JUAN MANUEL CHARRY URUEÑA - Revista semana | 2017/05/10
Población urbana y católica. Mayor número de ecosistemas. Alta concentración de riqueza. Alta tasa de homicidios. Democracia imperfecta. Corrupción. Diversos dilemas de nuestro país.
A nivel mundial, somos el 0,65% de la población global. Producimos el 0,51% del PIB mundial. Tenemos 0,22% de la superficie de la tierra, el mayor número de ecosistemas, la mayor cantidad de especies de aves. En América, somos el cuarto país en población y el séptimo en tamaño.
Somos el tercer país en cantidad de agua dulce; 26 en tamaño; 28 en población; 30 en PIB; 32 en reservas petroleras; 57 en el índice de democracia; 61 en competitividad; 90 en lucha contra corrupción; 95 en el índice de desarrollo humano. Además, estamos entre los 21 países con más altas tasas de homicidio y entre los quince últimos en distribución de la riqueza. Así las cosas, se diría que nos matamos por diferencias económicas, pocos tienen mucho y muchos tienen poco o nada, entonces la vida digna se trunca para grandes sectores. La situación empeora cuando la democracia es limitada y la corrupción corroe el Estado.
Somos una población mayoritariamente urbana, católica, que envejece paulatinamente, con una minoría negra y una exigua indígena. Más de 49 millones de personas. 4,9 millones de negros y 1,4 millones de indígenas. El 76% vivimos en centros urbanos; el 74% son católicos; el 50,8% son mujeres; el 6,31% son mayores de 65 años.
Estamos en un territorio especialmente biodiverso, 1’141.748 km2 de área continental, 928.660 km2 de área marina. El territorio tiene el mayor número de ecosistemas del mundo: selvas, sabanas, bosques, páramos, ríos, costas, arrecifes, ciénagas y manglares. También, tiene el mayor número de especies de mariposas diurnas (3.500). Es el país más rico en aves, 1.870 especies, y tiene el mayor número de especies en colibríes. Reservas probadas de petróleo de 2.445 millones de barriles, con tendencia a aumentar. Se trata de inmensas riquezas naturales, pero nos concentramos en ciudades, ajenos e ignorantes de la diversidad del territorio, como si las colonizaciones anteriores hubieran sido parciales e insuficientes.
Tenemos problemas de pobreza, baja calidad de vida y concentración de riqueza. El PIB de 2016 ascendería a USD $381.822 millones, el cuarto en América Latina. Pero, la distribución de la riqueza (Gini 0,53) indica que el 1% posee el 40%. Si bien, siempre han existido diferencias, a medida que la sociedad se educa está menos dispuesta a tolerar las grandes concentraciones de riqueza, más cuando provienen de privilegios estatales y favores oficiales, que no exigen trabajo arduo ni inventiva.
Hay violencia. Es cierto que para 2016 la tasa descendió a 24,4 por cada cien mil habitantes, un logro si se tiene en cuenta que América Latina es el continente más violento del planeta, pero muy lejos de la tasa media de los países de OCDE de 8 por cada cien mil.
La democracia es limitada. Han sido muchos e infructuosos los intentos por mejorar la democracia, reformas jurídicas, electorales, financiaciones, etc. Ante un sistema presidencial acentuado, convendría volver a considerar la fórmula federal y el sistema parlamentario.
Dentro de las 500 mejores universidades del mundo del Academic Ranking of World Universities, no aparece ninguna de Colombia. Y la tasa neta de migración es negativa superior a diez mil personas al año. No se trata de la profesionalización de la mano de obra, sino también de la investigación y la invención, de forma que la educación sea competitiva a nivel global y no obligue a las personas a migrar en busca de mejores oportunidades.
Las soluciones y prioridades parecen claras: Primero, mejorar la distribución de la riqueza y lograr una democracia más inclusiva, con ello se reduciría la violencia, se mejoraría el desarrollo humano y la competitividad. Segundo, apropiarnos de territorio, conservar la biodiversidad, incentivar las actividades agrícolas y explotar el área marina, pues estamos concentrados en las urbes, de espaldas a los mares, ignorando un territorio rico y variado. Tercero, mejorar la educación y luchar efectivamente contra la corrupción, de suerte que aprendamos a manejar el territorio con un Estado eficiente.
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