Una de los viajeros, Gabriel Ángel, cuenta detalles de una experiencia inédita para unos guerrilleros que llevaban 40 años en la selva y el sentido del Foro
Por: Gabriel Ángel
Viajar a Oslo desde Bogotá lleva trece horas en jet. Son más de 8.000 kilómetros cruzando el Atlántico a más de treinta mil pies de altura. Comenté a Victoria Sandino, quien viajaba a mi lado, que nosotros cumplíamos una jornada que a otros hombres, siglos atrás, les representó un reto de proporciones históricas, Colón, Magallanes, Francis Drake.
Los tiempos cambian. Hago parte de una delegación de las FARC-EP que viajó a Escandinavia, invitada formalmente por el gobierno de Noruega, con la aprobación de su par colombiano. El Reino de Noruega fungió como país garante del proceso de paz que terminó con el Acuerdo Definitivo de noviembre pasado. Durante más de cinco años, al lado de la República de Cuba, permaneció perseverante en la Mesa de Conversaciones de La Habana, y hay que decir, en honor a la verdad, que su presencia e influencia resultó definitiva para el logro final.
Sobre todo por una verdad que nadie que tenga la cabeza en su lugar puede poner en duda. Noruega parecía llamada a representar en los diálogos el papel de aliada del gobierno del Presidente Santos, en la medida en que es un país capitalista desarrollado y miembro de la OTAN. Cualquiera podría decir a su vez, que el carácter socialista de la revolución cubana la llamaba por naturaleza a ser nuestra aliada en la Mesa. Al final tenemos completamente claro que ninguno de los dos países garantes significó lo que a primera vista parecería de lógica elemental.
Su compromiso real estuvo en prestar el máximo de colaboración y apoyo para que los diálogos fueran posibles, al tiempo que insistir denodadamente, aún en los momentos más difíciles, para que ninguna de las partes fuera a pararse de la Mesa. Ello implicó una enorme responsabilidad con la paz de nuestro país, una imparcialidad a prueba de todo, una motivación de naturaleza muy superior a cualquier interés inmediato.
Ahora que los Acuerdos son un hecho, y que lo prioritario es trabajar en su implementación y cumplimiento, el gobierno de Noruega vuelve a demostrar una generosidad conmovedora. Nos comentaba el canciller Brende en la reunión del día martes, que su deseo era que el canciller cubano, Bruno Rodríguez, también hubiera estado presente en Oslo. Desafortunadamente su agenda le hizo imposible asistir. Noruega quería que los dos países garantes mostrarán al mundo, su voluntad de que su trabajo de tantos años no vaya a terminar frustrado de algún modo.
La paz de Colombia, contrariamente a lo esgrimido por sectores internos de ultraderecha, es un suceso de importancia mundial, en el que se hallan empeñados gobiernos y organizaciones del mundo entero. Lo prueba la invitación de Noruega a las FARC para que asistiera al Oslo Forum, una reunión de carácter internacional que se ocupa de tirar línea en torno a cómo hallar una forma civilizada y pacífica de solucionar y evitar conflictos armados en el mundo de hoy. A ella acuden personalidades de innumerables países con el exclusivo fin de hablar acerca de cómo poner fin a la guerra y a las imposiciones unilaterales que terminan por generarla.
El Acuerdo de Paz firmado en Colombia es un ejemplo para el universo. El estudio de sus particularidades y enseñanzas ocupa la atención de las mentes más pensantes de los cinco continentes. Los colombianos quizás no alcanzamos a valorar la dimensión de lo conseguido en nuestro país con la solución política a nuestro largo conflicto bélico. Eventos como el de Noruega contribuyen sin duda a hacer conciencia de ello. Por encima de los ataques bajos y pendencieros de quienes se empeñan en mantener viva la llama del odio y la violencia.
Esta vez, por ejemplo, escribo en Oslo, al filo de la medianoche del martes. Apenas estamos en el primer día del Oslo Forum, faltando su parte relacionada específicamente con Colombia, que se llevará a cabo el miércoles. Y quedando pendiente el Foro Abierto sobre nuestro país, que tendrá lugar el día jueves, por iniciativa de la Cancillería colombiana. Me resulta imposible por tanto un análisis más completo sobre los días pasados aquí.
Quisiera comentar, que esta tarde John Kerry se acercó amablemente a saludar a algunos miembros de nuestra delegación, expresando su voluntad de ayudar cuanto le sea posible para el éxito de nuestro proceso de paz. Fue solo uno de los valiosos encuentros del primer día. Ya habrá oportunidad de hablar de todo eso.
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