Allende La Paz.
Colombia está en crisis desde
hace muchos años. Crisis económica, crisis política, crisis social. O sea, en
crisis permanente que no “había sido vista” porque el bloque dominante en el
poder –los Santos, Uribes, Vargas-Lleras, Sarmiento Angulo, Santodomingo,
Ardilla Lulle, etc- no dejaba ver por el énfasis puesto en la guerra interna, o
como se dice en el Conflicto Interno.
Cómo hemos estado
diciendo, el ruido de la guerra impedía sentir el silencio del bosque. Así fue
el gasto. Énfasis en la guerra, compra de armamentos, menajes, etc, en la cual
se malgastaban más de 25 millones de dólares diarios. Dinero suficiente para
solucionar todos los problemas del pueblo colombiano.
La crisis económica está a ojos vistas. Ya Colombia está ad
portas de dejar ser un país exportador de petróleo para ser uno importador (En
Colombia se vende la gasolina más cara de Suramérica). El boom de la minería pasó, como pasaron los 8 años
del narco-paramilitar expresidente No 82. La industria está en crisis hace
muchos años. Y la tierra está concentrada en el 1% de los propietarios
que acaparan 80% de ellas.
La Crisis política sigue
su curso. Ella está dada por la practica consuetudinaria de asesinar al
contradictor a fin de no perder el poder. Por ello el genocidio de la U.P. Por
ello, las ejecuciones extrajudiciales de los líderes populares (práctica del
Terrorismo de Estado), que pretende sumir en el terror a los campesinos e
indígenas, al igual que los obreros, estudiantes, mujeres, etc.
Es diciente que la clase
politiquera lleve años “discutiendo” un Estatuto de Opisición sin llegar a
aprobarlo, mientras en la práctica la oposición –la verdadera, no la “oposición”
del Ca-D- es víctima de persecuciones, chuzadas, terrorismo de estado, etc.
En esa crisis política
sobresale un elemento cardinal. La Corrupción. Mal endémico de los países
capitalistas, en Colombia es más que eso. Cada día explota un escándalo de
corrupción. Reficar, Odebrecht, Baldíos, etc, etc.
Los dos últimos han corrido
por cuenta de la Fiscalía General de Néstor Martínez al ser capturado por la DEA
el fiscal anti-corrupción -programa bandera de NHM-, el cual dizque fue
nombrado sin recomendación política, como si nos tragáramos ese cuento chimbo,
extendiendo un manto de impunidad –al igual de los escándalos de Odebrecht,
Baldíos- encubriendo a los responsables verdaderos (el propio fiscal general,
los del Ca-D y el partido Cambio Radical).
El otro escándalo corre
por cuenta del alcalde de Medellín, al ser encartado su Secretario de
Seguridad, el cual mantenía una fluída y secreta comunicación con la Oficina de
Envigado (mafia) y con elementos de las bandas narco-paramilitares. Es de
señalar la posición anti Acuerdo de Paz del alcalde de Medellín, al igual que
el gobernador de Antioquia.
La Crisis social es
suficientemente conocida. Los índices sociales no podían ser peores. La
mortalidad infantil de niños menores de 5 años aumenta galopantemente. Cada día
mueren niños en la Guajira, Chocó, Vaupés, Guainía, hasta en la capital Bogotá.
La salud está en caos total tras la puesta en práctica de la Ley 100 de 1993,
ley propuesta durante el gobierno César Gaviria Trujillo por el senador Álvaro
Uribe Vélez.
En cuestiones de vivienda muestran la construcción de
300.000 vivienda de interés social, mientras la Venezuela que ellos macartizan
ha construído más de 1´600.000 durante la revolución bolivariana, pagando de
esa manera la deuda social que dejaron los gobiernos oligárquicos venezolanos.
En quizás lo único que tiene para mostrar el gobierno de JM
Santos es en el Acuerdo de Paz. Y eso.
Aquí también tiene sus inconsecuencias y sus ineficiencias. El
mismo Santos dice que si fuera solamente por el Acuerdo de Paz habría valido la
pena ser presidente de Colombia.
Los incumplimientos del
estado son palpables. La aplicación de la Ley
de Amnistía hace seis meses aprobada es torpedeada por los propios
jueces y fiscales encargados de llevarla a cabo, lo cual derivó en una huelga
de hambre de los prisioneros. Los campamentos de las Zonas Veredales aún hoy no
han sido terminados, máxime si como muestra la investigación de la Universidad
Nacional, el 70% de los guerrilleros no tienen casa en donde vivir todavía. Las
tierras no han sido adjudicadas para adelantar los proyectos productivos que
permitan una clara y rápida re-inserción de los guerrillleros a la producción.
En conclusión, Colombia
vive un desgreño producto de los años de años de manejo politiquero, poniendo
énfasis en el favorecimiento de los sectores pudientes económicamente, y
dejando de lado las necesidades básicas insatisfechas del pueblo, amén de la creciente corrupción.
Por tales razones, la
necesidad de construir un Gobierno de Transición que no solo defienda el
Acuerdo de Paz, sino que adelante la satisfaccción de las necesidades básicas
insatisfechas de la población, al igual que la lucha contra el más peligroso
flagelo que carcome las arcas estatales, la corrupción.
Publicar un comentario