muchas mujeres fueron violadas en la guerra como ‘mensaje’ a las poblaciones”





En el Registro Único de Víctimas del Gobierno de Colombia hay inscritas más de cuatro millones de mujeres como víctimas del conflicto armado, que se prolongó durante cinco décadas; constan como afectadas por delitos contra la libertad y la integridad sexual 18.544 mujeres. Entre los departamentos con mayor número de casos figuran Antioquía (3.019), Magdalena (1.929), Nariño (1.178) y Bolívar (1.020). Muchas de las mujeres que sufrieron agresiones (13.152) oscilan entre los 29 y los 60 años. Según la abogada feminista y directora de la corporación Humana, Adriana Benjumea, la violencia sexual en las guerras no constituyen casos excepcionales y aislados.

“Muchas veces se trata de mandar un mensaje a las poblaciones; hay mujeres a las que se viola para callarlas y despojarlas de las tierras”, afirma tras participar en un acto organizado en la Universitat de València por la ONG Atelier y la Mesa de Apoyo “Derechos Humanos de las Mujeres y Paz en Colombia”. Más allá de los años “duros” del conflicto, las agresiones continúan en el día a día. Entre primeros de enero y el pasado 30 de abril, de los 5.831 niños, niñas y adolescentes atendidos por el Instituto Nacional de Medicina Legal para valorar un presunto delito sexual, 4.961 fueron niñas. La mayoría de ellas tenían entre 10 y 14 años. En el mismo periodo el instituto público atendió 5.808 casos de mujeres mayores de 18 años. 

-Después de 50 años de conflicto y cuatro de negociación entre el gobierno colombiano y las FARC, ¿qué logros alcanzó el movimiento feminista y de mujeres en la Mesa de Diálogo de La Habana?
El Movimiento de Mujeres en Colombia tuvo incidencia para que se constituyera la Subcomisión de Género, aproximadamente dos años y medio después que se iniciaran las conversaciones públicas, con el objetivo de que el enfoque de género se incluyera en todos los acuerdos. Por tanto, se logró que las mujeres de las FARC y del Gobierno conformaran la subcomisión, y ésta fuera el mecanismo de interlocución con el movimiento social. Hasta ese momento se escuchaba a los expertos y a las víctimas. Pero a partir de entonces se consiguió que en la Mesa también se abrieran espacios para conversar con expertas y organizaciones de mujeres. Hubo una cuarta visita con expertas en violencia sexual, a partir de la cual se lograron otras cosas; como la unidad especial de investigación sobre violencia sexual; y, sobre todo, que los delitos en esta materia no se consideraran a efectos de amnistía e indulto.
-¿Tuvieron que hacer grandes concesiones las víctimas de la violencia patriarcal y sus familias con el fin de que se firmaran los acuerdos de paz, en septiembre de 2016? 
Creo que las dos partes fueron, en general, muy respetuosas con las víctimas. En 2014 anunciaron un decálogo de principios, en el que se comprometían a que las víctimas estuvieran en el centro. Así pues, no estoy segura de que la palabra “concesiones” sea la más correcta. Todo esto forma parte de la pedagogía de la paz. Claro que hubo muchos sectores que pidieron penas más altas… Sin embargo, la “concesión” más grande que hicieron las víctimas fue el no haber participado antes, durante, ni parece que después del proceso. Ni las víctimas ni sus asociaciones, eso es lo más grave. En todo lo demás, estuvieron dispuestas a ceder sin rencor, en todo cuanto tuvieron que ceder.
-¿Y en cuanto a las negociaciones de Quito entre el ejecutivo de Santos y el ELN?
Creo que el ELN tomó como punto de partida lo que ya se hizo con las FARC, para después introducir posibles críticas y agendas nuevas. El tema de la participación es una de las grandes banderas del ELN. Me parece que eso es bien interesante, ya que quieren mejorar los errores que se cometieron en La Habana. Por ejemplo en la cuestión del medio ambiente, los recursos naturales y otros asuntos que en la anterior negociación tuvieron menor alcance.
-Participaste en un trabajo de investigación, en 2009 y 2010, en la Sierra Nevada de Santa Marta….
Mi experiencia es que los paramilitares tenían el poder de comprar a la policía, mandar en la plaza de los mercados, pagar profesores y decidir sobre los cuerpos de las mujeres y las niñas. En la Costa Caribe los paramilitares tuvieron una presencia altísima. En los departamentos de Magdalena, Bolívar y Sucre… Jefes de escuadrones como “Jorge 40”, Salvatore Mancuso o Hernán Giraldo. Son nombres que causaron terror en las poblaciones. Hernán Giraldo estuvo en las inmediaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, controlando las rutas del narcotráfico. Lo llamaban el “taladro”.
Gran parte de su acción consistía en desvirgar niñas. Además, se trata de un paramilitar que cuando se desmovilizó fue acompañado por la comunidad. Al principio se le consideró un “buen hombre”, que apoyó económicamente a la ciudadanía. Los medios de comunicación lo definieron como un gran padre, que tuvo más de un centenar de hijos, y todos ellos reconocidos. Sin embargo, muchos de estos hijos fueron con mujeres menores de 14 años. Y en Colombia, cualquier trato sexual con una mujer menor de esa edad constituye un delito. También hubo sacerdotes que realizaron los bautismos y registradores que hicieron su trabajo, sin plantear ninguna denuncia. Existió, por tanto, connivencia con un paramilitar por los beneficios económicos comunitarios, sin pensar en las niñas de la región.
-El 25 de mayo la Defensoría del Pueblo informó que su Sistema de Alertas Tempranas había detectado “riesgo evidente” de violencia sexual contra mujeres y niñas en 85 municipios de 19 departamentos. Trabajas día a día con mujeres víctimas de la violencia sexual. ¿Qué conclusión extraes de las narraciones sobre el conflicto armado?
Lo que hemos escuchado y documentado en los distintos rincones del país es muy atroz. Hay mujeres que cuentan que han sido víctimas de hasta 30 paramilitares, otras con las glándulas mamarias destrozadas, además de afectaciones físicas y psicológicas muy fuertes. En regiones como Montes de María, entre Sucre y Bolívar; en el municipio de Tumaco (Nariño) o en el Norte de Santander, en la frontera con Venezuela, la estrategia paramilitar consistió en arrasar las poblaciones y a las mujeres, someterlas a punta de violencia sexual. Por eso, decía, fue tan importante que los acuerdos de La Habana no reconocieran la amnistía ni los indultos por los delitos sexuales.
-¿La violencia contra las mujeres durante el conflicto han de considerarse episodios aislados, de guerreros que perpetraban las violaciones por su cuenta, o respondieron a una planificación?
En ninguna guerra la violencia sexual constituye un caso aislado, y Colombia no resulta una excepción. Se cometieron estos actos con una finalidad, en contextos de ataque y control territorial o durante una privación de libertad. En muchos casos se trataba de mandar un mensaje a la población, y éste era que podía disponerse del cuerpo de las mujeres. Muchas fueron violadas para callarlas, castigarlas y arrebatarles las tierras. El fin va más allá del deseo erótico del guerrero. Incluso tropas militares se llevaban a mujeres, trabajadoras sexuales, para otorgar premios por haber realizado un buen trabajo, fuera una masacre o coronar un cargamento de coca.
-¿Confiesan los paramilitares sus delitos de violencia sexual con el fin de acceder a determinados “beneficios” penales?
No es un delito que se confiese de manera voluntaria. Algunos empezaron a hacerlo cuando las mujeres iban a los procesos a decir: “Sí, usted me violó” o “sus hombres me violaron”. Ahí es cuando empezaron a aceptarlo, siempre a posteriori. Pero no fueron de manera autónoma a narrar cómo se produjeron las violaciones.
-Según la sección colombiana de Naciones Unidas, los crímenes contra las mujeres “continúan siendo silenciados, lo que permite altos niveles de impunidad”.
Si la impunidad respecto a los delitos de los paramilitares es altísima, lo es más todavía cuando se trata de violencia sexual contra mujeres y niñas.
-¿Y en cuanto al día a día, una vez firmada la paz? En el primer cuatrimestre de 2017 se produjeron 204 casos de homicidios a mujeres en Colombia, según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses; la mayor parte de los crímenes fueron obra de las parejas y exparejas.
Las mayores violencias sexuales y contra las mujeres en Colombia no ocurrieron en el marco del conflicto armado. Padres, padrastros, hermanos y tíos son los mayores violadores. ¿Miedo a la denuncia? Sí, porque no hay mecanismos de protección claros y que les permitan a las mujeres proteger su vida si se atreven a denunciar; ni protegerlas de sus exmaridos, examantes o exnovios. Hay una ley sobre violencia contra las mujeres en Colombia, con medidas de protección pero que no funcionan. Por ejemplo, obliga a que el agresor no se acerque a la casa o que no pueda chantajear a la esposa o compañera con los hijos. También se establecen medidas policiales, pero los policías dicen que con tal nivel de violencia no cuentan con suficientes medios. Pero muchas de estas medidas, cuando no se adoptan, se convierten después en feminicidios.
-Por último, ¿se está dando un trato diferencial a las fuerzas armadas respecto a los exguerrilleros de las FARC?
Por supuesto. En La Habana las dos partes llegaron a un acuerdo. La Ley de Amnistía e Indulto de 2016 tiene muy bien determinados los delitos por los que va a responder la guerrilla, y aquéllos por los que se va a recibir un indulto. Pero no ocurre lo mismo con los militares. Estos, además de la legislación de amnistía, tienen dos herramientas adicionales. Por un lado, la reforma constitucional de abril de 2017, en la que se han introducido beneficios, salvaguardias y perdones; y un decreto presidencial, el 706, por el que se conceden libertades anticipadas a las fuerzas públicas.

¿Por qué nos importa más la muerte de una perra que la de una mujer?

Por: Catalina Ruiz-Navarro.
Esta semana se hizo viral un video en el que un hombre agarra a patadas a una perrita, Sasha, que resultó ser del hermano del agresor (esto lo sé porque los medios de comunicación corrieron a investigar a la velocidad de un rayo). El video fue trending topic con el hashtag #JuntosPorSasha y en un santiamén la noticia llegó a manos de la Policía Metropolitana de Bogotá. Según cuenta la revista Semana, “al conocerse la gravedad del caso, la Unidad de Protección Ambiental y Ecológica de la Policía Nacional inició un operativo de rescate por la agresión que sufrió la perrita”. Añade la revista, que también muestra fotos que atestiguan la eficiencia —inusitada— de la Policía, que “el operativo se manejó con la celeridad de un caso de la más alta complejidad”.
No hay duda de que el maltrato a la perrita Sasha es abominable y debe recibir un rechazo social unánime. Pero cuando estos casos de maltrato animal salen a la luz, pienso en cómo reaccionamos cuando se trata de maltrato a las mujeres —de eso también hay videos virales— y me duele que el rechazo sea menos unánime, porque nuestra empatía (o la falta de ella) dice mucho del lugar que ocupamos las mujeres y todos los “cuerpos de la periferia” en el mundo. Imaginemos por un momento que Pablo Armero hubiese sido acusado de coger a patadas cruelmente a un perro. ¿Estaría hoy en la selección? Ahora imaginemos otra cosa: ¿qué tal si por cada denuncia de maltrato a las mujeres, la sociedad y Policía se organizaran para reaccionar con tanta presteza? ¿Cuántas colombianas estarían hoy vivas?
Esto no es un llamado a que piensen en las mujeres cuando estamos hablando de los perros, no es un reclamo moral, ni quiero que sientan menos dolor, o solidaridad, con los casos de maltrato animal. Lo que les propongo, en cambio, es un ejercicio de observación. ¿Cómo administramos nuestra empatía? ¿Qué cuerpos la merecen, cuándo y por qué?
De las mujeres asumimos que se lo merecen, o que se podían defender. Y lo mismo pasa con los pobres, con la comunidad LGBTI, con los y las indígenas y comunidades afros, con los protestantes, con los periodistas, con las y los líderes sociales: todos nos lo estábamos buscando. Ninguna estaba recogiendo café. Con Yuliana Samboní tuvimos una solidaridad unívoca porque era una niña de seis años, una víctima intachable, pero si hubiese tenido 12, otra sería la historia y ya habría sido un “sujeto de sospecha”.
Pensamos que la violencia es para unos y para otros no. Cuando decimos “no merecía morir”, lo decimos de los buenos, los inocentes. El problema es que en esta categoría sólo entran los perros, los y las niñas menores de seis años. O también embriones y fetos que despiertan mucha más empatía que las niñas y mujeres en los grupos antiderechos (promuerte). De niña para arriba todas mordemos la manzana del pecado original y cualquier castigo, así parezca injustificado, así sea la misma muerte, termina siendo “por si acaso”. O bueno, también se puede estar por encima de la acusación y el castigo. Se puede ser absolutamente inmune a la sospecha, pero para eso toca tener poder, muchísimo poder, acumulado usualmente en cuerpos de hombres como Trump, o Uribe, porque ser macho no te hace invencible, pero sí reviste de teflón tus actos y tu reputación. A estos cuerpos con poder los protegemos y les perdonamos todas sus faltas con algo más que empatía. Es una suerte de devoción, como la que sentían los vasallos ante el patrón.
Leo que de manera reiterada a Sasha se refieren como “perrita”. Porque la palabra “perra” es muy fuerte y no queremos herir susceptibilidades. A las mujeres, en cambio, nos dicen “perras” como insulto, pero es casi que un cumplido: por las perras se preocupan más.

La violencia por razón de género sigue siendo un desafío mayor para Colombia

Oidhaco.


Un reciente informe del Secretario General de Naciones Unidas al Consejo de Seguridad señala que en 2016 aumentaron las denuncias de violencia por razón de género en Colombia.

Colombia

25. En noviembre de 2016, cuatro años de negociaciones entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia–Ejército del Pueblo (FARC-EP) culminaron en un acuerdo de paz definitivo. Se puso fin así a cinco decenios de conflicto en que, como afirmó la Corte Constitucional de Colombia en 2008, la violencia sexual fue generalizada y sistemática. Los diálogos de paz oficiosos entre el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional, el segundo mayor grupo guerrillero en Colombia, también continuaron durante el período sobre el que se informa.

26. En una visita conjunta a la mesa de conversaciones de La Habana que efectuaron en julio mi Representante Especial y la Directora Ejecutiva de ONUMujeres, el Gobierno y las FARC-EP se comprometieron públicamente a hacer justicia y prestar apoyo a los supervivientes de la violencia sexual. En lo que respecta a la justicia de transición, en el acuerdo de paz definitivo se prevé el establecimiento de una comisión de la verdad y una jurisdicción especial para la paz, que califica la violencia sexual de violación grave que no puede ser objeto de amnistía. El acuerdo contiene compromisos firmes sobre cuestiones de género y la solicitud a mi Representante Especial, ONU-Mujeres, el Gobierno de Suecia y la Federación Democrática Internacional de Mujeres de que apoyen su cumplimiento. El 25 de enero el Consejo de Seguridad estableció una misión política especial de observadores internacionales desarmados para vigilar y verificar el alto el fuego, la cesación de las hostilidades y el proceso de desarme (véase la resolución 2261 (2016) del Consejo). El subgrupo sobre la violencia por razón de género apoyó la capacitación previa al despliegue de los observadores en materia de violencia sexual relacionada con los conflictos.

27. Colombia ha formulado un marco jurídico ejemplar para hacer frente a la violencia sexual relacionada con los conflictos, en que cabe mencionar la Ley 1719 sobre el acceso de las víctimas a la justicia y diversas órdenes de la Corte Constitucional en que se insta a las autoridades a que ejerzan la debida diligencia frente a esos delitos. En respuesta a ello, la Fiscalía General de la Nación ha adoptado un protocolo de investigación de la violencia sexual y ha desplegado equipos legales a 17 provincias afectadas. No obstante, hasta la fecha solo el 2% de los 634 casos de violencia sexual relacionada con los conflictos documentados por la Corte Constitucional han concluido con condenas.

28. Aunque persisten lagunas en los datos, principalmente debido a la escasez de denuncias, el Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo indicó que el riesgo de violencia sexual siguió siendo elevado en al menos 12 departamentos a lo largo de 2016. La Defensoría Delegada para los Derechos de las Mujeres y Asuntos de Género registró en el período comprendido entre enero y octubre 2.914 incidentes de violencia por razón de género, de los cuales 466 eran casos de violencia sexual relacionada con los conflictos. Esas cifras representan un aumento de las denuncias de violencia por razón de género en general, pero una menor proporción de casos de violencia sexual relacionada con los conflictos en comparación con años anteriores. La Defensoría del Pueblo advirtió del aumento del riesgo de ese tipo de violencia a medida que los excombatientes regresaban a sus comunidades. La Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas registró entre enero y noviembre 85 casos de violencia sexual relacionada con los conflictos, en el 31% de los cuales las víctimas fueron mujeres afrocolombianas.

29. Las Naciones Unidas documentaron 79 casos de violencia sexual ocurridos en 2016 en operaciones esporádicas de grupos armados, entre ellos casos de prostitución forzada, tortura sexual, esclavitud sexual y acoso a manos de fuerzas y grupos armados. En aproximadamente el 90% de los casos, los autores eran tres o más y las víctimas habían sufrido actos de violencia sexual relacionada con los conflictos con anterioridad, habiendo tenido lugar la primera agresión por lo general en la infancia. Los asociados de las Naciones Unidas también están siguiendo de cerca la respuesta a una serie de incidentes de violencia sexual emblemáticos que forman parte del legado del conflicto. Por ejemplo, se documentó un cuadro de violencia sexual contra niñas en edad escolar por grupos posdesmovilización en la provincia de Santander, donde una exrectora de colegio y una exinspectora de la policía estaban en espera de juicio por haber facilitado la esclavitud sexual y el reclutamiento forzado. Desde 2015 el ACNUDH ha seguido de cerca el caso de 10 niñas que fueron objeto de abusos sexuales por parte de miembros del grupo posdesmovilización Clan del Golfo en la provincia de Antioquia. Hasta la fecha, solo una persona ha sido llevada ante la justicia por los delitos. En la provincia de Putumayo, el ACNUR documentó el caso de una niña desplazada de 12 años de edad que fue objeto de explotación sexual durante dos años, presuntamente por miembros de las FARC-EP. La maestra que había denunciado el incidente fue obligada a huir de la zona al ser objeto de amenazas e intimidación.

30. En respuesta a repetidos casos de acoso sexual contra mujeres activistas, entre ellas las que defendieron la justicia de género durante el proceso de paz, el Gobierno llevó a cabo evaluaciones de los riesgos para la seguridad en relación con 1.164 mujeres dirigentes, con la conclusión de que 675 enfrentaban un elevado riesgo de violencia por parte de los grupos armados. Si bien las autoridades han puesto en marcha medidas de mitigación del riesgo, la Defensoría del Pueblo señala que la protección debe estar mejor adaptada a las necesidades y los contextos específicos. Todavía hay escasez de servicios de apoyo psicosocial y un número insuficiente de refugios para las supervivientes, especialmente en las zonas apartadas.

Recomendación

31. Encomio al Gobierno de Colombia y a las FARC-EP por su logro histórico de situar la justicia de género en el centro del proceso de paz de Colombia, y los insto a garantizar que esa justicia siga siendo fundamental durante la ejecución del proceso. Este precedente debería ser determinante para los diálogos de paz entre el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional. Hago un llamamiento para que los mecanismos de justicia de transición presten atención específica a la situación y los derechos de las mujeres, las niñas y todos los supervivientes de la violencia sexual; para que la verificación del alto el fuego incluya la vigilancia de la violencia sexual; y para que se incorporen medidas de reducción de los riesgos en el proceso de deposición de las armas.



(Extraído de las páginas 10 y 11 del informe adjunto)






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“La mentira que más duele es digan que acá nos violan”: Integrante de las FARC

Revista Semana.
“Acá no nos violan”, es una de las frases que más repetían las mujeres en uno de los 26 puntos de concentración de las FARC, el día en que el Teatro Nacional y la fundación Yo aporto a la paz llevó la obra de teatro Monólogos de la Vagina.
El campamento queda a una media hora en carro del municipio de Icononzo (Tolima). Luego hay que andar unos 20 minutos más por un camino lleno de lodo por el que es fácil caerse.
En la recepción del campamento hay una carpa construida sobre una estructura de guadua donde el techo y las paredes son de plástico, los mismos insumos con los que está construido casi todo el campamento. Allí, conviven alrededor de 300 personas entre hombres, mujeres y niños. Varios de ellos vienen de Guaviare, Caquetá y Vichada y Tolima. Llegaron a este lugar a finales de enero de este año.
Algunos están almorzando, otros están viendo noticias. En este momento se ve en imágenes a cientos de personas protestando en Venezuela.  
En los muros de plástico hay varios carteles. Uno dice “Mitos y realidades: salud sexual y reproductiva. Mitos: Si uno tiene relaciones con el periodo no puede quedar embarazada. Se puede tener relaciones con copa. La gonorrea solo les da a los homosexuales. Los homosexuales son los únicos que tienen enfermedades. Si uso condón no voy a quedar en embarazo. Realidades: El método efectivo de planificación es el DIU, ligadura de trompas, vasectomía, entre otros. El flujo anormal puede ser por una infección”.
Se pueden ver varias hojas de papel con algunos de los sueños de los integrantes de las FARC. “Quiero estudiar ingeniería civil”, “Quiero que haya igualdad”, “Quiero que juntos construyamos un país mejor”. Además, hay notas en las que se refieren a las muertes de mujeres en los últimos días en Bogotá “por un país igual, ni una más”.
Hay que subir un poco más, a otra carpa donde el grupo hace sus reuniones y donde se presentaría la obra de teatro. Luisa, una de las mujeres del campamento enciende un cigarrillo y sube la loma con tranquilidad. Luego toma su celular y hace una llamada. Pide que le guarden comida a Siria, la perrita que adoptó hace 15 días.
En una de las casas está Jerónimo cargando a Alix, una bebé de ocho meses de edad. Está saludando al grupo de periodistas y camarógrafos que vienen para el evento. “Ella es una hija de la paz. Antes no se podía. Ahora muchas mujeres quieren tener bebés. Ya hay cerca de ocho niños en este campamento”, dice el padre de la pequeña.
Le puede interesar: Los hijos de la paz en Icononzo
Mientras los técnicos terminan de armar una tarima, de acomodar el sonido y la indumentaria, varias personas se toman fotos con las actrices. “¿Los besos que se da en la novela son de verdad?”, pregunta una de ellas. “Son de mentira, todo lo que pasa en las novelas es mentira”, contesta Indhira Serrano. Entre mujeres socializan más, mientras que los hombres se ven un poco tímidos.
Icononzo es uno de los campamentos más visitados por su cercanía con la capital (aproximadamente cuatro horas en carro). Varios universitarios, grupos de mujeres, LGTBI, docentes y organizaciones de salud han ido a conocer el lugar.
“Lo que me molesta es que digan que acá nos violan. Tengo 29 años. Llegué a las FARC a los 13 y nunca he escuchado que acá nos violen. Por eso me gusta que la gente venga y vea con sus propios ojos que no somos la clase de monstruo que piensan”, dice Denis Aguilera, quien se unió a la guerrilla, porque según cuenta, el Ejército Nacional le quemó su casa, el ganado y ya no tenían nada más.
“Lo que pasa es que las violaciones en las FARC o la violencia contra una compañera puede ser motivo de fusilamiento. Acá además hay que pedir permiso para tener novio y si uno tiene novia toca con una sola, porque también lo castigan si se mete con varias, y lo mismo a las mujeres”, dice Fardei Aldana, de 24 años y quien llegó a la guerrilla cuando solo tenía ochos.  
“Uno acá se acuesta con alguien porque quiere. Y también hay cortejo: Nos mandamos notas, nos acompañamos en la guardia, vamos a caminar o a tomarnos un tinto... No es que a uno le gustó alguien y ya se va a acostar con él, como también han dicho sobre nosotros”, agrega Aguilera
Varios de ellos dicen que lo más interesante de las actividades que han hecho últimamente son los talleres sobre género y sobre personas de la comunidad LGTBI. Según relata Aldana, los homosexuales no podían ser militares porque la organización tenía que mantener su “prestigio”.
En la presentación de la obra varios pasan de la perplejidad a ataques de risa. La representación de Diana Ángel, Carolina Cuervo e Indhira Serrano trata sobre la violencia sexual y la desigualdad de género, sobre la naturalidad del lesbianismo, la sensualidad, el deseo, el placer, la infidelidad, y sobre todo del silencio y el sufrimiento de las mujeres.
Integrantes de las Farc. Foto: Cortesía Teatro Nacional/Catalina Salamanca. 
Todos los que están en el campamento toman fotos y graban con sus celulares, y el grupo de farianos que estudian periodismo lleva sus cámaras de video. Sin duda, es la obra de teatro en la que más celulares se haN visto y en la que se pudo grabar toda la presentación sin que los organizadores se molestaran. Varios de ellos tenían Facebook y acceso a Whatsapp a través de los planes prepagados que ofrecen los servicios de telefonía móvil. Así podrían intercambiar lo que grabaron de Monólogos de la vagina.  
Al final de la obra, varias de las habitantes del campamento se levantan para hacer paralelos un poco inesperados. “Le hablo desde una vagina guerrillera a una vagina artista. Ustedes están hablando de los mitos de la sexualidad, de cosas que no se hablaban antes. Me alegra que estén acá para que también puedan desmitificar a la mujer de las FARC, porque acá siempre han reconocido el papel de la mujer”, dice una de ellas.
“Veo que el arte es otra forma de denuncia y que puede ser una forma para que escuchen nuestras voces porque los que cuentan la historia son los hombres y muchas veces no se habla de la tristeza, la inseguridad, el sufrimiento que también pasamos las mujeres”, afirma otra.
Integrantes de las Farc. Foto: Cortesía Teatro Nacional/Catalina Salamanca.
Las actrices que estaban en la tarima se ven conmovidas. Cada vez que alguien se animaba a hablar y a agradecerles por la presentación, ellas responden con la voz quebrada. “Yo estoy muy agradecida de poder estar acá. Pensé que jamás iba a ser posible que tuviéramos un encuentro. Y estoy feliz de saber que la paz es posible y que a través del arte podemos encontrarnos”, dice Carolina Cuervo tratando de contener las lágrimas.
Lo sorprendente para muchos es que algunos llegaron con la intención de enseñar sobre educación sexual, pero en realidad fue un espacio para compartir: “Acá no hay diferencia entre hombres y mujeres. Todos trabajan, todos cocinan, todos prestan la guardia, todos estudian. Para nosotros son bienvenidos todos los que vengan a enseñarnos aunque tenemos muy claro los temas de educación sexual, anticonceptivos, periodo, aborto, embarazo y demás... No siento que haya desigualdad en las FARC entre hombres y mujeres”, explica Valentina.  
Por su parte, Camila Hernández, licenciada en lengua y una de las profesoras del campamento, dice que le parece importante siempre reivindicar el papel de la mujer. “Celebro cada vez que se reivindica el papel de la mujer. La historia de nuestras guerrilleras en muchos casos se ha perdido... Es importante tener este tipo de encuentros que hasta eso nos había negado el Estado, la mayoría nunca estuvo en una obra de teatro”, afirma.
Integrantes de las Farc. Foto: Cortesía Teatro Nacional/Catalina Salamanca.
Una neblina espesa rodea todo el campamento, pero en pocos minutos todo vuelve a estar despejado. Desde arriba se pueden ver otras montañas y las luces que se empiezan a encender en Fusagasugá y Pandí. Dos de los integrantes de las FARC se animan a cantar. 
El humor hizo que los hombres perdieran la pena. Incluso uno de ellos se animó a pedirle clases de escritura a Carolina Cuervo:
— Señorita usted también escribe libros, ¿cierto?
Sí señor.
¿Usted me podría dar su teléfono? A mi me gustaría que me enseñaran a escribir un libro.
— Me imagino que tiene muchas historias buenas…
— Pues la verdad sí. 
La actriz Diana Ángel dice que le ha sorprendido los sentidos que le dieron a la obra y que su imagen de los guerrilleros cambió. Se sorprendió de lo disciplinados que son, de su forma de hablar, de lo cariñosos que son entre ellos y de sus sueños: Muchas quieren estudiar, ser bailarinas, cantantes, periodistas y sobre todo participar de forma activa en la política.
La actriz también manifestó que se siente preocupada por la forma como las FARC están viviendo: “A uno le dicen que están en hoteles cinco estrellas, en grandes fincas, pero no. Esto es muy angustiante. Ellos necesitan vivir en un lugar digno porque están en cambuches, y como hemos visto, en esta zona llueve mucho. Acá nos dicen que este es uno de los mejores campamentos, cómo será el peor... Ellos necesitan vivir de una forma digna”.
Las farianas dicen que hasta el momento el Gobierno no les ha cumplido pero que van a esperar y van a agotar todas las formas pacíficas para que el proceso llegue a un buen término. Mientras tanto, van a seguir mejorando, en la medida de lo posible, el campamento donde planean seguir viviendo.

Rosa Luxemburgo: La proletaria

Tomado de www.marxists.org
Escrito:5 de marzo de 1914
Fuente de esta edicion: Tomado de El pensamiento de Rosa Luxemburg / antología a cargo de María José Aubet. -- Barcelona : Del Serbal, 1983
Fuente digital de la version al español: http://elpolvorin.over-blog.es/article-la-proletaria-46283027.html, con nota preparado por Fernando Moyano publicado el 8 Marzo 2010.
Digitalizacion: Daniel Gaido, 2014
Html: Rodrigo Cisterna, 2014


El día de la Mujer trabajadora inaugura la semana de la Socialdemocracia. Con el duro trabajo de estas jornadas el partido de los desposeídos sitúa su columna femenina a la vanguardia para sembrar la semilla del socialismo en nuevos campos. Y la igualdad de derechos políticos para la mujer es el primer clamor que lanzan las mujeres con el fin de reclutar nuevos defensores de las reivindicaciones de toda la clase obrera.

Así, la moderna proletaria se presenta hoy en la tribuna pública como la fuerza más avanzada de la clase obrera y al mismo tiempo de todo el sexo femenino, y emerge como la primera luchadora de vanguardia desde hace siglos.

La mujer del pueblo ha trabajado muy duramente desde siempre.

En la horda primitiva llevaba pesadas cargas, recogía alimentos; en la aldea primitiva sembraba cereales, molía, hacía cerámica; en la antigüedad era la esclava de los patricios y alimentaba a sus retoños con su propio pecho; en la Edad Media estaba atada a la servidumbre de las hilanderías del señor feudal. Pero desde que la propiedad privada existe la mujer del pueblo trabaja casi siempre lejos del gran taller de la producción social y, por lo tanto, lejos también de la cultura, quedando confinada a los estrechos límites domésticos de una existencia familiar miserable. El capitalismo la ha arrojado al yugo de la producción social, a los campos ajenos, a los talleres, a la construcción, a las oficinas, a las fábricas y a los almacenes separándola por primera vez de la familia. La mujer burguesa, en cambio es un parásito de la sociedad y su única función es la de participar en el consumo de los frutos de la explotación: la mujer pequeño-burguesa es el animal de carga de la familia. Sólo en la persona de la actual proletaria accede la mujer a la categoría de ser humano (Mensch) [1], pues solo la lucha, solo la participación en el trabajo cultural, en la historia de la humanidad, nos convierte en seres humanos (Menschen).

Para la mujer burguesa su casa es su mundo. Para la proletaria su casa es el mundo entero, el mundo con todo su dolor y su alegría, con su fría crueldad y su ruda grandeza. La proletaria es esa mujer que migra con los trabajadores de los túneles desde Italia hasta Suiza, que acampa en barrancas y seca pañales entonando canciones junto a rocas que, con la dinamita, vuelan violentamente por los aires. Como obrera del campo, como trabajadora estacional, descansa durante la primavera sobre su modesto montón de ropa en medio del ruido, en medio de trenes y estaciones con un pañuelo en la cabeza y a la espera paciente de que algún tren le lleve de un lado a otro. Con cada ola de miseria que la crisis europea arroja hacia América, esa mujer emigra, instalada en el entrepuente de los barcos, junto con miles de proletarios, junto con miles de proletarios hambrientos de todo el mundo para que, cuando el reflujo de la ola produzca a su vez una crisis en América, se vea obligada a regresar a la miseria de la patria europea, a nuevas esperanzas y desilusiones, a una nueva búsqueda de pan y trabajo.

La mujer burguesa no está interesada realmente en los derechos políticos, porque no ejerce ninguna función económica en la sociedad, porque goza de los frutos acabados de la dominación de clase. La reivindicación de la igualdad de derechos para la mujer es, en lo que concierne a las mujeres burguesas, pura ideología, propia de débiles grupos aislados sin raíces materiales, es un fantasma del antagonismo entre el hombre y la mujer, un capricho. De ahí el carácter cómico del movimiento sufragista.

La proletaria, en cambio, necesita de los derechos políticos porque en la sociedad ejerce la misma función económica que el proletario, trabajo de la misma manera para el capital, mantiene igualmente al Estado, y es también explotada y dominada por éste. Tiene los mismos intereses y necesita las mismas armas para defenderse. Sus exigencias políticas están profundamente arraigadas no en el antagonismo entre el hombre y la mujer, sino en el abismo social que separa a la clase de los explotados de la clase de los explotadores, es decir, en el antagonismo entre el capital y el trabajo.

Con la Socialdemocracia podrá introducirse en el taller de la Historia para así poder conquistar, con esas poderosas fuerzas, la igualdad real, aunque sobre el papel de una Constitución burguesa se le niegue este derecho. Aquí, la mujer trabajadora, junto con el hombre, sacudirá las columnas del orden social existente y, antes de que ésta le conceda algo parecido a sus derechos, ayudará a enterrarlo bajo sus propias ruinas.

El taller del futuro necesita de muchas manos y de un aliento cálido. Todo un mundo de dolor femenino espera la salvación.●

 


[1] Mensch - Voz del alemán y el yiddish, originalmente "persona" (hijo de Adán) pero que cobra el significado de "persona íntegra y honorable", alguien con "carácter, rectitud, sentido del deber, responsabilidad y decoro". ¡Son esas cosas de Rosa!

https://www.marxists.org/espanol/luxem/1914/3/5.htm 
 

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