Es de valientes luchar por la Paz
Hernando Vanegas Toloza.
Es de valientes luchar por lo que más se quiere. Un hombre o una mujer luchan con todas sus fuerzas
para sacar adelante a sus hijos, su familia, su país. Esa lucha no contempla la
imposibilidad de lograr la meta. Siempre y en cada una de sus acciones está
contemplada la meta, la felicidad de los suyos. Y la adelanta con alegría, con
inmensa alegría.
Es la misma alegría que
está inundando los campos y las calles de las ciudades de Colombia. Esos campos
y calles que los victimarios, sin saberlo, estaban abonando con la sangre de
más de 1 millón de colombianos. Víctimas de una guerra que nos implantaron
desde arriba, desde los más oscuros sitios del poder desde antes de 1948 cuando
asesinaron a Jorge Eliécer Gaitán, y se remonta a 1928 con la masacre de las
Bananeras.
Colombia está plena de
actos de violencia contra el pueblo. Más recientemente el ataque a Marquetalia
fue uno de ellos (1964). 48 campesinos que se vieron obligados a defenderse con
las poquitas armas que tenían para enfrentar una ponderosa máquina de guerra de
16.000 soldados, la aviación y armas biológicas. Increíblemente, esos
campesinos resistieron con alegría, con la alegría de alcanzar la Paz y por
ello en su primer pronunciamiento llamaban a construirla.
Hoy esos 48 campesinos
son miles de guerrilleros que conforman un ejército irregular que hace
presencia en todo el territorio nacional. Guerrilleros que se sienten
triunfantes a pesar de que los herederos de los que decretaron la Guerra digan
que los derrotaron. Ja. Esos que no quieren ver la realidad ésta se les muestra
como es.
Esos guerrilleros los
obligaron, a golpes de fusil, a sentarse a la Mesa de La Habana, a no poder
levantarse sin conseguir un acuerdo (ellos estaban acostumbrados a patear la
Mesa cuando no podían con el adversario) y a firmar un Cese Bilateral de
Fuegos, primero, y después el Acuerdo Final para la terminación del Conflicto
Armado, la guerra fratricida. Viene ahora la ratificación del Acuerdo Final y
su implementación, la cual tomará 10-20 años. Esta firma del Acuerdo Final es
muestra que en el Conflicto no ha habido ni vencedores, ni vencidos, solo queda
para la historia la hermosa construcción de la Paz con Justicia Social.
Es necesario resaltar
que el Acuerdo Final conllevará una serie de transformaciones a nivel del
campo, de las cuestiones de género, y a nivel social y laboral para los
campesinos y los pobres de Colombia, es decir, a nivel de toda la sociedad. De
cumplir el gobierno los compromisos, sería apenas un pago de la enorme deuda
que el Estado oligárquico-terrateniente-ganadero-narcotraficante le está
debiendo al pueblo colombiano en las dimensiones políticas, sociales,
económicas, culturales, y, hay que decirlo, las FARC-EP los está obligando a
hacerlo. El Acuerdo Final no es la Paz, es apenas el comienzo de la
construcción de ella, y, desde luego, tampoco es la Revolución. No faltaba más.
Las FARC-EP, la
guerrillerada, están supremamente contentos con lo logrado y ello se visibiliza
en que cada noche hubo una presentación de artistas nacionales como ayer lo
hacían en sus campamentos de guerra en la Hora Cultural. Es real y apenas
lógico que haya incertidumbres sobre el futuro, pero esa
es la apuesta de las FARC-EP. Ante
las incertidumbres anteponen el valor de la lucha. Ellos, que todos los
días enfrentaban –con los fusiles en la mano- la incertidumbre que toda guerra
produce, ahora enfrentarán, como valientes que son, la incertidumbre de su
transformación en Partido Político, el cual tiene la inmensa tarea de llevar su
mensaje transformador a todos los rincones pobres de Colombia.
Sentimos en la distancia una honda satisfacción como
colombianos. Las FARC-EP y el gobierno nacional han rubricado una de las
páginas mas hermosas de la transformación de la vida nacional. Página que significa preservar, defender, el primer y
fundamental derecho humano, el derecho a la vida. Ya no
caerán más colombianos pobres en la guerra fratricida recetada por la élite en
el poder y por el imperio estadounidense. A éste le solicitamos comedidamente realizar actos de
Paz en Colombia. Ya cesado el Conflicto Armado –en el cual siempre ha estado su
mano siniestra- deberían cesar todas sus consecuencias. El más grandioso acto
de Paz que puede realizar el gobierno de los Estados Unidos sería la
repatriación de los guerrilleros de las FARC-EP, Simón Trinidad y Sonia,
injustamente extraditados por un gobierno (el de Uribe Vélez) que no creía –ni
cree- en su propia justicia burguesa.
Los dolores provocados por la guerra nos ha tocado a todos.
De una u otra manera. En mayor o menor proporción. Por ello insistimos en la imperiosa necesidad de adelantar la más
profunda reconciliación entre los colombianos. Nostros mismos hemos sido
víctimas, mas a pesar de ello aquí está nuestra mano tendida para lograr que el
sacrificio de nuestras familias y los nuestros propios no hayan sido en vano.
Debemos perdonarnos entre todos y entre todos adelantar el más grande homenaje
a nuestros familiares caídos en la guerra, reconciliarnos. Decir NO más muertos. NO más desaparecidos forzosos,
NO más ejecutados extrajudicialmente, NO más masacres, NO más desplazados
forzosos, no más secuestrados, en fin, NO más violencia ni desde el Estado
contra los pobres, ni como respuesta desde las organizaciones populares hacia
los que detentan el poder y sus aparatos represivos.
En estos momentos
tenemos que mostrar la grandeza de nuestras almas. No es
posible vivir en un país en donde el odio y la sed de venganza se enseñoreen en
la vida nacional. 60 años de dolor no bastan? Un millón de víctimas mortales no
son suficientes para saciar la sed de sangre inocente? 7,5 millones de víctimas no mortales no satisfacen sus
deseos de sangre? Cuántas lágrimas han derramado las víctimas y
sus familiares? Evitemos más
dolores.
Felicitamos desde la Asociación
Jaime Pardo Leal –AJPL- a las partes por el Acuerdo Final logrado, al gobierno
de Juan Manuel Santos y a las FARC-EP. Se han abierto anchos caminos de
felicidad y paz para nuestro pueblo. Transitémoslos en lucha por la Paz.
Agradecemos a nuestros
amigos su presencia en esta fiesta, a todos los latinoamericanos, a los
Salvadoreños, Chilenos, Ecuatorianos, Peruanos, Nicaragüenses, y también,
naturalmente, a los suecos, todos ellos que nos han acompañado en éstos duros
días de exilio forzoso.
Los invitamos a un
brindis por la Paz.
Viva la Paz! Viva
Colombia!
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