Sobre el fin del ciclo 16 en las conversaciones de paz en La Habana, y el acuerdo parcial alcanzado en torno al punto dos de la agenda sobre participación política, se han escrito innumerables artículos en la "gran" prensa y generado declaraciones por parte de todos los actores políticos, gremiales, sociales y populares de nuestro país. En esta entrevista el comandante Ricardo Téllez, integrante del Secretariado del E.M.C de las FARC-EP, analiza desde la perspectiva de la insurgencia el real alcance de lo acordado. Con optimismo pero con mesura y responsabilidad afirma: "Es un avance sustancial pero falta mucho camino por recorrer"
1. Con el acuerdo alcanzado en
torno al punto 2 de la agenda sobre participación política ¿se puede
afirmar que este es un proceso irreversible? ¿cuánto se ha avanzado y
que falta?.
Ricardo Téllez. El acuerdo parcial sobre el segundo punto de la agenda
significa un avance sustancial que anima a las partes a continuar
adelante, pero todavía falta mucho camino por recorrer. Las FARC-EP
jamás han pensado en abandonar La Mesa. Somos conscientes de la
responsabilidad histórica que asumimos para trabajar hacia una salida
política del conflicto social y armado que vive el país, y entendemos
que el gobierno colombiano por fin ha entendido que la derrota militar
de la guerrilla es una quimera. La parte que abandone La Mesa debe estar
dispuesta a pagar un alto costo político, y cargar con la
responsabilidad de haberle fallado al pueblo de Colombia y a los amigos
de la paz a escala internacional.
2. Al optimismo de los
colombianos por el avance del proceso en La Habana se le suma un ascenso
de la lucha popular. ¿que relación existe entre la movilización popular
y la posibilidad de un acuerdo de paz?.
Ricardo Téllez. El
movimiento popular en Colombia fue sometido en las últimas décadas a una
represión de proporciones desconocidas en otras partes del continente.
No pudo ser derrotado. Pagó un alto costo en vidas humanas,
desplazamiento, tortura, cárcel, exilio. Hoy resurge como el ave fénix
para exigir sus derechos conculcados y se torna en un actor político de
primer orden. Las gentes intuyen que es posible derrotar definitivamente
el terrorismo de Estado, conquistar la democracia y lograr profundos
cambios estructurales para recomponer el país. Ha pasado de la
expectativa a la acción, ve que en La Mesa de diálogos de La Habana a
una guerrilla que asume la defensa de los planteamientos que
tradicionalmente viene moviendo el sector popular y eso anima la lucha, a
la vez que retroalimenta y brinda contundencia a la Delegación de Paz
de la Insurgencia; eso explica que algunas consignas sean coincidentes y
se planteen con igual fuerza tanto en Colombia como en La Habana.
3. ¿Que pueden esperar las mujeres, los indígenas, los afrodescendienes, los jóvenes de este acuerdo?.
Ricardo Téllez. La
mayor parte de sus reivindicaciones han sido tenidas en cuenta por la
guerrilla. Las ha peleado con particular interés para verlas plasmadas
no solo en el acuerdo sino en la realidad. Hay que defenderlas en el
terreno y obligar a su inmediato cumplimiento. Es una deuda histórica
que no da demora en ser cancelada por parte de Estado. Desde luego la
lucha no termina. Comienza bajo otros parámetros. Bien ha entendido
nuestro pueblo que es la hora de la unidad, la organización, la
elevación de la conciencia de clase para lograr los cambios por los que
hemos venido combatiendo. Las diversas acciones de masas se colocan al
orden del día, para hacer avanzar los cambios y lograr la democracia.
4. Los enemigos de la paz son
pocos pero muy poderosos. ¿Están aislados estos sectores o todavía
tienen la capacidad de sabotear el proceso?.
Ricardo Téllez. Para
nada minimizamos el poder de la extrema derecha fascista. La diferencia
con procesos anteriores es que hoy se conocen nombres propio y los fines
que buscan. Actúan abiertamente. Antes lo hacían en la sombra. Nadie
los denunciaba y gozaban de plena impunidad. Hoy actúan abiertamente en
contra del proceso, tienen candidato presidencial y continúan manejando
grupos paramilitares sin pudor alguno; esto lo conocen bien las
autoridades que están en mora de actuar con contundencia. Más de 200
investigaciones tiene el expresidente Uribe. Muchas de ellas por
paramilitarismo. Su hermano Santiago fue citado por la fiscalía para que
responda por la creación del aparato de muerte que bajo el sugestivo
nombre de "LOS DOCE APÓSTOLES", sembró de muerte y desolación el norte de Antioquia.
No descartamos tampoco que en cualquier
momento realicen operaciones encubiertas, en las que son expertos, para
imputarlas a la guerrilla y pretender sabotear las posibilidades reales
de una salida política al conflicto colombiano.
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