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Qué sostiene a la élite oligárquica colombiana en el poder?

Written By Unknown on martes, abril 25, 2017 | martes, abril 25, 2017

Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo.

La permanencia de la oligarquía en el poder en Colombia  durante más de 200 años solo ha sido posible mediante el ejercicio violento de ese poder. 

Igualmente su modelo de acumulación capitalista ha sido posible -en parte actualmente- mediante el despojo de tierras (recordar La Violencia y los más de 300.000 víctimas mortales y más de dos millones de campesinos desplazados forzosamente), que sumada a la reparticiña de la corrupción y los negocios fraudulentos de los "cocotudos" empresarios engrosaban los bolsillos de la élite a costa de la miseria y pobreza del resto de colombianos.

Qué sostiene esa oligarquía en el poder? Cuáles clases sostienen a esa oligarquía?  

Fuerza Pública y ejercicio violento del poder

Evidentemente que lo que sostiene a la élite oligárquica en el poder son las fuerzas militares, es decir, la Fuerza Pública conformada por militares y policías. Sin el concurso del aparato represivo del Estado nunca sería posible ejercer el poder de manera tan violenta.

Desde siempre, desde antes de la Masacre de las Bananeras –más de 1.000 asesinados por los militares en la Zona Bananera de Santa Marta-, la represión a sangre y fuego ha sido la constante en el tratamiento dado a las justas protestas de los trabajadores por mejores condiciones labaorales y salariales. Ese ejercicio violento ha hecho posible implantar todas las políticas económicas dictadas por el imperialismo estadounidense y aplicadas por la élite oligárquica en el poder, en favor de las multinacionales (United Fruit Co en 1928) y los empresarios criollos.

• Guerra contrainsurgente

La guerra contra-insurgente desatada desde 1964 con el Ataque a Marquetalia bajo el amparo de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) ha permitido desarrollar una guerra de baja intensidad, sucia, cuyas víctimas principales no han sido las guerrillas, sino las clases campesinas y los indígenas, a más de convertir Colombia en laboratorio contra-insurgente ha posibilitado aplicar el más aberrante Terrorismo de Estado y convertido a Colombia en el 2o país con mayor pie de fuerza de suramericano, después de Brazil, con unas hipertrofiadas Fuerzas Militares con casi 500.000 unidades desplegadas en escenarios de Guerra ante la protesta popular en todo el territorio nacional.

• Terrorismo de Estado 

Ese Terrorismo de Estado aplica los principios del “enemigo interno” y de “secarle el agua al pez”, siendo el pez las guerrillas insurgents armadas y el agua las masas campesinas e indígenas, incluso los sectores populares habitantes de las ciudades y pueblos colombianos.

Al calor de tal política se adelanta la reprimión al pueblo trabajador de las ciudades, a los campesinos, a los indígenas, y las fuerzas estatales entran a barrer con toda Resistencia popular “a sangre y fuego”.

Las cifras están a la luz para el escrutinio de todo aquel que quiera ver. Las cifras aportadas por el CNMH –el Centro Nacional de Memoria Histórica-, nacido a raíz de la Mesa de Conversaciones entre las FARC-EP y el gobierno colombiano, el cual hoy quiere ser cooptado por el Ministerio de Defensa colombiano, son apenas una parte del drama humanitario padecido por el pueblo colombiano.
Según el CNMH el conflicto interno ha dejado 220.000 víctimas mortales y más de 7,5 millones de desplazados internos, a quienes les han robado 8,5 millones de hectáreas, una auténtica Reforma Agraria regresiva. Tal enormidad no nos cabe en la cabeza y siempre nos preguntamos, cómo ha sido posible haber sumado tal cantidad de seres humanos asesinados? Por qué llegamos a ese cuadro demencial? Tal cantidad de muertos ha sido posible con prácticas criminales como:
* la desaparición forzada (70.000 víctimas, 97,7% responsabilidad del estado),
*las masacres (casi 4.000 masacres, 83,3% responsabilidad del estado),
* ejecuciones extrajudiciales (83% responsabilidad del estado, de ellas más de 3.500 ejecuciones cometidas durante los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez),
* y desplazamiento forzado (una forma de redistribuir la tierra a favor de los terratenientes y ganaderos, 100% responsabilidad del estado, por acción u omisión).
Como se deduce de esa responsabilidad estatal, las guerrillas –FARC, ELN, M-19, EPL, Quintín Lame, etc- son apenas responsables entre todas de menos del 15 % . Sin embargo, en el mundo circulan los errores atribuídos a las guerrillas, en tanto se silencian los horrores provocados por las fuerzas militares-narcoparamilitares del estado colombiano, el cual, como dice Jens Holm, practica el Terrorismo de Estado mientras se autotitula la “democracia más antigua” de Suramérica.
Clase política

Un pilar fundamental del sostén oligárquico en el poder es su clase política. El siglo pasado se dió una transformación de esa clase en el poder, la cual ante la posibilidad de perder su poder, recurre al asesianto de sus contradictores políticos incentivando el Terrorismo de Estado.

La ”clase política” carcomida desde siempre por la corrupción, encuentra en el narcotráfico el aliado idal con los miles de millones de dólares para “invertir” en sus campañas política y hacer el acceso de las clases populares a cargos de representación electoral un imposible. Ningún hijo de pueblo puede competir en condiciones de igualdad con la maquinaria impúdica de clase política-narcotráfico, maxime cuando a ello precede la utilización de las bandas dedicadas al narcotráfico en las tareas de contra-insurgencia,, conformando el binomio impúdico del narco-paramilitarismo, el cual permitiría adelantar la “guerra sucia” sin “mancharse las manos” por parte de las fuerzas estatales y poder así lavar sus ensangrentadas manos y caras.

Es de resaltar que la clase política oligárquica empotrada en el Congreso legislaba una legislación de guerra contra el pueblo colombiano, dándole un viso de “legalidad” a cuantas aberrantes leyes producían en contra del pueblo, al punto que hoy día, aún hoy, la legislación colombiana es una legislación para la Guerra.
  
Indiferencia clases populares

La ruptura del tejido social popular ha llevado a la desarticulación de la protesta popular, protesta que ha continuado a pesar del Terrorismo de Estado. Desde luego que ante la mortandad de dirigentes populares, el pueblo ha sido presa fácil de la indiferencia ante la posibilidad de “ejercer política” a fin de satisfacer sus necesidades básicas primarias –primer incumplimiento del estado fallido colombiano-, lo cual se traduce también en la poca capacidad de convocatoria de la oligarquía a las elecciones y el abtencionismo sempiterno, mayor del 60% en casi todas las elecciones.

Nuevos tiempos

A raíz de la firma del Acuerdo Final por una Paz estable y duradera entre las FARC-EP y el gobierno de JM Santos comienzan a correr nuevos tiempos en Colombia. Se comienza a producir la recuperación del tejido social popular y sectores importantes de la vida popular están reorganizando sus organizaciones y reestableciendo los vasos comunicantes entre las organizaciones.

Prueba de ello lo tenemos en la avalancha de visitas que a diario se producen en las Zonas Veredales, sitios de concentración de la guerrilla de las FARC-EP, lo que a su vez da un mentís a la aseveración de los medios de comunicación en poder de la oligarquía –en el poder y fuera de él- del aislamiento de las FARC-EP del conjunto del pueblo.


Ello será mucho más ágil, rápido, una vez se haya realizado el Congreso Constitutivo del Nuevo Partido Político que nacerá de las FARC-EP. Comienza ahí, de verdad verdad, una nueva etapa de la vida política colombiana, ensanchando las avenidas de la democracia, una democracia popular, que luchará porque el poder llegue a manos del pueblo.
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