Allende
La Paz, Cambio Total.
Una de
las grandes talanqueras para la concreción de la Paz en Colombia corre por
cuenta, precisamente, de la corrupción a todos los niveles que carcome al
Estado, con la más aberrante desfachatez a la que han acostumbrado al pueblo. Miraremos
–a vuelo de pájaro- una de las instituciones que históricamente está en la
cúspide de la corrupción, lo cual no excluye que la corrupción no sea altísima
en las otras ramas del Estado.
Congreso corrompido
Comencemos señalando que una de las instituciones más
profundamente corrompidas es el Parlamento Colombiano. No solo por la
corrupción “normal”, vale decir, la sobrefacturación en compras de todo tipo
que realiza el congreso y, por ejemplo, la utilización de vehículos del
congreso por un familiar de la encargada de la finanzas congresionales para
transporter 613 millones de pesos, pertenecientes a un narcotraficante; sino
también por el involucramiento de miembros del congreso con reconocidos capos
de la mafia narcotraficante.
«En Santa Marta en la
década de los 60 y 70 del siglo pasado el miembro del partido Liberal, Edgardo
Vives Campo, adelantó una « entrañable » amistad con los narcotraficantes
apodados « Maracas » y « Lucho Barranquilla », lo cual era
comidilla de la sociedad samaria. En ese perído conocido como la « bonanza
marimbera », los narcotraficantes enardecidos por el poder del dinero
compraban casas (a precios irrisorios bajo amenaza de « si no te váis
ahora mismo te doy balín »), fincas, jueces, y hasta políticos y todo
aquel que no se plegara a sus indicaciones y caprichos era baleado
sencillamente. Para ellos no había justicia y todo lo que les estorbara era arrasado.
Posteriormente el mismo Vives Campo, en compañía de
Miguel Pinedo Vidal, se aliaron impúdicamente con el « Don de la
Sierra », Hernán Giraldo, y adelantaban los negocios de la droga al tiempo
que servían de instrumento en la « guerra contrainsurgente », aplicando
un modelo represivo –asesinatos, amenazas, desapariciones, etc-, el cual
posteriormente fue aplicado en todo el país. La marihuana dio paso a la cocaína
y Colombia entera vivió el fenómeno de los Carteles –de Medellín y de Cali- y
la mismo actitud, sino peor, padecieron los habitantes. Si a algún mafiosito le
« gustaba » tu esposa sencillamente se la llevaba porque o si no te
baleaban. (Ver: Especial de Cambio Total Revista Una clase política super
corrompida http://cambiototalespecialestadonarcotrafico.blogspot.se/2013/03/narcotrafico-y-estado-colombiano-una.html
).
El advenimiento de los Carteles de Medellín y de Cali
permeó totalmente al congreso colombiano y posteriormente (2002-2006-2010) llegó
al colmo de llevar a un hijo de la crema mafiosa narco-paramilitar a la
presidencia de la república [Álvaro Uribe Vélez] durante dos períodos
presidenciales recurriendo a cuánta violación de la Constitución hubiera sido
necesaria (Ampliar en el artículo citado anteriormente).
« En el 2002,
los congresistas electos tanto a nivel nacional como regional obtuvieron el 34%
de las curules, y en el 2006 casi todos ellos fueron relegidos, manteniendo la
misma representatividad dentro de la coalición de Gobierno. En este sentido, el
39% de los senadores elegidos en el 2002 y relegidos en el 2006 han sido
investigados por parapolítica. Hoy, de los congresistas elegidos para el
período 2010-2014 hay 23 involucrados en temas de parapolítica, de los cuales
17 son senadores de la República y 6 son representantes a la Cámara, lo que
indica que el 17% de los senadores y el 6% de los representantes están
involucrados en éste tema.
Para entender el
alcance de dicho fenómeno, además de lo anterior, es necesario decir que desde
1995, en total 144 congresistas se han visto involucrados en temas de
parapolítica, de los cuales: 62 ya han sido condenados, 47 están en
investigación preliminar y tan sólo 7 han sido absueltos. Pero, además de esto,
8 presidentes del Congreso de la República se han visto implicados en el mismo
tema, de los cuales hay 4 condenados; Mario Uribe Escobar, Javier Enrique
Cáceres, Miguel Pinedo Vidal y Luis Humberto Gómez Gallo y tan sólo uno
ha sido absuelto; Carlos García Orjuela».
Esa corrupción se vé
reflejada en la presencia en el Congreso de una bancada que becerrilmente sigue
las orientaciones del ex-presidente Álvaro Uribe Vélez, ya conocido por sus
vínculos narco-paramilitares que a pesar de tener pendientes más de 250
procesos en su contra en el Congreso ninguno, ninguno de esos procesos ha
avanzado lo más mínimo, amén de la Fiscalía General de la Nación. Además, los
congresistas comprometidos en la corrupción adelantan su actividad « política »
en los departamentos y regiones, apoyándose para ser electos en las armas de
los asesinos narco-paramilitares, llámense como se llamen, BACRIM, Águilas
Negras, Urabeños, etc.
Esta corrupción
generalizada de los miembros del Parlamento lleva a la imperiosa necesidad de
plantear la realización de una Asamblea Constituyente para reconstruir el país
y dotarlo de una Nueva Institucionalidad que barra definitivamente la
corrupción del panorama político colombiano.
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