Menos mal que esta campaña por el plebiscito durará apenas un mes. Lo digo porque la sensación que está dejando el partido de Uribe es la de que están dispuestos a todo con tal de que no sea aprobado.
Por: Ramiro Bejarano Guzmán - El Espectador.
Han acudido a todo, y harán cualquier cosa. La mentira ha sido su mejor arma. No han dicho una sola verdad, ni la van a decir.
La última falacia delirante que han inventado es que la pregunta por la que votaremos el próximo 2 de octubre es tendenciosa o capciosa, porque indagará si se apoya o no “el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”. En el universo uribista les habría encantado que la pregunta hubiese sido “¿Quiere usted que continúe indefinidamente la guerra para acabar con las Farc?”.
Me resisto a creer que la mayoría de los colombianos sucumba al artificio de que lo mejor es decirle no al plebiscito para que puedan iniciarse de nuevo otros cuatro o cinco años de conversaciones de paz con las Farc. Ni las Farc estarían dispuestas a conversar con el partido de Uribe, si es que ocurre la desgracia de que alguno de ellos gane las próximas elecciones, ni el uribismo cumpliría con esa misión, porque lo de ellos es la guerra desaforada, no importa que mueran personas humildes, como los soldados de nuestra fuerza pública.
Claro que se han cometido errores y han quedado vacíos en algunos de los acuerdos de La Habana, pero aún así es mejor un futuro sin Farc que con ellas luchando por llegar al poder, secuestrando civiles y, en fin, sembrando más dolor en campos y ciudades. Por ejemplo, haberle pedido al papa Francisco que aceptara el encargo de intervenir en la designación del comité que elegirá los jueces de la Jurisdicción Especial para la Paz fue una lagartería imperdonable —¿a quién se le habrá ocurrido?— que de paso desconoció que nuestra Carta Política nos erigió en Estado Laico. Esperaban, acaso, que por vincular al papa el huidizo cardenal Rubén Salazar y sus monseñores godificados –exceptuando al de Cali, Darío de Jesús Monsalve— iban a abandonar su falsa neutralidad para invitar a sus feligreses a que votaran por el Sí. Por supuesto que no; es más, no me extrañaría que desde Colombia los altos jerarcas de esta iglesia católica, vacilante y oportunista, le hubieren recomendado al pontífice no aceptar la invitación. De todo hay en la viña del Señor.
Y a propósito de equivocaciones, el gobierno no puede seguir manejando para adentro su campaña por el plebiscito. Hay que abrir espacios y llegar a todos los rincones de la geografía nacional y a todos los círculos de la sociedad, para que las gentes de todas las condiciones se sumen a este propósito. No más fotos del presidente Santos con su desgastado gabinete ministerial recién ajustado, que nada dicen, ni a nadie convencen de ir a votar en ningún sentido. O ¿alguien cree que una foto del presidente con su ministro de Justicia, Jorge E. Londoño, o con la ministra de Comercio Exterior, la uribista María Claudia Lacouture, va a sacudir la abstención o a quitarle votos al partido de Uribe?. Con contadas excepciones cada ministro va por su lado y por lo suyo, como el minagricultura, Aurelio Iragorri, por lo que va siendo hora que el gabinete en pleno se apersone de lo que está por ocurrir en este mes de expectativas y de infarto.
Mejor dicho, no más conciliábulos y conferencias aburridoras y prepotentes de los negociadores de paz o de los lagartos que hoy se proclaman como los hacedores de todo. El asunto es claro: si el gobierno quiere que el Sí por el plebiscito salga victorioso, así no le guste a algunos, habrá que meterle pueblo y bastante.
Adenda. Aquí lo anuncié cuando vivíamos los tiempos turbulentos de la nefasta contratadora Sandra Morelli, cuando era pecado criticar a esa falsa “dama de hierro” consentida por los medios, que resultó siendo un fiasco absoluto. Entonces opiné que ese millonario negocio suscrito por ella para trasladar la sede de la Contraloría a un edificio faraónico de propiedad de la sociedad Proyectos y Desarrollos ISA, constituyó celebración indebida de contrato por objeto ilícito y falta de planeación. Eso mismo acaba de fallar un tribunal arbitral.
notasdebuhardilla@hotmail.com
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