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La relación entre la ciudad y sus aguas –el río Hacha y sus afluentes como las quebradas La Perdiz, La Sardina, El Dedo y La Yuca– no es la mejor. Según el Plan Maestro, diseñado por investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), en 2009 la ocupación de fuentes hídricas y sus zonas de influencia ascendía a 1,3 km2.
BOGOTÁ D. C., 22 de mayo de 2017 —
A esta conclusión llegó el equipo de expertos hace ocho años cuando realizó una radiografía de Mocoa, Leticia, Puerto Nariño, Florencia, San Vicente del Caguán y Puerto Leguízamo, principales ciudades de la Amazonia.
En el documento, entregado a la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia (Corpoamazonia) en 2009, se advirtió que la tendencia descrita para Florencia –capital de Caquetá– podía crecer, y en efecto así sucedió. Incluso hoy se habla de amenaza por crecientes súbitas en sectores como La Vega, San Luis, Los Comuneros, Raicero, 7 de Agosto, Guamal, Bruselas y Tirso Quintero, entre otros.
Así mismo, se recomendó el reasentamiento de las viviendas ubicadas sobre las zonas de riesgo; ocho años después, los mandatarios locales siguen hablando de esta solución sin realizar acciones concretas.
El geógrafo Miguel Castiblanco explica que Florencia está ubicada en una zona de piedemonte que marca la transición entre la montaña –la “joven” y aún activa cordillera Oriental– y la llanura amazónica, donde provienen grandes masas húmedas que vacían todo su contenido y provocan constantes lluvias.
Los peligros de darle la espalda al río
Según el profesor Rene Carrasco Rey, director de la Maestría en Urbanismo de la U.N., los ríos no se han tenido en cuenta en el crecimiento urbano ni en la creación de espacios públicos en los municipios estudiados.
Para poder obtener información completa sobre tal situación, el equipo de la U.N. liderado por el profesor Carrasco -que involucró áreas como la geografía, la ingeniería ambiental, la arquitectura y la sociología– formuló el Plan Maestro de Ejes Ambientales que identificó los problemas principales de cada ciudad y formuló lineamientos para articular las fuentes hídricas con el crecimiento urbano.
Para el estudio geográfico se estableció un mapa preliminar de los municipios abordados con la ayuda de documentación bibliográfica, fotografías aéreas e imágenes satelitales de alta resolución.
Con el trabajo de campo –mediante el cual se estudiaron las condiciones del suelo y se describieron las geoformas, las fuentes hídricas y la cobertura vegetal– se comprobó dicha información, de manera que fue posible establecer la localización detallada de los ríos, las quebradas, los humedales y las montañas. Además, con base en una investigación documental previa, los ingenieros ambientales verificaron los puntos de vertimiento de aguas sucias y residuos sólidos, resultados que se incorporaron a la cartografía.
Después de obtener esa información, el diseño urbanístico, la arquitectura y la sociología entraron en acción. A partir de las dos primeras se estudió la distribución de las diferentes zonas (viviendas, colegios, infraestructura y espacio público) y su relación con los ecosistemas naturales. Con respecto a la última, se realizaron talleres en los que la comunidad expresó lo que más querían para su municipio, desde el punto de vista urbanístico, social y ambiental.
El documento se envió a Corpoamazonia, que contrató al equipo para el estudio, con el fin que de allí se incorporara a los planes de ordenamiento territorial municipales.
Heraldo Muñoz, subdirector de Planificación y Ordenamiento Ambiental de Corpoamazonia, afirma que a partir de 2012 el rol de la gestión del riesgo de desastres se centra en brindar apoyo técnico a los entes territoriales, según lo estipulado por la ley 1523 de 2012.
“Con el insumo brindado por la U.N. hemos formulado diferentes asesorías, y ahora lo hemos retomado para contribuir a la recuperación del área afectada en Mocoa, mediante la implementación de estudios y diseños técnicos de ejes ambientales para la planificación, gestión ambiental y riesgo de desastres sobre los ríos Mulato y Sangoyaco y la quebrada La Taruca”.
Precisamente, el barrio San Miguel, que fue arrasado en la tragedia del pasado 31 de marzo, apenas se estaba terminando de constituir cuando el equipo de la U.N. se encontraba en pleno trabajo de campo. Esta zona, junto con sectores como El Progreso, fue identificada por los investigadores como una de las más vulnerables ante las avenidas torrenciales producidas en un sistema hídrico compuesto por el río Mocoa y las quebradas Mulato, Sangoyaco, Conejo y la Taruca.
Recomendaciones desatendidas
Ya que el área de ocupación sobre fuentes hídricas en 2009 era de 434.563,9 m² y que la tendencia apuntaba a crecer, los expertos recomendaron el reasentamiento de las viviendas ubicadas en las quebradas y sus áreas de influencia, estableciendo incluso una ronda de 20 m alrededor de estas para impedir que cualquier actividad humana se llevara a cabo en el sector.
Estas recomendaciones se plantearon teniendo en cuenta que Mocoa está localizada en una zona de piedemonte amazónico en la que la alta precipitación provoca desbordamientos constantes de los ríos y, por ende, avenidas torrenciales de agua, rocas y sedimento, fenómeno que se acelera por la erosión del terreno ante la deforestación, la minería y la ganadería. El día de la tragedia, la precipitación fue de 129,3 mm, equivalente a lo que llueve allí en 10 días.
En ese sentido, los expertos lamentan que no se hayan atendido los estudios y deslizamientos previos que ya habían alertado sobre la problemática. Por lo pronto, la capital de Putumayo afronta, tras la terrible noche, un nuevo amanecer.
Conozca aquí la radiografía de las otras ciudades estudiadas.http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/los-peligros-de-darle-la-espalda-al-rio.html
(Por: fin/JFMM/dmh/MAFB)
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