400 personas, acompañadas por pastores y sacerdotes, realizaron una oración con 130 guerrilleros.
Por: JORGE IVÁN GARCÍA |
11:56 p.m. | 31 de octubre de 2016
Después de cabalgar durante dos días, 70 personas de Mandé fueron los primeros en llegar a Vegáez, a orillas del río Arquía, en Vigía del Fuerte, donde el frente 34 de las Farc montó un campamento de preconcentración, en el que se realizó este lunes una vigilia por la paz.
“Iglesia de Mandé está presente y si reina la paz, la guerra se va”, entonaban animados y al unísono los caminantes al llegar.
Además de las comunidades afro, indígena y colona de Mandé, en Urrao, a este remoto lugar de la selva arribaron también unas 400 personas más en representación de las organizaciones sociales, juveniles, campesinas e iglesias evangélicas, cristianas, católicas y de otras denominaciones asentadas en la zona que comprende a Antioquia y Chocó como Murindó, Vigía del Fuerte, Medio Atrato, Quibdó y Carmen del Darién.
Además de las comunidades afro, indígena y colona de Mandé, en Urrao, a este remoto lugar de la selva arribaron también unas 400 personas más en representación de las organizaciones sociales, juveniles, campesinas e iglesias evangélicas, cristianas, católicas y de otras denominaciones asentadas en la zona que comprende a Antioquia y Chocó como Murindó, Vigía del Fuerte, Medio Atrato, Quibdó y Carmen del Darién.
Entre los asistentes estaba Oswaldo Quejada Ledesma, exalcalde de Murindó, quien llegó en compañía de 40 personas de su municipio que están integradas en la mesa interétnica de la población. Para él, la paz significa todo y un encuentro como el de ayer es representativo de esa voluntad y ese anhelo esperado por todos.
Bombas blancas, las banderas de Colombia, de Antioquia y de la paz, mesas decoradas con manteles blancos y verdes adornan las estructuras de madera que se levantaron en medio de la selva para el certamen.
Bombas blancas, las banderas de Colombia, de Antioquia y de la paz, mesas decoradas con manteles blancos y verdes adornan las estructuras de madera que se levantaron en medio de la selva para el certamen.
El campamento
El campamento, un conjunto de 120 cambuches o caletas construidas con palos, costales verdes y plásticos negros, fue levantado en unos 400 metros cuadrados.
Un total de 130 guerrilleros están allí preconcentrados en espera de que se defina el futuro de los acuerdos de paz y de cuándo podrán trasladarse al que será el sitio de concentración para la entrega de armas.
Además de los dormitorios, el campamento está perfectamente organizado con un almacén y enfermería y con una inmensa cocina donde prepararon alimentos suficientes para los invitados.
Un total de 130 guerrilleros están allí preconcentrados en espera de que se defina el futuro de los acuerdos de paz y de cuándo podrán trasladarse al que será el sitio de concentración para la entrega de armas.
Además de los dormitorios, el campamento está perfectamente organizado con un almacén y enfermería y con una inmensa cocina donde prepararon alimentos suficientes para los invitados.
Asistentes cocinaron y disfrutaron de la música pese a la torrencial lluvia que los acompañó. Foto: Jaiver Nieto Álvarez / EL TIEMPO
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Cuatro reses y 20 cerdos fueron sacrificados y 500 peces, entre bagres y tilapias rojas, fritas con plátano.
Hasta allí llegaron no solo a caballo sino en canoas los asistentes, con sombrillas e impermeables, pues en este rincón de la selva llueve días enteros por esta época.
Y así fue. Llovió tanto que se retrasó el acto religioso y cultural, que no fue instalado a las 2 p. m., como estaba programado, sino a las 5.
–Parece que nunca fuera a parar de llover –Dijo el viejo Antonio, que llegó con su comunidad de Isleta.
–Estamos en la selva, en la zona más lluviosa del mundo y es invierno –Le respondió otro hombre, mientras le servía un tinto de un termo dispuesto para los recién llegados.
Hasta allí llegaron no solo a caballo sino en canoas los asistentes, con sombrillas e impermeables, pues en este rincón de la selva llueve días enteros por esta época.
Y así fue. Llovió tanto que se retrasó el acto religioso y cultural, que no fue instalado a las 2 p. m., como estaba programado, sino a las 5.
–Parece que nunca fuera a parar de llover –Dijo el viejo Antonio, que llegó con su comunidad de Isleta.
–Estamos en la selva, en la zona más lluviosa del mundo y es invierno –Le respondió otro hombre, mientras le servía un tinto de un termo dispuesto para los recién llegados.
‘No somos guerreristas’
La ceremonia comenzó con las palabras de Pedro Baracutao, el comandante del frente 34 de las Farc, quien tomó el micrófono para darles la bienvenida a los participantes: “Estamos aquí reunidos para que sigamos trabajando juntos por la paz, y lo hacemos desde las comunidades que más han sufrido la guerra y añoran un estado de tranquilidad y progreso”.
Agregó que la vigilia, que fue acordada en la última conferencia guerrillera, es una ocasión como pocas para que “nos conozcamos y nos demos cuenta de que no somos tan diferentes y de que tenemos anhelos comunes”.
“Al contrario de lo que piensa la mayoría de las personas nosotros no somos guerreristas, no amamos la guerra, queremos la paz y estamos convencidos desde las bases hasta nuestra dirigencia de que la salida es negociada”,insistió Pedro Baracutao.
Tras las palabras, las comunidades presentaron sus actos culturales: teatro, baile e interpretaciones musicales.
La primera en aparecer fue una joven de Murindó, que bailó champeta y se robó los aplausos de la gente.
Entre la música religiosa en ritmo vallenato que salía de un potente equipo alabando a Jesús El Nazareno, también se escucharon las letras de Silvio Rodríguez, Piero y Pablus Gallinazus.
Luego, a las 10 de la noche comenzaron las celebraciones religiosas, en las que participaron 20 pastores de iglesias cristianas y 3 sacerdotes.
Entre ellos estaba Aldemar Quejada Córdoba, un pastor de la Iglesia Interamericana Unida de Colombia, que en la zona de Mandé reúne a unas 280 personas y en el país llegan a 70.000.
Quejada reconoce que predicaron en los días previos a la plebiscito, que buscaba refrendar los acuerdos entre las Farc y el Gobierno en La Habana, a que votaran por el ‘No’. Pero dice que hubo una equivocación y se dejaron engañar por los promotores del ‘No’ y agrega que han buscado una apertura pidiendo por la paz.
Por eso, se unieron a sacerdotes católicos y en ese lugar de la selva realizaron una prédica solo haciendo alusión a Dios para que su gracia acompañe a los hombres en el camino de la paz y la reconciliación.
Mientras tanto, los otros pastores acompañaron las oraciones con cantos e himnos de alabanza.
Durante el acto, que se extendió hasta el amanecer, ningún guerrillero portó armas ni vistió uniforme. Se integraron al grupo de asistentes y como buenos anfitriones estuvieron pendientes de atender a todos los que llegaron.
‘Benkos Biohó’, el responsable político de las Farc, quien estuvo en La Habana, habló al final de la vigilia. En sus palabras recalcó que el sueño de construir la paz sigue intacto y que ante los ultimátums y las dudas de algunos; “nosotros respondemos con el reencuentro, con la hermandad, con la necesaria unidad porque el interés y el objetivo es la paz del país”.
Agregó que la vigilia, que fue acordada en la última conferencia guerrillera, es una ocasión como pocas para que “nos conozcamos y nos demos cuenta de que no somos tan diferentes y de que tenemos anhelos comunes”.
“Al contrario de lo que piensa la mayoría de las personas nosotros no somos guerreristas, no amamos la guerra, queremos la paz y estamos convencidos desde las bases hasta nuestra dirigencia de que la salida es negociada”,insistió Pedro Baracutao.
Tras las palabras, las comunidades presentaron sus actos culturales: teatro, baile e interpretaciones musicales.
La primera en aparecer fue una joven de Murindó, que bailó champeta y se robó los aplausos de la gente.
Entre la música religiosa en ritmo vallenato que salía de un potente equipo alabando a Jesús El Nazareno, también se escucharon las letras de Silvio Rodríguez, Piero y Pablus Gallinazus.
Luego, a las 10 de la noche comenzaron las celebraciones religiosas, en las que participaron 20 pastores de iglesias cristianas y 3 sacerdotes.
Entre ellos estaba Aldemar Quejada Córdoba, un pastor de la Iglesia Interamericana Unida de Colombia, que en la zona de Mandé reúne a unas 280 personas y en el país llegan a 70.000.
Quejada reconoce que predicaron en los días previos a la plebiscito, que buscaba refrendar los acuerdos entre las Farc y el Gobierno en La Habana, a que votaran por el ‘No’. Pero dice que hubo una equivocación y se dejaron engañar por los promotores del ‘No’ y agrega que han buscado una apertura pidiendo por la paz.
Por eso, se unieron a sacerdotes católicos y en ese lugar de la selva realizaron una prédica solo haciendo alusión a Dios para que su gracia acompañe a los hombres en el camino de la paz y la reconciliación.
Mientras tanto, los otros pastores acompañaron las oraciones con cantos e himnos de alabanza.
Durante el acto, que se extendió hasta el amanecer, ningún guerrillero portó armas ni vistió uniforme. Se integraron al grupo de asistentes y como buenos anfitriones estuvieron pendientes de atender a todos los que llegaron.
‘Benkos Biohó’, el responsable político de las Farc, quien estuvo en La Habana, habló al final de la vigilia. En sus palabras recalcó que el sueño de construir la paz sigue intacto y que ante los ultimátums y las dudas de algunos; “nosotros respondemos con el reencuentro, con la hermandad, con la necesaria unidad porque el interés y el objetivo es la paz del país”.
JORGE IVÁN GARCÍA
Enviado Especial de EL TIEMPO
VIGÍA DEL FUERTE (ANTIOQUIA)
Enviado Especial de EL TIEMPO
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