Por: Allende La Paz, Cambio Total
Las FARC-EP se aprestan a entrar de lleno en la política
legal. La política ilegal –por otros
medios, según Klausewitz- la adelantó con creces durante 52 años. Los
diferentes gobiernos oligárquicos, al atacar Marquetalia, estuvieron claros que
el enemigo a doblegar eran las FARC. Sabían que de concretarse su planteamiento
de construir organización y unidad en los partidos de izquierda, en los
movimientos sociales, en los movimientos culturales, las FARC podrían adelantar
acciones que condujeran a la toma del poder.
Por ello, desarrollaron
el Terrorismo de Estado con toda la sevicia posible a fin de desarticular el
tejido social –a sangre y fuego- y las víctimas fueron el pueblo desarmado,
inerme, civil, legal, y sus organizaciones más representativas: La Unión
Patriótica (U.P.), los sindicatos, las organizaciones comunales y de mujeres.
Los resultados de tal
política están al escrutinio de todo el que quiera ver vea. 220.000 asesinados
por cuenta del Conflicto Interno, según el CNMH, 600.000 para otros, y un
millón para otros. De esas frías estadísticas la responsabilidad estatal es de
83% en massacres, 83,2% en ejecuciones extrajudiciales, 97,7% en desapariciones
forzadas y en 100% en desplazamento forzado.
Nunca se sabrá una cifra
exacta porque uno de los objetivos del Terrorismo de Estado eran las
organizaciones de Derechos Humanos, a fin de impedir la recolección de los
datos estadísticos que permitían acercarnos a la incommensurable crisis humanitarian
que padecía el pueblo colombiano.
Hay que reconocer que la
guerra adelantado contra el pueblo colombiano rindió sus frutos terroríficos y
las FARC-EP se desarrollaron, en tanto el pueblo yacía aterrorizado ante la
sevicia de las fuerzas militares-narcoparamilitares. La élite en poder
desarrolló efectivamente la “combinación de todas las formas de lucha” –oligárquicas-
y arrasó organizaciones populares allí en donde levantaban cabeza (más de 3.500
sindicalistas ejecutados selectivamente dan cuenta de la dimension del terror).
Mas hay orgaizaciones “populares”,
de “izquierda”, que le hacen el trabajo a la oligarquía en el poder, o trabajan
para ella, y siempre se atraviesan como “vacas
muertas” a todo intento de conformar frentes politicos y sociales populares
contra esa oligarquía. Siempre están contra los intentos de las FARC-EP. Unas
veces dizque porque la existencia de las FARC-EP era la excusa del régimen colombiano
para adelantar el Terrorismo de Estado. O como ahora, ad portas de la
reinserción de las FARC-EP a la vida civil, a la política legal, dizque para “distraer”
al pueblo con el cuento de la Paz y meter de contrabando el Neoliberalismo.
Acusar a las FARC-EP -subrepticiamente- de neoliberales
es una de las ideas más descabellas que pueden hacer carrera en el espectro de
la “Izquierda rosadita” o “verdecita”. Mas
sabemos todas las estratagemas utilizada por los organismos secretos
internacionales y nacionales para bloquear todo intento de reorganización popular.
También estamos
conscientes de que los que así se pronuncian –las élites izquierdistas- sienten
pasos de animal grande, como lo sienten las élites oligárquicas, que saben que
con las FARC-EP en el escenario político legal peligran sus políticas, sus
curules, sus puestos “de combate” con ametralladoras en la garganta, sus
componendas por debajo de la mesa, y allí –enfrente- tendrán un enemigo
realmente popular, ya que un principio de la política fariana es combatir –en el
debate ideológico- por igual a los oligarcas y a los oportunistas de izquierda,
estos últimos que han estado durante años hacienda gárgaras con la palabra “revolución”.
El ejercicio de la
política –la acción de las masas populares- permite ir deslindando campos con
las élites, sean de izquierda o de derecha. Hoy tiene más validez que nunca
la consigna de “Resistencia de masas, lucha de masas, y nada de aventuras”.
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