- Read communique in English
La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, febrero 5 de 2014
En defensa de la paz
De manera forzosa y lamentable, tenemos que referirnos
nuevamente, desde La Habana, a malas noticias provenientes de Colombia
que se han vuelto cotidianas en el desenvolvimiento de la vida nacional,
y que impactan negativamente sobre el proceso de paz.
Hemos puesto todo nuestro empeño y optimismo en sacar
adelante, hasta ahora, dos acuerdos parciales que abrirían caminos hacia
la justicia social y la democracia real; uno es el referido al
histórico problema de la tenencia y uso de la tierra, y el otro, a la
Participación política ciudadana, los cuales de una u otra forma han
sembrado esperanzas de reconciliación. Pero frente a la terrible
realidad de los asesinatos contra los reclamantes de tierra, la
represión contra quienes claman por la concreción de la reforma agraria,
la persecución y los encarcelamientos amparados en liberticidas normas
de seguridad ciudadana; la admisión descarada de la intervención de la
CIA en el conflicto interno; en fin, frente a la mano tenebrosa del
imperio, frente a la guerra sucia y el terrorismo de Estado que no
cesan, nos preguntamos si se puede seguir confiando en la posibilidad
cierta de encontrar la paz tras la firma de un acuerdo final.
Las amenazas contra la UP, contra la Marcha Patriótica
(que desde el año pasado ya suma 30 integrantes asesinados), contra la
Mesa de Interlocución Agraria (MIA), contra juristas y activistas
defensores de derechos humanos, contra Gustavo Petro, Iván Cepeda,
contra dirigentes de raigambre popular como Piedad Córdoba, Jaime
Caicedo, Carlos Lozano, Aída Abella, César Pachón, David Flórez, Andrés
Gil… entre otras decenas de líderes políticos y sociales, son la
reedición de la Guerra de Baja Intensidad y de la vieja Doctrina de la
Seguridad Nacional en general, que durante décadas ha protagonizado el
militarismo en Colombia.
Una institucionalidad que funciona a punta de mermelada
corruptora (manejo doloso del erario público) dentro de la cual, todos
los días estallan escándalos de venalidad y deslealtades, de rapiña
clientelista y de intereses grupales y personales, no logra generar
confianzas para depositar en ella los destinos del país. ¿Quién chuza a
quién? ¿“Sala gris”? ¿“Andrómeda”? ¿Quién espía a quién? Quién manda
asesinar a quién, y por qué? ¿Rastrojos?¿Águilas
Negras?¿Paramilitarismo? Los viejos instrumentos de la guerra sucia, los
escuadrones de la muerte actuando.
Pareciera que la gobernabilidad ha entrado en crisis, que el caos abraza al régimen en su conjunto.
A pesar de todo, nuestra disposición a encontrar los
puntos de entendimiento que den solución a los profundos problemas
sociales y pongan fin a las causas de la guerra, todavía espera una
actitud sensata de la contraparte que frenela indolencia y los
atropellos contra el pueblo y sus organizaciones sociales y políticas.
El gobierno de Juan Manuel Santos debe sentar una posición clara de
compromiso con la solución política y social, entendiendo que la vía más
conveniente, para trazarnos el futuro está en la movilización del país,
en la intervención del soberano, lo que obliga, sin más demoras a
convocar la Asamblea Nacional Constituyente por la Paz.
La CELAC ha llamado a hacer del continente un zona de paz,
manifestando además, con la firma de casi todos los presidentes de
Nuestra América, su respaldo al proceso de diálogos entre el gobierno de
Colombia y las FARC-EP en La Habana. De nuestra parte estamos
dispuestos a jugarnos por esta causa humanitaria y altruista. Por eso,
ante el peligro en que se encuentra este nuevo intento de
reconciliación, llamamos a que toda la ciudadanía, en cada rincón de la
patria actúe con todas sus potencialidades, en defensa y salvación del
proceso de paz.
DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP
Publicar un comentario