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Despedida de Cristian Pérez - Sí a la Paz

Colombia: Falsa Democracia

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Falsa democracia

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[Colombia] Falsa democracia II: la democracia burguesa

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo. En el artículo de ayer abordamos, someramente, la historia de la democracia burguesa ...

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[EE.UU.] La CIA confirma que es la responsable de las sanciones a Venezuela

Insurgente.org

El director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Mike Pompeo, confesó que los servicios de espionaje estadounidenses estuvieron detrás de algunas de las sanciones adoptadas los últimos meses contra Venezuela.
“La segunda o tercera batería de sanciones obedecía a nuestras recomendaciones”, reconoció el director de la CIA, cita este martes la agencia EFE.
Pompeo reveló luego de su participación en una conferencia en el centro de estudios American Enterprise Institute, que el presidente de los Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, se había mostrado especialmente interesado en los informes de la CIA sobre Venezuela, “quería más claridad en relación con algunos asuntos financieros, como sobre quién tenía el dinero”, expresó.
El director de la CIA también confesó que el presidente de EEUU tenía un especial interés en saber “cómo estaba relacionado” el Gobierno del Presidente Nicolás Maduro con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb), para así poder tener “una imagen más completa”, agregó que ante esto, la Agencia elaboró una nueva serie de informes.
A comienzo de agosto del pasado año, el presidente de EEUU, Donal Trump, escaló su arremetida contra Venezuela al incluir la posibilidad de una intervención militar entre las acciones con el país bolivariano.”Tenemos muchas opciones respecto a Venezuela, incluida una posible opción militar si es necesaria”, declaró en el momento.
El 25 del citado mes, el gobierno de Donald Trump firmó una orden ejecutiva en la que impuso nuevas sanciones económicas contra Venezuela. En el decreto, el Gobierno estadounidense prohíbe a todos sus socios comerciales y financieros, y a empresas estadounidenses o con capital en los EEUU a realizar cualquier acuerdo o transacción con Petróleos de Venezuela (Pdvsa), principal industria que sostiene la economía del país.
En los últimos meses del 2017, EEUU sancionó cerca de 30 altos funcionarios venezolanos, entre ellos la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena; el fiscal general de la República, Tarek William Saab y al ministro para Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Néstor Reverol.

avn

[Siria] Secretos, mentiras y confusión estadounidenses en el norte de Siria

Los sucesivos anuncios de los militares estadounidenses y posteriores desmentidos de la administración Trump sobre lo que sucede en el norte de Siria en el plano militar revelan un importante secreto. Paradójicamente, Turquía viene en ayuda de Estados Unidos para reparar “el error” de la oficialidad superior estadounidense.
 | DAMASCO (SIRIA)  
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Brett McGurk
El secretario de Estado Rex Tillerson desmintió, el 17 de enero de 2018, las declaraciones formuladas el 23 de diciembre por el jefe del CentCom –general Joseph Votel– y las que había hecho el 13 de enero el coronel Thomas Veale, vocero de la coalición estadounidense de lucha contra el Emirato Islámico (Daesh).
El desmentido de Tillerson sembró la confusión pero no satisfizo a Turquía, que, luego de advertir el 10 de enero al encargado de negocios estadounidense en Ankara, Philip Kosnett, y preparar una operación militar contra Afrin y Manbij, en suelo sirio, efectivamente inició dicha operación el 20 de enero.
Al contrario de las declaraciones de unos y otros, la decisión de Estados Unidos no era crear un Estado soberano independiente en el norte de Siria –eso es lo que proyecta Francia– sino establecer allí un Estado no reconocido, como Puntlandia, en Somalia, o el Kurdistán iraquí. Este último, por ejemplo, actúa de manera absolutamente independiente y, a pesar de lo estipulado en la Constitución iraquí, no obedece las órdenes del gobierno central de Irak, país del que aún es parte en el plano legal.
La Syrian Border Security Force, o “Fuerza de Seguridad de la Frontera Siria”, cuya formación habían anunciado los militares estadounidenses, iba a componerse oficialmente de 30 000 hombres, provenientes en un 50% de las “Fuerzas Democráticas Sirias” (FDS). Esos hombres iban a recibir una formación de 3 semanas para aprender técnicas de interrogatorio y el uso de equipos de escaneo biométrico. Al menos 230 elementos ya recibieron esos cursos.
En la práctica, la otra mitad de los 30 000 miembros de la nueva fuerza iban a ser 15 000 ex yihadistas provenientes de las filas de Daesh, una manera discreta de “reciclarlos”.
El representante especial del presidente Trump ante la coalición anti-Daesh, Brett McGurk, nombrado bajo la administración Obama, es el jurista que participó –junto a John Negroponte y el coronel James Steele– en la creación del Emirato Islámico en Irak, en 2006. Junto al coronel James Coffman, Brett McGurk, tenía entonces la responsabilidad de rendir cuentas sobre esa operación secreta al presidente George Bush hijo. El objetivo era debilitar el movimiento iraquí de resistencia contra las tropas ocupantes sembrando la división entre chiitas y sunnitas para llevarlos a luchar entre sí, provocando así artificialmente una guerra civil entre iraquíes.
Luego de una estancia en Harvard, Brett McGurk reapareció nuevamente en el Departamento de Estado, trabajando junto al secretario John Kerry. Participó en el proceso que convirtió el “Emirato Islámico en Irak” en el actual Daesh y fue coorganizador de la reunión realizada el 27 de mayo de 2014, en Amman, donde se preparó la invasión yihadista contra Irak. También reorganizó Irak y posteriormente formó la coalición internacional a cargo de la lucha… contra Daesh.
Como buen alumno, McGurk aceptó seguir trabajando bajo la administración Trump para acabar con la organización que él mismo había creado y ahora trata de reciclar algunos de sus combatientes.
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Hace sólo unos meses, el 18 de agosto de 2017, Brett MCGurk recibía amigablemente a varios líderes de Daesh. Oficialmente, Estados Unidos se preparaba para acabar con esa organización yihadista.
El proyecto de creación de una fuerza de seguridad de la frontera siria dice mucho sobre la sinceridad de los milicianos de las YPG kurdas, que profesan el amable anarquismo de Murray Boochkin pero no tienen ningún escrúpulo en integrarse a una fuerza junto a los asesinos de Daesh, bajo las órdenes de Estados Unidos.
Contrariamente a las apariencias, el ataque turco en Afrin, y la probable extensión de esa operación a Mambij, fue aprobada, los días 18 y 19 de enero, por el estado mayor ruso, puesto al tanto de antemano por el número 2 del régimen turco y jefe de sus servicios secretos (MIT) Hakan Fidan, quien viajó especialmente a Moscú con ese objetivo. La operación fue incluso facilitada por la inmediata retirada de las fuerzas rusas que se hallaban en la zona de operaciones.
Idénticamente, Turquía informó por escrito a Siria del inicio de la operación, aunque Damasco afirma no haber recibido tal comunicación.
El presidente sirio Bachar al-Assad, que no puede meter a su país en un enfrentamiento con Estados Unidos para poner fin al reciclaje de los yihadistas, simplemente permite que Turquía –país miembro de la OTAN– se encargue de hacerlo.
El presidente Donald Trump no había sido informado del plan Votel-McGurk. El secretario de Defensa, James Mattis, confirmó a sus hombres las instrucciones de la Casa Blanca contra los yihadistas. Pero Votel y McGurk aún siguen en sus cargos.

[Comunicación] La verdad sobre las «fake news»

La histeria estalló en Washington mientras la OTAN montaba todo un dispositivo para acusar a Rusia de continuar la propaganda de la desaparecida Unión Soviética. Los medios dominantes tratan de desacreditar al nuevo presidente de Estados Unidos acusándolo de cualquier cosa y este los acusa a ellos de propagar noticias falsas. Este cruce interminable de acusaciones se ve amplificado por el súbito desarrollo de las redes sociales, que antes sirvieron al Departamento de Estado como herramienta contra los regímenes nacionalistas pero que ahora se convierten en foros populares contra los abusos de las élites… empezando por las de Washington.
 | DAMASCO (SIRIA)  

Desde el anuncio mismo de su sorpresiva elección y sin esperar a que tomara posesión de la Casa Blanca, la inmensa mayoría de los medios de Estados Unidos y de la OTAN denunciaron al presidente Donald Trump como incapaz, si no mentalmente perturbado. Se inició así entre la clase mediática y el nuevo presidente una batalla donde cada parte acusa a la otra de propagar noticias falsas.
Responsables de casi todos los países de la OTAN –y sólo en esos países– denuncian las «fake news» o “noticias falsas”. Con ello dicen sacar a la luz la supuesta influencia de la propaganda rusa en las «democracias occidentales». El país más afectado por esta campaña es Francia, cuyo presidente, Emmanuel Macron, acaba de anunciar la elaboración de una ley destinada especialmente a luchar contra este «atentado contra la democracia»… pero sólo «en periodo electoral».
En realidad, las noticias falsas son un problema tan viejo como el mundo y el hecho que la expresión inglesa «fake news» se repita ahora, exactamente de la misma manera, en todas las lenguas de la OTAN indica el origen anglosajón de esta “nueva” problemática.

La OTAN, fuente de la campaña
sobre las «fake news»

En 2009, el presidente Barack Obama anunciaba en la cumbre de la OTAN celebrada en Estrasburgo-Kehl su intención de crear un servicio de «Comunicación Estratégica» para la alianza atlántica [1]. Se necesitaron 6 años para crear ese servicio alrededor de la 77th Brigade de las fuerzas terrestres del Reino Unido y de la 361st Civil Affairs Brigade de las fuerzas terrestres de Estados Unidos (con bases en Alemania e Italia).
La misión inicial era contrarrestar las acusaciones de que el Estado profundo estadounidense había organizado los atentados del 11 de septiembre de 2001 y, posteriormente, las denuncias que señalaban a los anglosajones como los planificadores de las «primaveras árabes» y de la guerra contra Siria. Dichas acusaciones eran calificadas de «complotistas» o «conspiracionistas». Pero, luego se pasó rápidamente a tratar de convencer a los pueblos de los países miembros de la OTAN de que Rusia continúa la propaganda de la desaparecida Unión Soviética y que, por ende, la alianza atlántica todavía sirve para algo.
Finalmente, en abril de 2015, la Unión Europea también se dotó de un «Grupo de Trabajo para las Comunicaciones Estratégicas Hacia el Este» (East StratCom Task Force). Ese grupo de trabajo envía semanalmente a miles de periodistas un resumen sobre la «propaganda rusa». Por ejemplo, en su última edición (11 de enero de 2018) acusa a Sputnik de haber propalado que el zoológico de Copenhague alimenta sus fieras con animales domésticos abandonados. ¡Gravísima amenaza para las «democracias»! Parece que a los especialistas de la East StratCom Task Force les cuesta trabajo encontrar ejemplos significativos de «injerencia rusa».
En agosto del mismo año 2015, la OTAN inauguró su «Centro de Comunicación Estratégica» en Riga, capital de Letonia. Al año siguiente, el Departamento de Estado se dotó, por su parte, del Global Engagement Center, o Centro de Compromiso Global, que persigue los mismos objetivos.

Facebook, el juguete preferido de Hillary Clinton, acabó volviéndose contra ella

En 2009, la secretaria de Estado Hillary Clinton, estimulada por Jared Cohen –responsable del Buró de Planificación Política – se convenció de que era posible derrocar la República Islámica de Irán manipulando las redes sociales. El resultado no fue el esperado. A pesar de eso, 2 años después, en 2011, el mismo Jared Cohen, convertido en jefe de Google Ideas, logró movilizar a la juventud del Cairo. Aunque la «revolución» de la plaza Tahrir no influyó en la opinión del pueblo egipcio, nacía así el mito de la propagación del modo de vida estadounidense a través de Facebook. Como resultado, el Departamento de Estado financió numerosas asociaciones y congresos para la promoción de Facebook.
La verdadera sorpresa sobrevino durante la elección presidencial estadounidense de 2016. El promotor inmobiliario Donald Trump, un advenedizo para la clase política, eliminó uno por uno a todos sus rivales, incluyendo a la propia Hillary Clinton, y resultó electo para ocupar la Casa Blanca gracias a los consejos de Facebook. Por primera vez, el sueño de la lideresa de los políticos profesionales se convertía en realidad… pero en contra de ella misma. De la noche a la mañana, Facebook pasó a ser demonizado por la prensa dominante.
Se reveló entonces que es posible provocar artificialmente movimientos de opinión y de masas mediante la manipulación de las redes sociales, pero que los usuarios acaban volviendo a la razón al cabo de cierta cantidad de días. Esto es una constante en todos los sistemas de manipulación de la información: sus efectos son efímeros. El único tipo de mentira que permite crear comportamientos prolongados por largo plazo implica haber empujado la ciudadanía a contraer algún tipo de compromiso menor, o sea hacer proselitismo [2].
En todo caso, Facebook entendió eso perfectamente porque creó su propio «Buró de Política Mundial y Sensibilización de los Gobiernos» y lo puso en manos de Katie Harbath. Facebook pretende crear emociones colectivas a favor de tal o más cual cliente, pero no trata de organizar campañas duraderas [3].
Es también por eso que el presidente francés Macron quiere imponer leyes sobre las redes sociales sólo para los periodos electorales. El propio Macron llegó a la presidencia gracias al desorden que Facebook y un semanario sembraron conjuntamente contra su rival Francois Fillon, una operación orquestada por Jean-Pierre Jouyet [4]. En todo caso, el temor de Macron a que la próxima vez las redes sociales sean utilizadas contra él coincide con la voluntad de la OTAN de hacer ver que existe una continuidad entre Rusia y la URSS en materia de propaganda. Así que Macron cita como ejemplos de manipulación una entrevista de Sputnik sobre su vida privada y el hecho que ese medio se hizo eco de una alegación sobre una cuenta bancaria suya en el extranjero.

El informe de Christopher Steele

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En Reino Unido, los jóvenes ven en la retórica oficial sobre las «fake news» una voluntad gubernamental de lavarles el cerebro. Así lo demuestra el éxito de la marca de vaqueros Fake News.
Durante la campaña previa a la elección presidencial en Estados Unidos, el equipo de Hillary Clinton encargó al ex agente de los servicios secretos británicos Christopher Steele una investigación sobre el candidato Donald Trump. Ex jefe del «Buró Rusia» del MI6, Christopher Steele es conocido sobre todo por sus alegaciones escandalosas y siempre inverificables. Después de acusar –sin pruebas– a Vladimir Putin de haber ordenado el envenenamiento de Alexander Litvinenko con polonio 210, también lo acusó de haber hecho caer a Donald Trump en una trampa sexual para poder chantajearlo. El Informe Steele fue entregado discretamente a ciertos periodistas, políticos y espías, antes de ser publicado [5].
De ahí procede la tesis actual de que, tratando de que su títere ganara las elecciones y de impedir la elección de Hillary Clinton, el amo del Kremlin ordenó a «sus» medios la compra de publicidad en Facebook y la divulgación por esa vía de calumnias contra la ex secretaria de Estado, hipótesis que ahora vendría a confirmarse por una conversación del embajador de Australia en Londres con un consejero de Donald Trump [6]. Aunque se ha comprobado que Russia Today y Sputnikno gastaron más que unos pocos miles de dólares en publicidad, que además tenía poco que ver con la señora Clinton, la clase dirigente estadounidense dice estar convencida de que eso bastó para invertir el apoyo del que había gozado la candidata demócrata, que gastó en su campaña 1 200 millones de dólares. En Washington se sigue creyendo que los inventos tecnológicos permiten tal grado de manipulación de los seres humanos.
Ya no se trata de observar que si Donald Trump y sus partidarios hicieron campaña a través de Facebook fue porque toda la prensa escrita y audiovisual les era hostil, sino de afirmar que Rusia manipuló Facebook para impedir la elección de la favorita de Washington.
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Jared Cohen, ex colaborador de Condoleezza Rice y más tarde de Hillary Clinton, comparte la filosofía de los dirigentes de Google: el transhumanismo. Según Jared Cohen, es posible derrocar gobiernos si se utilizan los algoritmos correctos en las redes sociales.

El privilegio jurídico
de Google, Facebook y Twitter

En sus esfuerzos por demostrar la injerencia de Moscú, la prensa estadounidense ha resaltado el enorme privilegio que gozan Google, Facebook y Twitter. Esas 3 empresas no son consideradas responsables de los contenidos que difunden. Desde el punto de vista del derecho estadounidense son sólo “transportadores” de información (common carrier).
Los experimentos realizados por Facebook han demostrado, por un lado, que es posible crear emociones colectivas. Pero esa empresa no es considerada jurídicamente responsable de los contenidos que vehicula, contradicción que pone de relieve la existencia de una anomalía en el sistema.
Sobre todo teniendo en cuenta que el privilegio de Google, Facebook y Twitter es claramente indebido. En efecto, esas 3 empresas actúan al menos de dos maneras para modificar los contenidos que “transportan”. En primer lugar, censuran unilateralmente ciertos mensajes, ya sea por intervención directa de su personal o mediante el uso disimulado de algoritmos. Pero además promueven su propia versión de la verdad en detrimento de los demás puntos de vista (fact-checking).
Por ejemplo, en 2012, Qatar encargó a Google Ideas, ya bajo el mando de Jared Cohen, la creación de un programa informático capaz de seguir las deserciones en el Ejército Árabe Sirio. ¿Objetivo? Mostrar que Siria era una dictadura y que el pueblo había iniciado una “revolución”. Pero rápidamente resultó que esa visión de las cosas era falsa. La cantidad de deserciones nunca pasó de 25 000, en un ejército que cuenta 450 000 hombres. Es por eso que, luego de haber promocionado ese software, Google acabó retirándolo discretamente.
Por otro lado, Google promociona, desde hace 7 años, los artículos que se hacen eco de los comunicados del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH). Esos comunicados dan, día tras día, la cantidad exacta de víctimas de ambos bandos. Pero son cifras imaginarias porque es materialmente imposible determinar esa cifra diariamente. Nunca se ha visto, en tiempo de guerra, un Estado capaz de determinar diariamente la cantidad exacta de soldados muertos en combate y de víctimas civiles. Pero el OSDH sabe, desde el Reino Unido, algo que nadie es capaz de determinar con precisión en la propia Siria.
Lejos de ser “transportadores” de información, Google, Facebook y Twitter son en realidad sus creadores y por tanto deberían ser jurídicamente responsables de sus contenidos.

Las reglas de la libertad de expresión

Aún considerando que los esfuerzos de la OTAN y del presidente Macron contra Rusia en el plano audiovisual y de internet están condenados al fracaso, no es menos cierto que lo más conveniente es que los nuevos medios estén incluidos en el derecho general.
Los principios que rigen la libertad de expresión son legítimos sólo si son los mismos para todos los ciudadanos y para todos los medios. Esto último no es así en este momento. Si bien existe una aplicación del derecho general, no existen, en cambio, reglas precisas, como el derecho de respuesta o en materia de desmentido, para los mensajes que se difunden a través de internet y de las redes sociales.
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Sobre la Red Voltaire, “Le Décodex” del diario francés {Le Monde} dice: «Sitio web de Thierry Meyssan, conspiracionista ligado al gobierno sirio. Afirma, sin prueba, que la matanza de Charlie-Hebdo es un atentado orquestado por Washington» (sic).
Como siempre en la historia de la información, los medios ya establecidos tratan de sabotear a los nuevos. Recuerdo, por ejemplo, el virulento editorial que el diario francés Le Monde, dedicó en 2002 a mi trabajo, publicado en internet, sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001. Lo que le desagrada a Le Monde, tanto como mis conclusiones sobre esos acontecimientos, es que la Red Voltaire no esté sometida a una serie de obligaciones financieras de las que ese cotidiano se sentía prisionero [7]. Quince años más tarde, Le Mondemuestra la misma actitud de defensor de un clan con la creación de lo que llama Le Décodex. Más que criticar los artículos y videos de los nuevos medios de información, Le Monde pretende medir el grado de confiabilidad de los sitios web que rivalizan con el suyo. Por supuesto, sólo le parecen confiables los sitios web de los diarios que se publican en papel, como el propio Le Monde, mientras que a todos los demás los clasifica como poco confiables.
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Miembro eminente de la masonería, el político socialista Gerard Collomb, es seguidor del sansimonismo. Vinculado al varias veces ministro socialista y ex director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, Gerard Collomb se puso del lado de Emmanuel Macron desde el inicio de su campaña electoral. Sempiterno secretario general de la Fundación Jean-Jaures, desde su creación en 1992, hizo que esta publicara un estudio que calificaba a sus opositores políticos de “conspiracionistas” y, muy recientemente, un falso sondeo de opinión que los acusa de ser crédulos. Gerard Collomb es el actual ministro del Interior de Francia.
Para justificar la campaña contra las redes sociales, la Fundación Jean-Jaures –fundación del Partido Socialista francés vinculada a la NED (National Endowment for Democracy) estadounidense– acaba de publicar un sondeo imaginario [8]. Ese sondeo trata de demostrar, exponiendo una serie de cifras, que las personas frustradas, las clases trabajadoras y los partidarios del Frente Nacional [9] son gente crédula. Según ese sondeo, el 79% de los franceses creen en alguna teoría de la conspiración. Como prueba de su ingenuidad, el sondeo precisa que 9% de los franceses están convencidos de que la Tierra es plana.
Realmente, ni yo ni ninguno de mis amigos franceses consultados a través de internet nos hemos encontrado nunca con un compatriota que creyera que la Tierra es plana. Se trata simplemente de una cifra inventada, suficiente para que cualquiera pueda dudar de todo el estudio. Lo que sí es cierto es que, a pesar de estar vinculada al Partido Socialista de Francia, la Fundación Jean-Jaures ha tenido desde siempre como secretario general a Gerard Collomb, ahora convertido en ministro del Interior por el actual presidente francés Emmanuel Macron. Esta misma fundación ya había publicado, hace 2 años, un estudio tendiente a desacreditar a los opositores políticos del sistema, tildándolos de «conspiracionistas» [10].
[1] «La campaña de la OTAN contra la libertad de expresión», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 5 de diciembre de 2016.
[2] Sobre los métodos y formas de propaganda, ver «Las técnicas de la propaganda militar moderna», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 16 de mayo de 2016.
[3] «Un equipo secreto de Facebook manipula las opiniones del público», por Shelley Kasli, Great Game India (India) , Red Voltaire, 29 de diciembre de 2017.
[4] Personalidad central del cuerpo de Inspectores de Finanzas, Jean-Pierre Jouyet fue abogado del gabinete Jeantet (vinculadísimo al fallecido presidente francés Francois Mitterrand), director adjunto del equipo de trabajo del ex primer ministro francés Lionel Jospin, secretario de Estado de Asuntos Europeos bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy, secretario general de la presidencia de República bajo el presidente Francois Hollande y mentor de Emmanuel Macron, quien después de ser electo presidente lo nombró de inmediato embajador de Francia en Londres.
[6] “How the Russia Inquiry Began: A Campaign Aide, Drinks and Talk of Political Dirt”, Sharon LaFranière, Mark Mazzetti y Matt Apuzzo, New York Times, 30 de diciembre de 2017.
[7] «Le Net et la rumeur», editorial del diario francés Le Monde(en francés), 21 de marzo de 2002.
[8] «Le conspirationnisme dans l’opinion publique française» [En español, “El conspiracionismo en la opinión pública francesa”, Rudy Reichstadt, Fondation Jean-Jaurès, 7 de enero de 2018.
[9] El Frente Nacional, cuya candidata a la elección presidencial, Marine Le Pen, disputó la presidencia a Emmanuel Macron durante la segunda vuelta de esa consulta electoral, es un partido francés clasificado como ultranacionalista y de extrema derecha. Nota del Traductor.
[10] «El Estado contra la República», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 9 de marzo de 2015.

[Estados Unidos] Movilización comunista en Brooklyn, Nueva York

Insurgente.org

Un video breve que,por razones obvias, es difícil de ver en las grandes cadenas.


[Rusia-Siria] Ejército ruso: "EE.UU. está entrenando a grupos terroristas en su base siria de Al Tanf"

RT Actualidad.

Los datos de Inteligencia indican la presencia de grupos de milicianos en esa base militar, según el jefe del Estado Mayor ruso, el general Valeri Guerásimov.
Ejército ruso: "EE.UU. está entrenando a grupos terroristas en su base siria de Al Tanf"
Hosam Katan / Reuters
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Estados Unidos está entrenando a grupos terroristas del Estado Islámico en su base militar de Al Tanf, en Siria, según declaró este miércoles el jefe del Estado Mayor ruso, el general Valeri Guerásimov, en una entrevista al periódico Komsomolskaya Pravda.
Guerásimov sostiene que, según datos de Inteligencia, en esa instalación militar ubicada en la zona fronteriza entre Siria, Irak y Jordania se encuentran y "se están entrenando de hecho" grupos de milicianos que "prácticamente pertenecen al Estado Islámico", si bien tras el entrenamiento "usan otros distintivos" y otros nombres como "el Nuevo Ejército Sirio".
Asimismo, el alto militar ruso ha informado de la presencia de estos milicianos en la zona de Al Shaddadi, donde Washington también cuenta con otra base militar. Según los datos de los que dispone el Estado Mayor ruso, en Al Shaddadi se encuentran unos 750 milicianos, y en Al Tanf alrededor de 350.
El fin de estos grupos terroristas es "desestabilizar" la situación en la región, explicó Guerásimov, que también ha destacado que en Washington dan respuestas "incomprensibles" al ser preguntados sobre el porqué del funcionamiento de la base militar de Al Tanf.

"El terrorismo en Siria existe gracias al apoyo de Occidente"

Un convoy militar de los EE. UU. se ve en la carretera principal en Raqqa, Siria, el 31 de julio de 2017. / Rodi Said / Reuters
El presidente de Siria, Bashar al Assad, aseguró la semana pasada que el terrorismo en su país existe y se ha mantenido gracias a los recursos provistos por países occidentales.
"El terrorismo no se limita al EI [...]. Tenemos que entender que cuando nos enfocamos solo en el EI, ello equivale a un intento de distraer la atención del hecho de que el terrorismo subsiste con el apoyo de Occidente. [El Frente] Al Nusra está a la cabeza de este terror", señaló.
A principios de mes, el Estado Mayor de Rusia anunció la derrota total del EI en Siria y el final del operativo antiterrorista ruso, que arrancó en septiembre del 2015. Sin embargo, horas antes del anuncio fue reportada una evacuación de terroristas de Raqa por órden de EE.UU., un ejemplo más de lo que Moscú calificacomo la ambigua relación de Occidente con los extremistas.
En lo que se refiere a la presencia militar rusa en Siria tras la derrota del Estado Islámico, el presidente ruso, Vladímir Putinautorizó el pasado 11 de diciembre la salida de una parte de las tropas de su país del país árabe. El mandatario ruso prometió que si los terroristas volvían a levantar la cabeza, serán golpeados "con ataques como aún no han visto".

[Estados Unidos] La estrategia militar de Donald Trump

Rompiendo con las de sus predecesores, la Estrategia de Seguridad Nacional del presidente Donald Trump renuncia a gobernar el mundo y traza el camino hacia la reconstrucción económica y social de Estados Unidos. Este proyecto, enteramente coherente, implica un cambio radical que su gabinete tendrá que imponer al resto de su administración.
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Bajo los mandatos de George Bush hijo y de Barack Obama, los documentos que describían la Estrategia de Seguridad Nacional partían del principio que Estados Unidos era la única superpotencia del mundo. Así que podía emprender la «guerra sin fin» del almirante Arthur Cebrowski, o sea destruir sistemáticamente toda forma de organización política en las zonas ya inestables del planeta, empezando por el «Medio Oriente ampliado» o «Gran Medio Oriente». Esos dos presidentes enunciaban en esos documentos sus proyectos para cada región del mundo. Los Mandos Combatientes Unificados [1] no tenían más que aplicar aquellas instrucciones.
La Estrategia de Seguridad Nacional de Donald Trump rompe casi por completo con aquella literatura. Aunque conserva algunos de sus elementos mitológicos, trata sobre todo de reposicionar a Estados Unidos como la República que ese país fue en 1791 –o sea, en el momento del compromiso interestadounidense representado por la adopción de la Carta de Derechos o Bill of Rights)–, en contraposición con el Imperio que pretendió ser a través de la política abiertamente imperial impuesta a partir de los hechos del 11 de septiembre de 2001.
El papel de la Casa Blanca, de su diplomacia y de sus fuerzas armadas ya no sería poner orden en el mundo sino proteger «los intereses del pueblo estadounidense».
Desde la introducción misma, Donald Trump se separa de sus predecesores denunciando las políticas de «cambio de régimen» y de «revolución democrática mundial» que adoptó Ronald Reagan y que altos funcionarios trostkistas mantuvieron con sus acciones en el seno de las posteriores administraciones estadounidenses. Trump reafirma la «realpolitik» clásica, la de Henry Kissinger, basada, por ejemplo, en la existencia de «naciones soberanas».
El lector recordará sin embargo que ciertas agencias intergubernamentales de los países denominados como los «Cinco Ojos» (Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Reino Unido), siguen bajo el control de los trotskistas, como en el caso de la National Endowment for Democracy (NED).
Donald Trump distingue 3 tipos de problemas que su país tendrá que enfrentar:
- En primer lugar, la rivalidad con Rusia y China;
- la oposición de los «Estados renegados» (Corea del Norte e Irán) en sus respectivas regiones;
- y, finalmente, el cuestionamiento del derecho internacional que representan simultáneamente los movimientos yihadistas y las organizaciones criminales transnacionales.
Aunque Trump también considera a Estados Unidos como la encarnación del Bien, contrariamente a sus predecesores el actual presidente no demoniza a sus rivales, adversarios o enemigos sino que trata de entenderlos.
Retoma entonces su eslogan de «America First» para convertirlo en su base filosófica. Históricamente, esa fórmula sigue estando asociada al respaldo al nazismo, pero ese no era su sentido original. Inicialmente se trataba más bien de romper con la política atlantista de Roosevelt: la alianza con el Imperio Británico destinada a que Washington y Londres gobernaran el mundo juntos.
El lector informado probablemente recuerda que el primer gabinete de la administración Obama incluía una desmesurada representación de la Sociedad de los Peregrinos (Pilgrims Society), que nada tiene que ver con la Sociedad Mont Pelerin. La Pilgrims Society es un club muy cerrado presidido por la reina de Inglaterra. Ese grupo de individuos se encargó de manejar el periodo posterior a la crisis financiera de 2008.
Para aplicar su política de regreso a los principios republicanos estadounidenses de 1791 y de independencia ante los intereses financieros británicos, Donald Trump plantea 4 pilares:
- La protección del pueblo estadounidense, de su patria y de su modo de vida;
- la prosperidad de Estados Unidos;
- el poderío de sus ejércitos
- y el desarrollo de su influencia.
Trump no traza por tanto su estrategia contra sus rivales, sus adversarios y sus enemigos sino en función de su ideal republicano e independentista.
Para evitar malentendidos, Trump precisa que, aunque él ve a Estados Unidos como un ejemplo para el mundo, no es posible ni conveniente imponer a los demas el modo de vida estadounidense, sobre todo teniendo en cuenta que ese modo de vida no puede considerarse como «la inevitable culminación del progreso». Trump no concibe las relaciones internacionales como el reinado de Estados Unidos sobre el mundo sino como la búsqueda de una «cooperación recíproca» con sus socios.

Los 4 pilares de la doctrina de Seguridad Nacional America First

- La protección del pueblo estadounidense supone ante todo el restablecimiento de las fronteras (terrestres, aéreas, marítimas, espaciales y ciberespaciales) que los partidarios de la globalización han venido destruyendo hasta ahora.
Las fronteras deben permitir tanto luchar contra las armas de destrucción masiva de los grupos terroristas y criminales como contener la entrada de pandemias y drogas, así como permitir la lucha contra la inmigración ilegal. Sobre las fronteras ciberespaciales, Trump observa la necesidad de imponer la seguridad de internet, priorizando en ese aspecto sectores como la seguridad nacional, la energía, los bancos, la salud, las comunicaciones y los transportes. Pero todo eso está expresado de manera bastante teórica.
Desde los tiempos del presidente Nixon, la lucha contra la droga era selectiva y su objetivo no era secar los flujos sino orientarlos hacia determinadas minorías étnicas. Pero Trump responde a una nueva necesidad. Consciente de que bajo la administración Obama hubo un derrumbe de la esperanza de vida sólo entre los hombres blancos, del estado de desesperación que eso provocó y de la subsiguiente pandemia del uso de opioides, Trump considera la lucha contra los cárteles de la droga como una cuestión de supervivencia nacional para Estados Unidos.
Al abordar la lucha contra el terrorismo, no está claro si, luego de la destrucción del Emirato Islámico (Daesh), Trump se refiere sólo a «lobos solitarios» que aún prosiguen el combate después de la derrota final, como los grupos Waffen SS después de la caída del Reich, o al mantenimiento del dispositivo británico del yihadismo. De referirse a esto último, se trataría de un importante retroceso en relación con las declaraciones de intención que emitió durante su campaña presidencial y los primeros meses de su mandato. Convendría entonces aclarar cómo han evolucionado las relaciones entre Washington y Londres y las consecuencias de ese cambio en la gestión de la OTAN.
En todo caso, es de notar la presencia en el texto de una extraña frase según la cual: «Estados Unidos trabajará con sus aliados y socios para disuadir y perturbar otros grupos que amenazan la patria –incluyendo grupos apadrinados por Irán, como el Hezbollah libanés».
Para todas las acciones antiterroristas, Trump se plantea la necesidad de establecer alianzas provisionales con otras potencias, incluyendo a Rusia y China.
Finalmente, sobre la capacidad de Estados Unidos para seguir existiendo, Trump avala el programa de «Continuidad del Gobierno», a pesar de que fue precisamente ese sistema el beneficiario del golpe de Estado invisible que tuvo lugar en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. Pero plantea que una ciudadanía comprometida e informada es la razón de ser de ese sistema, con lo cual parece excluir la repetición de ese tipo de hechos.
- Sobre la prosperidad de Estados Unidos, condición para el desarrollo de sus capacidades en materia de defensa, Trump es un ferviente defensor del «American Dream» o “sueño americano”), del «Estado mínimo» (minarquismo) y de la teoría del «trickle-down» de arriba hacia abajo [2]. Trump concibe por tanto una economía que no se basa en la financiarización sino en el libre intercambio. Echando abajo la idea comúnmente admitida de que el libre intercambio fue un instrumento del imperialismo anglosajón, Trump afirma que este sólo acaba resultando equitativo para los primeros actores si los nuevos actores aceptan sus reglas y plantea que varios Estados –entre ellos China– se benefician con ese sistema sin haber tenido nunca intenciones de adoptar sus valores.
Es en base a esa premisa –no al análisis que plantea la aparición de una clase transnacional de súper-ricos– que Donald Trump denuncia los acuerdos comerciales multilaterales.
Trump anuncia después la desregulación de todos los sectores donde la intervención del Estado no es necesaria y planifica paralelamente la lucha contra todas las intervenciones de los Estados extranjeros y de sus empresas nacionalizadas que puedan falsear los intercambios equitativos con Estados Unidos.
Donald Trump pretende desarrollar la investigación teórica y sus aplicaciones técnicas, así como respaldar la invención y la innovación. Prevé para ello la creación de condiciones particulares y ventajosas para la inmigración, condiciones destinadas a organizar la «fuga de cerebros» hacia Estados Unidos. Considera además el know how adquirido no como un medio de cobrar una especie de “peaje” a la economía mundial a través de las patentes sino como el motor de la economía estadounidense y planea la creación de un sistema de seguridad nacional destinado a censar y proteger esas técnicas para conservar la ventaja que estas puedan representar para Estados Unidos.
Al abordar el acceso a las fuentes de energía, Trump observa que Estados Unidos es, por primera vez, autosuficiente y emite una advertencia en contra de las políticas emprendidas en nombre de la lucha contra el cambio climático y que implican limitar el uso de energía. Trump no aborda en este documento la financiarización de la ecología pero claramente deposita una piedra en el jardín de Francia, promotora de la «finanza verde». Replanteando ese tema en un marco más general, afirma que Estados Unidos apoyará a los Estados víctimas de chantajes vinculados al aprovisionamiento energético.
- Afirmando que Estados Unidos ha dejado de ser la única superpotencia pero que sigue siendo la potencia dominante, Trump plantea como objetivo central de seguridad mantener esa preeminencia militar, según el principio romano que aconseja Si vis pacem, para bellum, o sea “Si quieres paz, prepárate para la guerra”.
Observa primeramente que «China trata de excluir a Estados Unidos de la región indo-pacífica, de extender el alcance de su modelo económico dirigido por el Estado y de reorganizar la región de manera ventajosa para ella». Según Trump, Pekín está tratando de dotarse de las segundas capacidades militares a nivel mundial –bajo la autoridad del general Xi Jinping– basándose en el conocimiento y la experiencia acumulados por Estados Unidos.
Por su parte, «Rusia trata de recuperar su estatus de gran potencia y de establecer esferas de influencia en sus fronteras». Para ello, «trata de debilitar la influencia de Estados Unidos en el mundo y de separarlo [a Estados Unidos] de sus aliados y socios. [Rusia] percibe a la OTAN y la Unión Europea como amenazas».
Es este el primer análisis de los objetivos y medios de los rivales de Estados Unidos. Diferenciándose en ello de la «doctrina Wolfowitz», la Casa Blanca ya no considera a la Unión Europea como un competidor sino como la rama civil de la OTAN. Rompiendo con la estrategia de George Bush padre y Bill Clinton de sabotaje económico contra la Unión Europea, Donald Trump plantea la posibilidad de cooperar con los rivales –que ahora son Rusia y China– pero únicamente «en posición de fuerza».
El periodo actual es testigo de un retorno de la competencia en el terreno militar, competencia que ahora cuenta 3 contrincantes. Conociendo la tendencia de los militares a prepararse para la guerra anterior, en vez de tratar de imaginar cómo será la próxima, es conveniente replantear a fondo la organización y el equipamiento de los ejércitos, teniendo en mente que los rivales van a posicionarse en los sectores que ellos mismos han de seleccionar. Es interesante observar que no es en ese capítulo donde Donald Trump menciona el talón de Aquiles del Pentágono sino mucho antes. Lo hace en la introducción, en un momento en que el lector se encuentra absorto en consideraciones filosóficas, espacio donde Trump menciona nuevas armas rusas, refiriéndose específicamente a la capacidad de ese armamento para inhabilitar los sistemas de mando y controles de la OTAN.
El Pentágono tiene que renovar su arsenal, tanto en cantidad como en el plano cualitativo. Tiene que renunciar a la ilusión de que su superioridad tecnológica (que en realidad Rusia ha sobrepasado) podría servirle para compensar su inferioridad en cantidad de efectivos. Sigue entonces un largo estudio de los diferentes tipos de armamento, incluido el nuclear, que habría que modernizar.
Donald Trump pretender invertir el funcionamiento actual de la industria militar estadounidense. Esa industria se dedica actualmente a vender sus productos al Estado federal, pero Trump quiere que sea el Estado federal quien haga sus pedidos y que los industriales respondan a sus nuevas necesidades. Se sabe que la industria militar carece hoy de los ingenieros que necesita para realizar nuevos proyectos. El fracaso del avión de guerra F-35 es el ejemplo más flagrante de esa carencia. El cambio que el actual presidente desea supone por tanto la organización previa de la «fuga de cerebros» hacia Estados Unidos que el propio Trump menciona en otra parte del documento.
En el sector de la inteligencia, Trump adopta las teorías de su ex consejero de seguridad nacional, el general Michael Flynn. Trump quiere reposicionar no sólo la Defense Intelligence Agency (DIA) [3] sino toda la «comunidad de inteligencia». El objetivo ya no es localizar en cualquier momento a tal o más cuál jefe terrorista sino ser capaz de prever la evolución estratégica de cada rival, adversario y enemigo. Se trata de renunciar a la obsesión del GPS y de complicados artefactos high tech para volver al trabajo de análisis.
Trump considera además el Departamento de Estado como una herramienta que debe permitir crear un entorno positivo para su país, incluso al tratar con sus rivales. La diplomacia estadounidense dejaría de servir de agente al servicio de los intereses de las transnacionales –como lo fue bajo las administraciones de Bush padre y de Bill Clinton– o de ejercer el papel de “administrador” a nombre del Imperio que había adoptado bajo las administraciones de Bush hijo y de Barack Obama. Y los diplomáticos estadounidenses tendrían que adquirir nuevamente la sutileza política que exige la verdadera labor diplomática.
- El capítulo dedicado a la influencia de Estados Unidosrefleja de forma explícita el fin de la «globalización» del «American Way of Life». Estados Unidos ya no buscaría imponer sus propios valores a los demás sino que trataría a todos los pueblos según el principio de igualdad y reconocería la actitud de los que respetan el estado de derecho.
Para estimular a los países que quieren convertirse en socios pero que tienen inversiones bajo dirección estatal, Trump prevé ofrecerles alternativas que les faciliten la realización de reformas en sus economías.
En cuanto a las organizaciones intergubernamentales, Trump anuncia que rechazará la cesión del menor espacio de soberanía si este debe compartirse con países que cuestionan los principios constitucionales estadounidenses, lo cual es una alusión directa a la Corte Penal Internacional. Pero no menciona la extraterritorialidad de la justicia estadounidense, que viola los principios constitucionales de otros países.
Para terminar, retomando la larga tradición derivada del compromiso de 1791, Trump afirma que Estados Unidos seguirá prestando ayuda a quienes luchan por la dignidad humana o por la libertad religiosa –que no debe confundirse con la libertad de conciencia.

La aplicación está por definir

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La Estrategia de Seguridad Nacional de Donald Trump plantea principios totalmente nuevos para restaurar la economía y defender el país.
National Security Strategy of the United States, White House, 18 de diciembre de 2017. 2Mo, 68 p.
Sólo después de esa larga exposición, Donald Trump aborda la aplicación regional de su doctrina. En este aspecto no se anuncia ninguna novedad, sólo una alianza con Australia, la India y Japón para contener a China y luchar contra Corea del Norte.
Menciona, cuando más, dos nuevos enfoques sobre el Medio Oriente. La cuestión del Emirato Islámico (Daesh) ha mostrado que el principal problema no es la cuestión israelí sino la ideología yihadista. Y lo que Washington reprocha a Irán es perpetuar el ciclo de violencia al rechazar la negociación.
El lector de la Estrategia de Seguridad de Nacional de Trump entenderá por defecto que el Pentágono tiene que abandonar el proyecto del almirante Arthur Cebrowski, proyecto que Donald Rumsfeld impuso el 11 de septiembre de 2001. Se acabó la «guerra sin fin». La tensión ya no debería extenderse por todo el mundo sino que debería disminuir incluso en el Medio Oriente ampliado.
La doctrina de seguridad nacional de Donald Trump es un cuerpo de una construcción bien cuidada, tanto en el plano histórico –se percibe la influencia del general James Mattis– como en el plano filosófico –siguiendo al ex consejero especial Steve Bannon. Esta doctrina se basa en un riguroso análisis de los desafíos que se presentan al poderío estadounidense –conforme a los trabajos del general H. R. McMaster. Avala los cortes presupuestarios en el Departamento de Estado –realizados por Rex Tillerson. Contrariamente al karma que los medios estadounidenses se empeñan en repetir incansablemente, la administración Trump ha logrado hacer un trabajo de síntesis coherente separándose por completo de los enfoques anteriores.
Pero la ausencia de estrategia regional explícita es muestra de la gran envergadura de los cambios ya iniciados. Nada dice que los jefes militares aplicarán en sus respectivos ámbitos esta nueva filosofía. Sobre todo cuando aún puede observarse, como sucedió hace sólo días atrás, que se mantiene la complicidad entre las fuerzas militares de Estados Unidos y los yihadistas en Siria.
[1] Los “Mandos Combatientes Unificados” (Unified Combatant Command) son los mandos interarmas de las fuerzas armadas estadounidenses. Seis de ellos, los más conocidos, son los mandos regionales a cargo de las tropas estadounidenses desplegadas en las diferentes zonas geográficas y de las operaciones militares que Estados Unidos allí realiza: CentCom (Medio Oriente, Asia Central y sur de Asia), EuCom (Europa), PaCom (Océano Pacífico), NorthCom (conocido en Latinoamérica como “Comando Norte”, abarca Estados Unidos y Norteamérica, incluyendo Alaska, Canadá, México y Cuba), SouthCom (conocido en Latinoamérica como “Comando Sur”, abarca Centroamérica, Sudamérica y el Caribe, exceptuando Cuba) y AfriCom (África). Los otros 3 “Mandos Combatientes Unificados –SoCom (Operaciones Especiales), StratCom (Armamento Estratégico y Nuclear) y TransCom (Transporte)– se encargan de garantizar el funcionamiento operacional y logístico de las tropas que Estados Unidos mantiene en todas las áreas geográficas. Nota de la Red Voltaire.
[2] Según la teoría del «trickle-down», los ingresos de los individuos más adinerados acaban reinyectándose por diferentes vías en la economía de la sociedad, lo cual implicaría que las clases más desfavorecidas también acaban beneficiándose con los enormes ingresos de los más acaudalados. O sea, como el agua que pudiera acumularse en lo alto de una montaña, la riqueza siempre acabaría corriendo hacia abajo. Nota de la Red Voltaire.
[3] La DIA es la agencia de inteligencia del Departamento de Defensa. Nota de la Red Voltaire.
 

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