Por Ricardo Telléz.
En un texto enviado a Semana, Ricardo Téllez, más conocido como Rodrigo Granda, del Estado Mayor de las Farc, compara el proceso de paz con un partido de fútbol. Esta es su reflexión.
Ha sido una ilusión por muchos años, ver a la Selección Nacional de Fútbol en la final de un Mundial. Imaginar que para llegar a esa instancia tuvimos que perder muchos partidos, tuvimos muchos lesionados, bajas e incluso -durante décadas- ni si quiera clasificamos al certamen internacional. Pero viva está la ilusión de ver algún día a Falcao, James, Cuadrado y todos los muchachos alzando el trofeo, como si sus brazos interpretaran el anhelo de todo un país. Así mismo ocurre con la paz.
Hemos clasificado a la final de la paz, no es hora de hacer chambonadas. Hay que concentrarse para que el partido sea perfecto. Tenemos que cruzar la media cancha, cumplir con el plan estratégico para que el árbitro no nos saque la tarjeta. Esquivar en defensa la Corte Constitucional y al fiscal general de la Nación. Ellos de bobos no tienen nada. Hacen conscientemente todo lo que pueden para impedir el triunfo de la paz, o sea, hacer un autogol contra el país. Claro que si en el área chica, alguien comete una falta, debemos aprovechar el penal. Mirar de frente a ese portero apátrida, que de tanto odio, odia a su propio país. Ese arquero, que habla mal de Colombia por todas partes, estira los brazos a las armas y si no para el remate del balón, es capaz de explotar de rabia, viendo un estadio lleno de payasos que solo habitan en su imaginación.
Si nos hacen un gol, si no se cumple el acuerdo, la barra debe ponerse la camiseta. Los hinchas de la paz deberán salir a las calles y alentar porque ganemos este partido. No debemos quedarnos mudos ante el árbitro, debemos exigirle que se cumplan las reglas del juego. Las garantías de seguridad física y socioeconómica, son para que mañana festejemos la paz en paz, sin la amenaza de que el rival nos dé una estocada fratricida, sin que un mal perdedor, un guerrerista, nos quiera aguar una fiesta que es de todos los colombianos.
A este partido hemos llegado luego de mucho sufrimiento, nosotros también cometimos faltas, pero nos hemos puesto una camiseta blanca, hemos pedido perdón, reconocimos nuestras responsabilidades y establecimos el compromiso de que, así como “la pelota no se mancha”, la paz tampoco se debe volver a manchar. ¡Viva el fútbol! ¡Viva Colombia! ¡Que viva la paz!
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