Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo.
Definitivamente la firma del ”Acuerdo Final para una Paz
estable y duradera” entre las FARC-EP y el gobierno de JM Santos –en representación
del estado- ha abierto espacio para una nueva forma de hacer política.
El pueblo colombiano es consciente de que los nuevos aires
que se respiran en el país –aunque persiste el Terrorismo de Estado- son
debidas al empecinamiento de las FARC-EP por lograr la Paz. Sin la brecha
abierta por el accionar político-militar de las FARC-EP hubiera sido imposible
ver lo que estamos presenciando.
Se silencian los fusiles y se empieza a utilizar otro
lenguaje –aunque sigue la guerra mediática contra el pueblo y las FARC y el ELN
en los medios en poder de la oligarquía (Caracol, RCN, etc)- y por cuenta del
Acuerdo Final en el Parlamento por primera vez se discuten y se aprueban los
Acuerdos entre el gobierno y las FARC-EP contenidos en el ACuerdo Final, con
presencia de la ciudadanía verificando que todo se ajusta al Acuerdo Final
(Voces de Paz), lo que conlleva a una nueva esperanza para el pueblo
colombiano.
De igual manera, a la espera del Congreso Constitutivo del
Partido de las FARC-EP, la política, entendiéndola como el accionar para
favorecer al pueblo en su conjunto, se mueve y tiene a todos los sectores,
centro, izquierda y extrema derecha, definiendo sus alfiles para las elecciones
de 2018. De lo que resulte así será el futuro del país. Si la construcción de un
país en paz con justicia social o un país en statu quo.
Por ello es supremamente importante, necesariamente imprescindible,
la propuesta del comandante de las FARC-EP, Timoleón Jiménez, de un ”Gobierno
de Transición”. Será éste gobierno
el que adelante el grueso de la Implementación –ya sabemos lo delicado que es-,
implementación de la cual depende todo el proceso de paz.
Ya los bloques de poder politico
se están definiendo –o están definidos, mejor dicho-, por un lado tendríamos el
sector de los amantes de la Paz y, por el otro, los ”enemigos de la Paz”. Esos
serían los sectores predominantes y definitorios.
Pretender ser amigo de
la Paz lanzándole disparos y rockets es una posición farisaica, igualmente
torpedear la Paz bajo el manto de querer la Paz, pero ”no ésta Paz” –quizás pretenden
imponer la Pax de los sepulcros- es todo un contrasentido filosófico y politico
(algo así como el enamorado que asesina al objeto de su amor en nombre del
amor). No hay posición política más cínica que la de “querer la paz en nombre
de la Guerra”.
De cómo se alinderen los
sectores politicos definirá si se es amante o enemigo de la Paz. Ello marcará
verdaderamente a cuál sector pertenece y le mostrará al pueblo quién va a
favorecer sus intereses y quién va en contra de él. Lógicamente habrán
deslizamientos y alinderamientos.
El caso de Suecia, es
ilustrativo de lo que decimos. En años anteriores gobernó la
Socialdemocracia, acompañada por el Partido de Izquierda y el Partido Verde,
contra toda la gama de la derecha (Moderados, Fascistas, liberales, etc).
Después gobernó la derecha. Hoy la gobierna la Socialdemocracia con los Verdes
y el Partido de Izquierdas (apoyo condicionado) juntamente con la derecha lo
que resolvió un empate ”tecnico” entre derecha e ”izquierda”. Todos coexisten y a nadie se le ocurre recurrir al “asesinato
como forma de hacer política”.
Hay en Suecia políticas que son de Estado y los gobiernos
las acatan totalmente. La Paz es una política de Estado en Suecia. Todos los
partidos políticos tienen claro que la Paz es el bien supremo y de allí nace la
llamada ”neutralidad” sueca en conflictos entre otros países, aun cuando en los
últimos años vemos un ”deslizamiento” hacia posiciones no tan neutrales.
Por ello, nos
preguntamos: Por qué en Colombia la Paz no es política de Estado? Ello
significaría aislar la Paz de los vaivenes de la politiquería de los gobiernos.
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