Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo.
La investigación adelantada por la Universidad Nacional
muestra que más de 3.ooo excombatientes de las FARC-EP, ahora miembros del
Nuevo Partido, padecen de algún tipo de discapacidad, sobresaliendo entre ellas
las discapacidades físicas producidas por la guerra.
Sin poder discernir si
son o no problemas mentales, encontramos que ”oir la voz o los sonidos” tiene
un 9% y ”Relacionarse o interactuar con las demás personas” un 2%, lo cual
podría darnos un 9%. Sería necesario profundizar un poco más para clarificar
con una evaluación psicológica si son problemas o alteraciones mentales, o son
de otro tipo, físico con manifestaciones que se engloban como de tipo psicológico.
En todo caso, el
porcentaje total es pequeño, apenas un 9%. Si tenemos en cuenta que 53 años
continuados de lucha guerrillera y la cantidad de guerrilleros –que algunos
calcularon en 20.000 en los momentos de mayor auge guerrillero-, la cantidad de
guerrilleros que presentaban alteraciones mentales era realmente pequeño y nos
muestra el cuidado que tenían los mandos sobre sus unidades.
Hemos sabido por
experiencia directa de casos de problemas mentales, tales como el miedo, la
angustia, la depresión, etc, producidas quizás ante la inminencia de un
combate, y los mandos correspondientes tomaban la medida de remitir esas
unidades hacia los enfermeros y médicos con que contaba la guerrilla.
Allí recibían el
tratamiento respectivo, psicológico y psiquiátrico, y los guerrilleros –sin
diferenciar género ni sexo- eran reintegrados a su unidad una vez superado el
impasse. Algunos recibían los medicamentos adecuados para su caso y, además, el
tratamiento psicológico con charlas individuales, discusiones grupales, etc.
Igualmente problemas
como el alcoholismo y el uso de sustancias psicoactivas no eran relevantes
entre los guerrilleros. El uso de sustancias ilícitas –coaína, bazuco, heroina,
marihuana, anfetaminas, etc- no eran preocupantes para la guerrilla.
De igual manera, la depresión y los intentos de suicidio no
eran parte de la cotidianidad de la vida guerrillera.
Quizás jugaba un papel en la poca incidencia de problemas
mentales el hecho de la vida colectiva, la estrechez de las relaciones mando-guerrillleros,
la estrechez de las relaciones entre
guerrilleros y guerrilleras, lo cual permitía ”tratar” problemas que sino
hubiesen sido muchos más graves en la guerrilla.
Los guerrilleros no vivían el estrés que soporta un soldado,
por ejemplo; el guerrillero vivía en condiciones de sana relación con sus
mandos y con el resto de guerrilleros una vida alegre, de sano compartir y el
estrés se presentaba cuando había una operación militar guerrillera o presencia
de enemigos en el área, lo cual con el tiempos se volvía parte de la
”cotidianeidad”.
Las unidades de las fuerzas especiales guerrilleras
(Columnas de Combate) se aposentaban sobre el terrero y normalmente se ubicaban
a 100 metros del enemigo, al punto de que se veían entre ellos. Famosa era la
recomendación del Comandante Caliche de la Columna Jacobo Arenas quien siempre
recomendaba a sus guerrilleros ”al enemigo hay que mantenerlo cerca, así
evitamos cualquier sorpresa por parte de ellos”.
Esto se explica porque el ser guerrillero es ser combatiente
e ir al combate era un motivo de orgullo para los guerrilleros. Hoy, las cosas han cambiado, es inmenso el honor
pertenecer al partido FARC y adelantar las tareas que el momento requiera
partiendo del principio: “Análisis concreto de la situación concreta”.
Fuerzas militares oficiales y salud mental
Según un “Estudio Salud
Mental y Consumo de Sustancias Psicoactivas en las Fuerzas militares de
Colombia, realizado el año 1997 por la Universidad Militar Nueva Granada, y con el
apoyo de la División de Comportamiento Humano del Ministerio de Salud y el
Fondo Nacional de Estupefacientes, los oficiales, sub oficiales y soldados del
Ejército Nacional están más propensos a desarrollar problemas mentales que el
resto de los colombianos. Los índices de depresión, ansiedad psicosis, e
incluso las ideas e intentos de suicidios, son más altos que los del resto de
la población. Igualmente tienen más al abuso en el consumo de alcohol y
cigarrillos, al igual que de sustancias ilícitas como la cocaína y el bazuco,
superando el promedio nacional”.
Una desorden importante es el Estrés
Post-Traumático, el cual desde “la Guerra
del Peloponeso, la Primera Guerra Mundial, en la Guerra Civil, en todas
las grandes guerras” ha existido como secuela de la guerra.
Según el diario El Espectador: “En Colombia, por el contrario, no hay un
solo estudio publicado que determine la proporción de exsoldados que sufren de
TEP. El Hospital Militar se encontraba llevando a
cabo uno en soldados heridos en combate justo cuando se firmó el cese al fuego
bilateral con las Farc. No obstante, dado que dejaron de llegar soldados
heridos, este tuvo que abandonarse. Ese estudio halló una prevalencia parcial
de 10,4 %, una cifra alta si se tiene en cuenta que las Fuerzas Armadas cuentan
con más 240.000 efectivos. Si
el estudio fuera definitivo, implicaría que en este momento más de 24.000
miembros de las Fuerzas Armadas, más de tres veces el número de guerrilleros
desmovilizados de las Farc, sufrirían de TEP. Dados diversos estudios sobre
comorbilidad entre TEP y otros problemas, esto a su vez significaría que por lo
menos 24.000 soldados, más de ocho brigadas, estarían viviendo con
insomnio, pesadillas, alucinaciones, problemas para conseguir empleo,
propensión a la violencia, mayores probabilidades de
suicidio, abuso intrafamiliar, drogadicción y alcoholismo. La cifra puede
parecer alta, pero no tiene en cuenta que el conflicto se remonta más de 50
años y que la mayoría de los soldados ingresan a las Fuerzas Armadas sin
ninguna clase de problema mental (sic!).
Ver: https://colombia2020.elespectador.com/pais/estres-postraumatico-soldados-atrapados-en-la-guerra
Al no haber estadísticas, no hay forma de cuantificar
el problema. Sanidad Militar carece de cuentas exactas de soldados activos o
pensionados diagnosticados con TEP (Estrés Post-Traumático), “la entidad solo
tiene las cifras del número de consultas específicas relacionadas con éste
desorden (en 2016, más de 5.000)”.
El problema apenas empieza a vislumbrarse con el
Acuerdo de Paz con las FARC-EP. La carencia del número adecuado de
profesionales que diagnostique y trate las enfermedades mentales en las fuerzas
militares y el ser un problema económico mayor ya que una vez licenciado el
soldado la institución militar no responde por quien arriegó su vida por los
intereses del estado agrava estos casos, y los enfermos descargan toda su furia
en el Acuerdo de Paz y no realizan acciones sobre los verdaderos responsables
de tan caótica y penosa situación.
Publicar un comentario