Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo.
53 años entregando la vida por la causa de la paz. Muchos
han caído en combate ofrendando lo más hermoso del ser humano, la vida, por la
Paz y un bienestar colectivo.
Nadie que no haya estado en la guerra comprende el
significado de ofrendar la vida por la seguridad del colectivo. Seguridad que implica defender la vida y asegurar la
forma de vida que vive un pueblo.
Los 48 campesinos que
fueron agredidos con el ataque a Marquetalia del Plan LASO (Latin American
Security Operation) respondieron con lo único que tenían a su alcance, ofrendar
la vida luchando por defenderla y lanzaron su propuesta de Paz al mundo.
Hoy, 53 años después,
estamos viendo la concreción de esa propuesta. Estamos transitando –no sin
dificultades, no sin triquiñuelas, no sin demoras, no sin politiquería- el
camino de la Implementación del Acuerdo de Paz entre las FARC-EP y el gobierno
de JM Santos en representación de todo el estado colombiano.
Los colombianos de bien
sabíamos que ese camino no iba a ser fácil.
Sabíamos también que los “enemigos
de la Paz” se atravesarían como “vacas muertas” en ese camino, según el decir de Allende La Paz. Sabíamos que los
ganaderos, terratenientes, “empresarios” del campo y la ciudad, echarían mano
de la única arma que tienen a su alcance para seguir con su política de despojo
de campesinos, indígenas, y pobres, o sea, las bandas de narco-paramilitares, o
llamadas “ejércitos anti-restitución”; total, el 1% de la población contra el
70% de la población colombiana.
Frente a esto, el pueblo
colombiano se ha volcado a defender la Paz. Las multitudinarias Marchas del
Silencio en Bogotá y otras ciudades fueron muestra palpable del sentir del
pueblo colombiano y le dieron una Sonora bofetada a los “enemigos de la paz”. El
acompañamiento de los pueblos a la ”última marcha” de las FARC-EP también
fueron muestra del inmenso cariño que el pueblo tiene por sus “muchachos”, al
punto que aseveraban que así como los acopmañaban hacia las ZVTN, así los
acompañarían de regreso si no les cumplía el estado.
Ese pueblo, en su inmensa sabiduría, sabe que no puede ser
posible aislar la paz de su propia vida. Al tiempo de luchar por la Paz siguieron con su lucha
por sus propias reivindicaciones. Hoy están ahí de prueba.
Buenaventura, Magisterio, Minga indígenas, trabajadores estatales, etc, nos
están señalando el luminoso camino de la lucha por la Paz con Justicia Social.
En éstos 53 años, la cuota de sacrificio del pueblo, de las
FARC-EP, ha sido inmensa. Recordando
sus muertos con alegría –que en algunos casos son nuestros propios muertos- nos
regocijamos que hoy estemos transitando ésta senda de Paz.
Para los que no creen,
les decimos como dijera Gabriel García Márquez en su obra cumbre “Cien años de
soledad”, citado en artículo de El Espectador, mostrándonos los inicios de la
violencia ejercida contra el pueblo:
“-¡Ah! -dijo-, entonces usted tampoco cree.
-¿En
qué?-.
-Que
el coronel Aureliano Buendía hizo 32
guerras civiles y las perdió todas -contestó Aureliano-. Que el ejército
acorraló y ametralló a 3.000 trabajadores, y que se llevaron los cadáveres para
echarlos al mar en un tren de 200 vagones”.
La Paz está
por encima de cualquier interés egoísta. Por la paz hasta la vida misma!
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