Por: Ramiro Bejarano Guzmán - El Espectador
En medio del pleno que realizó esta semana el Estado Mayor Central y el Secretariado de las Farc en los Llanos del Yarí, donde el año pasado se realizó la décima Conferencia Guerrillera, que ratificó el acuerdo de paz de La Habana, el comandante Jaime Alberto Parra, más conocido como Mauricio Jaramillo o el Médico, habló con El Espectador de los problemas de salud que están enfrentando las tropas en los puntos de preconcentración. Según dice, pareciera que no se hubiese firmado un acuerdo de paz, pues el Estado los sigue tratando como enemigos. La realidad de las Farc es otra: los embarazos se han incrementado, crece la incertidumbre en las bases de la organización, el tiempo corre y las zonas veredales aún no están listas.
Y es que el tema de la salud es una de la prioridades de la implementación de lo pactado en La Habana, pues es un asunto que no da espera. De lo que no quiso hablar Jaramillo fue del desarrollo de las reuniones que se realizan en el alejado caserío de El Diamante, donde los máximos comandantes guerrilleros han estado reunidos desde hace una semana para definir los asuntos más importantes del actual momento del Acuerdo de Paz, entre ellos el de todo lo que tiene que ver con el partido político en que se convertirán las Farc luego de la dejación de las armas.
Cosas como propuestas para el nombre de la nueva agrupación política, sus cuadros directivos, la estrategia electoral y la programación del primer congreso del movimiento político legal —que se debe realizar en el primer semestre de este año— estuvieron en los debates de la máxima instancia de las Farc en el Yarí.
¿Qué información tiene de la salud de los guerrilleros en los puntos de preconcentración?
Para nosotros es muy preocupante lo que está ocurriendo, porque los casos de urgencia los tenemos que resolver ahí. Tenemos que sacar a la gente y correr con todos los gastos. Se supone, según el acuerdo, que hay un mecanismo que va a resolver estos aspectos y ese no ha sido trabajado con seriedad. Hemos tenido problemas en los casos de urgencias, con enfermedades que requieren tratamientos especiales y que necesitan que los vean internistas o se practiquen exámenes detallados. Eso se ha convertido en un tema grave y con el Gobierno no hay comunicación al respecto. Ese punto de la implementación tiene que ser definido inmediatamente, porque con lo que se está hablando con la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo de Paz (Csivi), uno siente que el tema no está despegando. Nosotros estamos haciendo un gran esfuerzo para que todo se desarrolle, partiendo del tema de las construcciones y lo que necesitan los guerrilleros: una guardería para nuestros niños o personal calificado que les enseñe a nuestras compañeras cómo es la educación y la salud infantil. Pero el Gobierno no ha cumplido.
¿Cómo están haciendo entonces con los enfermos?
Con grandes esfuerzos. Es que nos faltan equipos, medicinas. Tenemos que hacer urgencias odontológicas, atender mujeres embarazadas, niños recién nacidos y a muchos compañeros que tienen heridas de guerra que deben ser atendidos. Ya se agotó lo que teníamos y nos preguntamos cómo es la cosa, porque no está fluyendo. Nosotros hicimos unos acuerdos y estamos a la espera de que se cumplan. Y entre ellos está el tema de la salud. Hoy no hay nada. Recientemente tuvimos un compañero que se agravó de la vesícula y lo tuvimos que sacar de urgencias. Tuvimos que pedir permiso y con muchas dificultades pudimos llevarlo a un puesto de salud, y esa no es la idea que tenemos de lo que acordamos. Es que hay casos graves, como uno de tuberculosis, y tenemos gente con prótesis en mal estado. Estamos bregando, trabajando para salvar a nuestra gente, pero realmente esperamos que el Gobierno cumpla lo que se acordó. Nos dijeron que iban a crear una EPS para nosotros, y nada.
¿Cómo es la situación de que han tenido un incremento muy alto de embarazos?
Los muchachos están viviendo un momento muy intenso. En medio de la guerra era difícil pensar en la maternidad, pero firmado el acuerdo muchas mujeres han querido cumplir un sueño aplazado y otras han dejado de planificar. Así como en un momento la decisión de todos era no tener bebés en la guerra, ahora cada quien está en libertad para decidir sobre su maternidad y paternidad. Es natural que muchos sientan el llamado de la procreación en estos tiempos de esperanza.
¿Tienen información de cuántas guerrilleras están actualmente embarazadas?
No tengo en este momento esa información, pero sí puedo decirle que se han incrementando muchísimo los embarazos. Y eso nos produce cierto miedo, porque es un reto para las Farc también, porque aunque tienen como apoyo a la comunidad guerrillera, uno se pregunta cómo va a ser la formación de esos niños en esa etapa tan importante como lo es la primera infancia. Y el Estado tiene que proporcionarnos las condiciones para darles el mejor desarrollo a esos niños, en lo psicológico y en cuanto a atención médica. Francamente, tengo que decir que eso nos tiene preocupados.
Pero además me imagino que debe ser difícil explicarles a los guerrilleros que tienen que tener paciencia porque el sistema de salud, en general, tiene muchas dificultades...
Mucho. La situación es muy complicada. Imagínese que hoy nos toca pedir autorización para hacer el desplazamiento de cualquiera que requiera atención urgente. Y ahí no paran los problemas. ¿A dónde lo lleva uno si muchos guerrilleros no tiene ni cédulas, ni Sisbén, ni EPS? Súmele que los puntos de preconcentración y la ubicación de las zonas veredales son alejados de los centros de atención médica. ¿Y con qué plata se paga un tratamiento, un traslado?
¿Y cuándo debía estar funcionando la EPS para ustedes?
Para ya. Estamos en la implementación, pero ni siquiera hay zonas de concentración listas, mucho menos nuestro sistema de salud. Y se supone que vamos a ingresar a ellas el 31 de enero, pero no hay nada listo. Hay un contratista en la zona de Colinas que nos ha dicho que para tener lista la primera etapa tardaría 45 días y esa primera etapa serían las cosas básicas: baños, aulas, agua, luz, conectividad. Eso es mes y medio, entonces el día D+185 vamos a estar aún construyendo. Yo creo que lo normal es que el conteo empiece cuando ya tengamos las viviendas. El tiempo pasa, los tiempos políticos también, y eso no es bueno. Nosotros vivimos en Colombia y frente a una realidad política. Hay afanes.
Y el tema de salud para los miembros de las Farc en las cárceles, ¿cómo está?
Tenemos muchos problemas en las cárceles y de toda clase. Hay compañeros con heridas de guerra que se han agravado en prisión y ellos tienen que llegar a donde nosotros. Esperamos cerca de 300 guerrilleros para que lleguen a las zonas a integrarse a las actividades que vamos a realizar. Esa gente también requiere atención en el tema de salud. Muchos tienen problemas ortopédicos o secundarios de sus heridas de guerra, y en la cárcel no han recibido nada, por lo que vemos venir un problema grande con ese tema. En esta situación se expresa claramente la lucha de clases, la lógica de que existen colombianos de primera y de segunda clase. Un poco siento que el Estado nos sigue tratando como si la guerra siguiera, nos tratan como un enemigo y nos siguen combatiendo, pero desde el incumplimiento, como si no hubiera un acuerdo de paz. Mire que no hay zonas listas y las que hay las armaron con pichicatería, como con la intención de que el guerrillero no se sienta bien. Si la implementación va a ser así, esto va a estar arrecho.
Y me imagino que ahora que la economía de las Farc ha quedado congelada, la compra de medicinas y equipos y los tratamientos médicos deben estar muy complicados para ustedes…
En la última etapa, las Farc consiguieron lo esencial para poder sobrevivir, pero han empezado a escasear los medicamentos. Y uno dice: el Gobierno se comprometió a asumir nuestra salud, nuestra alimentación. Y eso no fluye, la vida legal e institucional no funciona.
En las Farc, el servicio de salud era gratuito y un tema prioritario. En la realidad de los colombianos es un derecho inexistente. ¿Eso no puede ser un factor de desmoralización?
Sin duda, ya lo hemos sentido. Pastor Alape ya estuvo haciendo cola en un hospital para que le atendieran un paludismo. Es muy degradante y lo peor es darse cuenta de que el grueso de la población sufre la impotencia de no ser atendido porque tenemos un sistema de salud corrupto. A mí me aterra entrar a un régimen de salud que tiene una concepción de negocio neoliberal. Todos los días se oyen relatos de terror de ciudadanos que se mueren a las puertas de los hospitales. Esa es la tal Ley 100 que nos montaron y parece que no hay posibilidad de que cambie.
¿Y en qué va lo de la EPS?
En nada. Y ese es un tema técnico difícil. Me preocupa que vamos a entrar a un régimen muy corrupto e ineficiente, que es el que padecen todos los colombianos. Qué miedo.
Del otro lado, en la guerrilla, se han formado cientos de enfermeros y se montó prácticamente una universidad de la salud en la selva. ¿No se podría pensar en tratar de homologar esos conocimientos?
Nuestros enfermeros tienen muchas capacidades, pero les falta mucha formación. Son enfermeros de guerra que aprendieron a tratar heridas graves, a operar en medio de un combate, a utilizar al máximo los recursos, pero aun así es necesario que aprendan muchas cosas, protocolos médicos, que se actualicen y formen en lo académico. Muchos son campesinos que aprendieron en los afanes de la guerra y que tienen que reorientar sus conocimientos para darles forma a sus capacidades. Ya 33 universidades públicas nos han planteado su interés en ayudar en la formación para las homologaciones, no sólo en salud. Nosotros tenemos muchachos con muchas potencialidades, gente que sabe de mecánica, de artes, de arquitectura. Nuestros muchachos están ansiosos de estudiar, se están preparando para las homologaciones y para hacerse profesionales.
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