Allende La Paz.
La preocupación por la marrullería del Congreso de no
aprobar sin modificaciones el Acuerdo de Paz ha hecho pasar por alto que el
Congreso colombiano ha tocado fondo.
Con la firma del Acuerdo de Paz y del Cese Bilateral
de Fuegos los colombianos se han dado cuenta que el problema de Colombia no era
la guerrilla de las FARC-EP y del ELN, sino la corrupción que carcome todo el
aparato estatal, o sea, desde el poder
ejecutivo, el legislativo, el poder judicial, y se extende a todos las
instituciones estatales y sectores de la sociedad (militar, policía, iglesia
católica, evangélicos, etc).
El poder legislativo lleva la bandera
de la corrupción. Es una práctica consuetudinaria
–diaria- que los congresistas –llamados padres de la patria- no funcionan, no
se mueven, si no es por la cantidad de dineros que el ejecutivo coloca en sus
cuentas o la de sus amigos.
La corrupción del congreso no es de ahora. Ello es
claro. Lo que nos ha llevado a encontrar que la corrupción es consustancial con
el capitalismo. Era una práctica constante y recurrente en Colombia que el
ejecutivo para garantizar las mayorías para hacer aprobar sus políticas de
gobierno repartía los dineros de obras públicas destinadas a las regiones. Los
corruptos se llevaban buena parte de los dineros de los colombianos y se
presentaban como los salvadores de las regiones, sobre todo esas regiones
olvidadas de la mano de Dios y de los gobiernos.
Èsta práctica corrupta tenía la mano corruptora del
gobierno de turno y la mano corrompida del legislative que vendía su apoyo a
las políticas de gobierno. Ahí no jugaba ningún sentimiento de Paz. Ningún
principio ético ni ningún valor moral. Todo se reducía a cuanto valía cada
congresista según el tasaje en el palacio presidencial.
Los alumnos tomaron nota y desarrollaron la práctica
corrupta. Los actos de corrupción se presentaban en todas las esferas, aún sin
la participación del ejecutivo, al punto que uno de ellos prometió “reducir la corrupción a sus justas medidas”.
Hoy día la corrupción engulle 50 billones de pesos al
año, una cantidad realmente astronómica. Y los corruptos van desde ministros,
viceminitstros, parlamentarios, funcionarios de más baja responsabilidad,
militares, prelados de la iglesia, Iglesias evangélicas, alcaldes,
gobernadores, diputados, concejos, hasta funcionarios del nivel local que exigen el pago de la coima
para realizar ésta o aquella labor.
El Acuerdo de Paz tiene en el momento mucho puntos a
su favor, lo cual hace pensar que los colombianos pobres, el pueblo, lo
defenderán con toda suenergía. Entre esos puntos está el de haber
destapado el origen de los males de Colombia. El problema de Colombia es la
corrupción, no la guerrilla como se decía.
Prueba de ello la tenemos en el Congreso que,
queriendo que recuperara su mejor cara, fue llamado por parte del ejecutivo
como el ”congreso de la Paz”. No se logró ni lo uno ni lo otro. Jugaron más las corruptas prácticas milenarias que la
pretendida recuperación promovida por el ejecutivo Santos.
Uribe trató de recuperar el control sobre la
corrupción, no para acabarla, sino para manejarla a su antojo. Ha chocado con
el apetito corrupto de su contrincante-amigo Germán “no es el man” Vargas Lleras.
La exigencia de la correspondiente “mermelada” para
aprobar el Acuerdo de Paz puso en su sitial al susodicho congreso. Carecen del
mínimo valor patrio. Son mercachifles de sus intereses mezquinos. Con la
posición asumida por Cambio Radical, Centro Democrático y partido Conservador,
el congreso “tocó fondo”.
Tocará a los congresistas honestos y democrátas, a los
de izquierda, a los independientes, que amen
ésta Patria sin mezquindades, avanzar hacia la concreción de una amplia
coalición que con valor de Patria coloque como prioridad primerísima del país
la construcción de un Gobierno de
Transición que conduzca a Colombia por los senderos de Paz que quiere el
pueblo colombiano.
Para ello requiere el concurso de los partidos
populares, las organizaciones sociales, las organizaciones campesinas,
indígenas, obreras, estudiantiles, de mujeres, que haciendo suya la construcción de un Gobierno de
Transición en vías de la construcción de una Colombia en Paz con justicia
social.
Empezemos ya sin sectarismos de
ninguna índole.
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