“Esta Fiscalía está a reventar, la gente
enferma, angustiada, algunos renunciando a pesar de la necesidad de un trabajo.
Esta administración es una pesadilla”. Así dice el mensaje de un funcionario a
las órdenes de Néstor Humberto Martínez Neira.
Las graves denuncias del senador Benedetti
ponen en evidencia el papel de encubridor del actual fiscal general y su ánimo
de lucro en cada proceso que tiene que ver con la corrupción alrededor de
Odebrecht, descubierta por la DEA.
Aunque
es claro el tono de venganza de Benedetti, por tener un pie en la cárcel por
cuenta de la compulsa de copias ante la Corte Suprema de Justicia para que lo
investigue por supuestamente recibir comisiones de éxito de Odebrecht por sus
maniobras en el Congreso para favorecer a esta multinacional del crimen,
también se puede interpretar como una posible vendetta, como la
que se destapó con las denuncias sobre corrupción en el Sena, ahogando en la
podredumbre al Gobierno.
Con anterioridad Jorge Enrique Robledo, un
senador sin tacha, denunció y fue matoneado por el fiscal general, pero, ante
la contundencia de las pruebas que involucran a Néstor Humberto Martínez con los
irregulares contratos de Asociación Pública-Privada de Navelena y la Ruta del
Sol II, tuvo que desistir ante la propia Corte Suprema de Justicia y reconocer
que el senador Robledo estaba en lo cierto.
El fiscal general encubre a un pez gordo. ¿Por qué en
el proceso que cursa contra José Elías Melo aún no se certifica si sus correos
electrónicos institucionales, como presidente de Corficolombiana entre el año
2009 y 2014, fueron desaparecidos? ¿Por qué no se investiga el informe de
auditoría interna del Grupo Aval, suministrado este año a las calificadoras de
riesgo internacional Fitchratings y Standard & Poor´s, donde se hace
mención a estos correos de Melo? ¿Por qué no se menciona que el vicepresidente
de sistemas y operaciones de Corficolombiana era el sobrino de Melo y que tiene
que responder por tan cruciales correos?
Pero para darles de qué comer
a sus onerosos defensores y casquillo a sus detractores, el fiscal general
combina las formas de lucha, como lo describe Pascual Gaviria (http://tinyurl.com/y882uns4), encarcelando a opositores
de su jefe político Germán Vargas Lleras. Cabe recordar que hasta Robespierre
también terminó en la guillotina, y eso que él sí era incorruptible.
@jrobertoacosta1; jrobertoacostaopinion@gmail.com
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