Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo.
La democracia burguesa es una democracia de clase que
siempre se ejercita en favor de las clases en el poder. La ”democracia” para las clases populares nunca es
plena y siempre es recortada y en espacios estrechos, en la mayoría de los
casos re-estrechos. La democracia va siendo excluyente cuando ella va siendo
recortada para los sectores populares por parte de las élites en el poder.
En Colombia, en 1964
tuvimos un caso que ejemplariza lo anterior. Se lanzó un ataque contra 48
campesinos -48 por favor!- con 16.000 soldados, utilizando aviación y
bombardeando, además de la utilización de la peste negra, un arma biológica.
Allí se desencadenó una guerra
que derivó en “guerra sucia” (aproximadamente años 80) por parte de las fuerzas
militares cuando en contubernio impúdico se aliaron con las bandas de
narcotraficantes y fundaron los narco-paramilitares, pasando a formar las fuerzas
militares-narcoparamilitares.
Claro que muchos analistas
preconizan que no hay guerra “limpia”, pues uno de los principios es el uso de
estratagemas y astucias para baancear el equilibrio de fuerzas hacia el lado
propio, ni siquiera la “guerra de los detergentes” porque siempre el agua sale
sucia.
Cuando pensábamos que
comenzábamos a transistar el comienzo del camino de la construcción del Acuerdo
de Paz entre las FARC-EP y el Gobierno en representación de todo el estado, se
atraviesan como “vacas muertas” sectores trogloditas que no quieren ni siquiera
abrir portillos, o pórticos, por donde comiencen a ejercer sus derechos
democráticos los sectores excluídos desde 1964.
La negativa del Congreso
a las Circunscripciones de Paz para las zonas afectadas por el conflicto
interno o guerra interna es una sumatoria de incumplimientos y de “meterle mano” y robos al Acuerdo de Paz firmado que muestran en realidad que en un sector de la élite
en el poder siguen ejerciendo el poder de forma criminal y excluyente contra el
pueblo colombiano.
La mafia empotrada en el
Congreso, en las Cortes, en el Ejecutivo, muestra que la corrupción ha dados
pasos gigantescos hacia el apoderamineto total del estado, en contra del sector
político “honesto” que aún pretende manejar el estado con cierta transparencia.
Evidentemente que la
respuesta popular no será la misma corrupción, sino precisamente la
erradicación de ésta de la vida nacional. El poder político en los momentos
actuales no nace del pueblo, sino de las mafias empresariales, de sus corruptos
actos criminales (Reficar, CoopSalud, Odebrecht y los que se van incubando a
nivel nacional y en la alcadía de Peñaloza, etc, etc), los cuales tartan de
cerrar cualquier espacio por los cuales el pueblo pueda manifestar su voluntad.
Tenemos entonces que
romper esos estrechos espacios democráticos, ampliar las estrechas rajaduras
del decrépito edificio estatal, a fin de ir creando amplios espacios y alamedas
por donde se manifieste el pueblo en su conjunto.
Si hemos padecido y
soportado 53 años de Guerra sucia, de Terrorismo de Estado, de exclusión
política, estamos en disposición de soportar unas décadas mpas en lucha por ir
derribando las estrecheces a que es sometido el pueblo. Más ahora cuando
contamos con un partido popular templado en la lucha, disciplinado, cohesionado
orgánicamente, como la FARC.
La lucha la continuamos
entre todos. Partido, organizaciones populares, clases populares, individuos,
etc. Todos estamos marchando hacia un objetivo único: La Construcción de un Nuevo
país en paz con justicia social.
Nada nos arredra. Si por la paz nos están matando, por la
paz seguiremos luchado.
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