Allende La Paz, Cambio Total.
La sangre ha corrido hacia los campos y ciudades cual si
tuviéramos abiertas nuestras venas.
A través de esas venas se escapa el soplo de vida. Ese soplo que nos lleva a realizar actos hermosos,
humanitarios, y desafortunadamente a actos dantescos.
Actos como decretar la guerra,
contando con enorme presupuesto, armas, aviación, armas biológicas y químicas,
suponiedo que aplastarán como cucarachas a las personas objeto de su odio o de
su experimento.
Ese soplo de vida que
corre por nuestras venas nos da el arresto suficiente para enfrentar todas las
injusticias del mundo.
Por ello 48 campesinos enfrentaron decididamente la
declaratoria de Guerra del estado colombiano en 1964. Ese soplo de vida fue convirtiendo en miles esos 48.
Hoy esos campesinos son
médicos, agrónomos, abogados, poetas, caricaturistas, radistas, locutores y
periodistas, y algunos que la mezquindad del estado les negó la posibilidad de
estudiar son excelentes cultivadores del campo y del amor.
Están llenos de amor.
Por ello han perdonado a los que los agredieron y los arrojaron al pozo sin fin
de la guerra. Y esperan reciprocidad del estado y toda la sociedad porque todos
somos victimarios y víctimas al mismo tiempo.
No se perdona cuando en
todo momento y a toda hora se hurga en la herida propia y se le enrostra a los
que produjeron esa herida ser el causante de todas las desgracias nuestras
cuando en realidad la culpa de nuestras desgracias somos nosotros mismos.
Quiero tener las manos
manchadas de Paz, como dice el periodista-documentalista vasco Unai Aranzadi.
Esa es una tinta que no mancha. No es como la mancha de sangre. Mas para quitar
la mancha de sangre es necesario mancharnos de Paz.
Realizemos actos de
reconciliación, perdón y de paz.
Votemos SÍ al plebiscito
este domingo. Entre las miles de miles de razones de votar SÍ por la Paz, está
que será el futuro luminoso de nuestros hijos, nietos, abuelos, de nuestra
humanidad.
Publicar un comentario