Domínico Nadal, El Cuento de la Semana.
Viene corriendo el cuentico que ahora
sí las FARC va a buscar “votos sin armas”. Cómo así?
Las FARC-EP que yo sepa nunca había
buscado participar en una contienda electoral. No era su objetivo ni su interés.
La participación política de las FARC-EP en la vida política del país se daba a
través de sus acciones militares netas –toma de pueblos, ataques a bases,
emboscadas, etc, etc- y a través del acompañamiento de las acciones de masas
–manifestaciones, paros agrarios, manifestaciones estudiantiles, etc-, acciones
éstas últimas que se enmarcaban como acciones político-militares desarmadas.
Ahora, cuando las FARC-EP con su accionar político-militar lleva al gobierno a
la Mesa de Conversaciones de La Habana se abre una nueva situación, un
escenario totalmente nuevo. O al menos eso esperamos...
El Acuerdo de La Habana abrirá nuevos
espacios de participación política en éste todavía período de cierre del
Conflicto Armado y el período de, digámoslo así, transición o implementación de
lo negociado y pactado entre las partes, entre ellos el de participación en el
Parlamento –a ver si les dan un poco de aire- y el de participar en unas
elecciones con nombre propio.
Participación política total, desarmada
–electoral, movilización de masas, organizacional, etc- con el temor de la pérdida
de la vida por el accionar del “enemigo” (Bloque de Poder Dominante [Oligarcas,
terratenientes, ganaderos, narcotraficantes, narco-para-militares, etc]), pero
con el compromiso ante la Comunidad Internacional y Nacional de parte del
Gobierno, representante de ese Bloque de Poder, de no utilizar la ejecución
extrajudical como arma para vencer y desaparecer del escenario político a los
contradictores.
Por su parte, el Bloque de Poder
Dominante (BPD) usaba todas las armas a su alcance utilizando la “combinación
de todas las formas de lucha” [Elecciones, compra de personas y voluntades,
aplicación del Terrorismo de Estado de la DSN por parte de las fuerzas
militares-narcoparamilitares estatales, aplicación de leyes coercitivas, hasta
las armas estructurales, acceso a la salud, acceso a la educación, etc]. En la
práctica, desde el Estado el BPD sustentaba su legalidad en que nuestro país era una “democracia” que elegía
sus representantes mediante el voto en “contiendas electorales”, pero ese voto era
en muchísimas ocasiones conseguido con las armas de sus fuerzas
militares-narcoparamilitares. Es decir, pregonaban ser la “democracia más
antigua” del continente, pero en realidad practicaban el más aterrador y
criminal Terrorismo de Estado, e incluso utilizaban impúdicamente a las bandas
de narcotraficantes y de narco-paramilitares para adelantar su “guerra
contra-insurgente”.
La propuesta del voto a los militares
nos lleva al voto con/sin armas. Las FARC-EP nunca presionaron a los ciudadanos
electores para que votaran por tal o cual candidato precisamente porque no
tenían candidatos. En cambio, son conocidas las denuncias de algunos
periodistas, aún a riesgo de sus propias vidas, sobre las presiones de
elementos militares a los votantes para que sufragaran por uno u otro candidato
del establecimiento (Ver: Ejército intenta fraude electoral en La Trinidad
(Convención, Norte de Santander) por Asociación Campesina
del Catatumbo (27.05.2006)).
De producirse la mencionada iniciativa del voto
militar veremos a los militares haciendo lobby en el Parlamente o en las sedes
partidistas buscando el apoyo para sus propios candidatos, convirtiéndose en
partidos al estilo ARENA de El Salvador o peores como son en realidad. Al
respecto es imprescindible señalar que los coqueteos de militares en la
política no ha encontrado nunca terreno abonado, quizá porque el pueblo
colombiano sabía a lo que se exponía al elegir a personajes como Fernando
Landazábal y Harold Bedoya, quién ahora apareció en un video con sus anacrónicos
y vetustos discursos de la época de la Guerra Fría.
Es necesario dar la discusión sobre la
consecución de los votos con/sin armas, quizás posterior al período de
implementación total de los Acuerdos, previo a haber dotado a la Fuerza Pública
de una nueva Doctrina que rija sus actuaciones con verdadero sentido patriótico
y que coloque al ser humano en su más alta prioridad.
Si ello no es así, debemos entonces dejarnos de
cuentos...
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