Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo.
En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia
de la democracia burguesa y la asimilábamos al voto.
Hoy abordaremos un poco más profundamente éste tema desde el
punto de vista revolucionario.
En los clásicos revolucionarios está descrita el sentido de
la democracia burguesa. Es necesario dilucidar de una vez por todas que la
democracia burguesa es de una falsedad a toda prueba por cuanto ella quiere ser
presentada como abanderada de la iguldad y de la defensa de los los derechos de
toda la población, incluída la libertad.
Mentira. La democracia
burguesa responde a los intereses del círculo en el poder –la oligarquía-,
prueba de ello lo tenemos palpablemente en los casos de España y Colombia. En
Colombia las élites en el poder legislan en favor de las clases que
representan. Lógico que hacen una u otra legislación “en favor” de las clases
populares, pero todo el peso de las cargas impositivas –por ejemplo- recaen
sobre los hombros del pueblo.
Miremos si no la Reforma Tributaria o la Reforma
que desarrolló la exención de impuestos de la renta de los empresarios dizque
para ”crear empleos” y de empleos nada ya que la informalidad ronda por encima
del 60%.
O sea, 6 de cada 10 trabajadores trabajan en la
informalidad, en la economía del rebusque. Economía a la cual una ”inteligente”
profesora de los Andes quiere lanzar a los ex-guerrilleros de FARC para acabar
el problema de los proyectos productivos, según ella, que solucionarían el
problema de empleo y manutención de los miembros de FARC.
Ya aquí la oligarquía está mostrando que la democracia
burguesa es el escenario de la lucha revolucionaria del pueblo. Con la firma
del Acuerdo de Paz muchos pensaron que comenzaría un período de relativa calma
en el país. No. Sabíamos que en la sociedad las contradicciones antagónicas –mediatizadas por la guerra interna- iban
a mostrarse en todo su esplendor. Ya sin el ruido de los fusiles y las armas. Y
comenzó la lucha. En el congreso, en las calles, en las movilizacones
campesinas e indígenas, en los foros, en conferencias, etc, etc.
La lucha de clases entre sectores populares y oligarcas
sería –y será- con toda la fuerza de cada una. Vemos cómo la mentira de una PAZ
para todos en realidad significaba para la oligarquía una paz para su clase. Y
para ello la oligarquía en el poder echa mano de todos sus recursos.
Del Terrorismo de
Estado, el cual no ha cesado un instante en los 6 años y un año de Implementación
del Acuerdo de Paz. También echa mano de la violencia
estructural, la ejercida en las instituciones, es decir, no aplicación o
aplicación a medias de la Amnistía, no financiación y aprobación de los
proyectos productivos (”cómo vamos a adelantar proyectos para que esos
zarrapastrosos guerrilleros puedan vivir en trnaquilidad”), carencia de salud y
educación, exclusión política de Circunscipciones Especiales de Paz que proveería 16 parlamentarios de
zonas azotadas por el conflicto interno (cómo darles 16 parlamentarios, más 10
de la FARC, daría 26 parlamentarios, un fuerza importante para empezar a torcer
las políticas estatales).
Vemos entonces los
límites de la democracia burguesa. Límites que se les imponen a las clases
populares, no a sí misma. La democracia burguesa implica violentar la
constitución cuando ellos tengan a bien hacerlo.
Ejemplo lo tenemos en el caso
de la Yidis-política de Álvaro Uribe Vélez y el cohecho para hacerse re-elegir
(realizado en uno de los baños del congreso). Entre otras cosas, Teodolindo
Avendaño, suplente de Yidis y quien votó la reforma del articulito, falleció
ayer.
No sobra insistir que el
espacio que ganen las clases populares en el escenario de la democracia
burguesa –movilizaciones, huelgas, paros, congresistas, etc- dependerá
precisamente de su movilización aunada a su unidad y fuerza.
Lógico que ahora
contamos con otras condiciones para el trabajo revolucionario. Podremos llegar
a más sectores, al tiempo que estaremos más expuestos al Terrorismo de Estado. Para
evitar los golpes nos tocará extremar nuestras medidas de seguridad. Mas esa es
la apuesta si queremos jugar el papel que nos ha asignado nuestro pueblo.
En ese escenario de
lucha contamos con la FARC como nuestro partido político legal, templado en 53
años de lucha guerrillera, y con la paciencia del artesano para producer una
obra de arte.
Que la Paz no nos cueste
la vida.
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