Esos bandidos, travesti de cuello blanco y corbata ensangrentada, pretenden eternizarse en el poder corrupto de las oligarquías.
Se acabó la Guerra. Y
con ello, los colombianos del pueblo estamos realmente felices. No así un
sectorcito del No que quería lograr en la Mesa lo que no pudieron en el campo
de batalla: ganar la guerra.
Así de clara es la cosa. Esos sectores son los más
cavernarios, trogloditas, de la sociedad colombiana que practican la filosofía
de “camándulas en el día y perversiones
sexuales en la noche”. Llama la atención que los sectores cristianos se han
declarado satisfechos, deslindando campos, como debería ser por su condición de
cristianos, de ese sector mencionado antes que persiste en la idea de
desencadenar la guerra a través de las maniobras y con ello causar más muertes
y sufrimientos a los colombianos pobres, los verdaderos hijos de Dios.
Ese sectorcito trata de ganar lo que no han ganado, ni
siquiera merecido. Hicieron la guerra cuando estuvieron en el poder –enfrentando
pueblo contra pueblo porque a sus hijitos no los enviaron nunca al campo de
batalla- y no pudieron vencer la Resistencia armada del pueblo.
Una resistencia que a lo largo de los 52 años de esa Guerra fratricida
demostró que a las FARC-EP no la podían vencer ni con Plan Colombia –“el más
grande esfuerzo financiero y de avances tecno-científicos militares, involucrando en esa Guerra a 3.000
asesores estadounidenses que mordieron el polvo ante la insurgencia, así como
lo mordieron en Vietnam-, en prueba que una guerrilla con apoyo de masas es
invencible.
Ahora el sectorcito del No, ese que persiste en su
descabellada idea de torpedear el Acuerdo de la Esperanza, dice que ”no
quedaron satisfechos”, como si en el campo de la negociación había que ”satisfacerlos”
a ellos y no al pueblo colombiano. Seguirán con su sonsonete hasta las
elecciones de 2018 –y quizás más allá- porque, hay que afirmarlo
categóricamente, ellos sin las FARC-EP son nada. Sus programas son tan retardatarios que no cuentan con
aceptación del pueblo colombiano y solo el sector narco-paramilitarizado los
apoya y lanzan sus estidencias malévolas a traves de las redes sociales, que
para eso les pagan salario.
Esos bandidos, travesti de
cuello blanco y corbata ensangrentada, pretenden eternizarse en el poder
corrupto de las oligarquías, sean finaciera (lavado de activos), terrateniente
(robarles los baldíos a los pobres sin tierra o expoliados), a los ganaderos
(que también roban tierras y pagan salarios miserables, de hambre, a sus
trabajadores), o narcotraficante (como el narco-paramilitar número 82).
El Acuerdo de la
Esperanza VA porque cuenta con el apoyo de las mayorías del pueblo colombiano.
No puede dejarse abierto ningún portillo por el cual puedan colarse los
sectores del No. Ello será posible con la participación de todo el pueblo en la
vigilancia de la Implementación, participación que ya sabemos como debe ser, a
través de vigilias en los campamentos farianos, campamentos de Paz en las
ciudades en ciertos momentos, en movilizaciones y manifestaciones como las
Marchas del Silencio, y con la incontable presencia del movimiento obrero,
campesino, indígena, estudiantil, de mujeres, en todas y cada una de esas
manifestaciones de poder popular.
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