Allende La Paz.
El discurrir normal de
una “democracia” contempla cada cierto tiempo la convocatoria a elecciones.
Ello es así hasta que el apetito de algunos políticos hace que se creen
imprescindibles y hacen hasta lo indecible para perpetuarse en el poder. Ese
tiempo puede ser 4 ó 6 años y si el “elegido” está realizando una buena labor
el pueblo lo puede premiar con elegirlo para otro período.
Diferente es la manera
en que las “democracias” se convierten en “camisas de fuerza” que impiden al
pueblo descartar ciertos partidos –oligárquicos, casi siempre- que están
ejerciendo el poder en favor de una élite que ejerce el poder de manera
fraudulenta y corrupta.
Ejemplos los tenemos en
el PSOE y el PP en España y en Colombia con el Frente Nacional y su prolongación
en el tiempo con todos los partidos oligárquicos –la U, Cambio Radical, CD,
etc-, al tiempo que esos partidos son “propiedad”, “marca registrada”, de un político
oligárquico que manda sobre todos.
La U es de Santos,
Cambio Radical es de Vargas-Lleras, El CD es de Uribe Vélez, etc, y ya hemos
visto que manejan esos partidos como sus ”fincas”, sus haciendas, en donde son
señores, reyes y amos. No sobra recordar el episodio de un Vargas Lleras
dándole “coscorrones” a uno de sus guardaespaldas, que entre otras cosas son
empleados estatales, pagados con los dineros de los contribuyentes, o los
escoltas que son enviados a llevar la esposa e hijas de Alejandro Ordóñez, ex
procurador sacado de ese cargo por su corrompida re-elección (también llegó la moda
de la re-elección a la Procuraduría) como si los lazos de sangre sean
suficientes para “escoltar” esos familiares.
Evidentemente que los “elegidos”
para ser presidente, por ejemplo, no son elegidos por unas elecciones
populares, sino por elecciones internas del partido en donde juega el factor
del dinero. El candidato presidencial es el que más dinero ponga en la mesa y
el que más adeptos corruptos tenga a su alrededor. Una vez “elegido” el
personaje viene a jugar su rol las elecciones que, como todas sabemos en
Colombia y el exterior, son todo menos limpias. Toda clase de delitos
electorales se cometen.
Recordemos nada más el caso de Uribe Vélez elegido para
su primer período con las fraudulentas elecciones en el departamento del
Magdalena –ayudado por el asesino “buen muchacho” Jorge Noguera Cotes (asesino
del profesor Alfredo Correa D´Andreis)-, logrando de esa manera vencer a
Horacio Serpa, y haciéndose re-elegir con las maniobras del reforma de la
Constitución (Yidis-política) y la narco-para-política.
La “democracia” en
Colombia está plagada de delitos electorales, decíamos antes. Compra de votos,
constricción a electores, retención de cédulas de ciudadanía, compra de
registradores nacionales, regionales y locales, compra de jurados de votación
para adulterar los escrutinios, compra-venta de votos por bolsas de cemento o
tejas de zinc para construir casas o puestos de salud, por ejemplo.
Si a ello le sumamos que
en las elecciones “democráticas” colombianas participa menos del 40% del padrón
electoral –más del 60% de los empadronados no vota!-, lo cual es muestra de la “seducción”
de los programas de los partidos oligárquicos.
Pues bien, una vez
elegido el candidato elegido mediante la
democracia burguesa se espera que su período termine, bien o mal, mal en
casi todos los casos. Mas ahora la “derecha”, por órdenes del imperialismo
estadounidense, recurre, cuando pierden las elecciones ante candidatos que de
una u otra manera representan programas más progresistas que los de derecha, o
que se preocupan por pagar la enorme deuda social que tienen esos partidos con
el pueblo, recurre –repito- a desconocer las elecciones. Ejemplo
de ello lo tenemos recientemente en
Ecuador con el triunfo de Lenin Moreno.
O, más aberrante aún, en el transcurso del período
presidencial organizan golpes de estado ”suaves” a través de los corrompidos
parlamentos –Lugo, Dilma- o golpes de estado físicos fascistas –Zelaya en Honduras-,
precedidos con creación de caos de carácter fascista. Guarimbas en el caso de
Venezuela, por ejemplo.
Paradójicamente, en los tiempos de hoy, la izquierda se está
convirtiendo en defensora de la ”democracia burguesa” toda vez que ella está
siendo pisoteada por la misma burguesía, el mismo imperio, que la ha utilizado
en su propio provecho durante siglos. Esa ”defensa” es correcta toda vez que mientras
el pueblo no tenga la organización y la fuerza suficiente para destruir la
democracia burguesa, y para construir en su reemplazo una democracia popular,
debemos jugar con las reglas de esa democracia burguesa.
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