Primero fue echar a andar el globo más inflable y a todas luces predecible, por venir de donde provenía: que las Farc montaron una casa de prostitución en un punto de preagrupamiento temporal ubicado en Antioquia.
Por: Nicolás Rodriguez - El Espectador.
Lo retomaron felizmente varios comunicadores y pronto el entuerto inflado fue noticia. Ya iba en prostitución infantil cuando por fortuna el mecanismo tripartito de monitoreo y verificación, al que pertenecen las Farc, el Gobierno y la Misión de la ONU en Colombia, desmintió la ocurrencia.
Y no por mucho tiempo. Imágenes de la festividad del 31 de diciembre en otro punto de la geografía nacional llevaron a otra noticia, menos falsa que la anterior, pero igual de malintencionada: gente de la ONU bailando con los guerrilleros, como si estuvieran de fiesta y con motivos para celebrar. No hubo tiros al aire a las 12 de la noche porque los guerrilleros estaban ocupados en lo de la paz, pero de cualquier forma el video editado y presentado bajo la idea de “los terroristas bailan con la ONU” surtió su efecto.
La ONU tuvo que salir a regañar y a impartir cátedra de buen comportamiento. El zapateo decembrino en una inofensiva discoteca decorada con papeles queda prohibido. No es ni imparcial ni profesional, aunque uno creería que más bien es todo lo contrario, y que generar confianza en una carpa con hombres y mujeres nacidos en la guerra no es precisamente una mala idea. Como sea, los bailarines fueron suspendidos por la ONU.
Al Gobierno le toca encontrar la forma de imponer un protocolo, pero a la oposición, que francamente la tiene muy fácil y seguirá en lo suyo gustosamente. Al margen de lo ridícula que es la sanción, lo que va quedando claro es que tantos años de demonizar a la guerrilla surtieron efecto y hoy por hoy muchos no creen que la noche buena pueda llegar a sus toldas, con sancocho y música colombiana.
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