Pasadas las
celebraciones de fin de año la realidad golpea a los colombianos de clases
media y del pueblo. Algunos estarán endeudados y otros apretarán el bolsillo
ante el robo a mano armada producido por la Reforma Tributaria (ya veremos el
ESMAD reprimiendo las protestas populares ante la susodicha Reforma). Otros –la
mayoría del pueblo- viven la esperanza de una Paz, imperfecta, pero paz al fin.
El año 2016 fue el año
de la firma del Acuerdo Final y Definitivo entre el gobierno JM Santos y las
FARC-EP para una PAZ estable y duradera. Comienza la implementación, la etapa
más difícil ya que implicará llevar a la práctica, a la realidad, el Acuerdo
Final. Ella contará con enemigos reales y potenciales. Los reales ya sabemos
quiénes son, son los “enemigos de la Paz” enquistados en la sociedad y en el
estado, o sea, los conservaduristas de todos los pelambres, liberals, godos, de
la U, de Cambio Radical, etc. Los potenciales están en las fuerzas militares,
funcionarios medios, etc.
Desde luego que entre
los enemigos reales está la Doctrina que rige a la Fuerza Pública –el aparato
de represión estatal- y su Terrorismo de Estado, el cual para no asumir sus
responsabilidades por las violaciones de DH, utiliza la herramienta
narco-paramilitar. Que el año 2016 –año de la Firma del Acuerdo de Paz- hayan
sido asesinados 114 líderes populares es muestra que desde el gobierno –y el
estado- no se ha renunciado al Terrorismo de Estado y todos los “enemigos de la
Paz” la siguen utilizando, mucho más el gobierno que también sigue practicando
la “combinación de todas las formas de lucha” oligárquicas.
También entre esos
enemigos reales sobresale el sempiterno incumplimiento de parte de los
gobiernos a los Acuerdos que el pueblo movilizado les arranca con su
movilización activa. El gobierno de Santos no es la excepción. El año pasado
tuvieron los campesinos que realizar un Paro Agrario para exigir el
cumplimiento de lo Acordado en el anterior Paro de dos años atrás.
Un enemigo real de los
deseos de Paz de los colombianos está en el Neoliberalismo adelantado por los
gobiernos, y el de Santos no es la excepción. Las olas de privatizaciones –regalando
las eficientes empresas estatales a manos privadas- y el escamoteo de las
conquistas de los trabajadores van depauperando cada vez más la clase media y
arrojando a los pobres a la miseria e indigencia.
La aprobación de la
Reforma Tributaria y su complemento, el irrisorio aumento del Salario Mínimo,
demuestra que el gobierno está para satisfacer los intereses de los sectores
pudientes, oligárquicos e imperiales, y le importa un cinco las necesidades que
sufre el pueblo, el cual ante el alza del salario –no alcanza ni para sufragar
un transporte de TransMilenio al día- se verá obligado a trabajar más horas
diarias o lanzarse a la informalidad, que paradójicamente le produciría más que
el salario minimo, como lo vienen afirmando reconocidos economistas burgueses.
Es evidente que la lucha
por el cumplimiento en la Implementación del Acuerdo de Paz tiene vasos
comunicantes con la lucha de clases que se adelantará en Colombia, es más, la
una es complemento de la otra y viceversa. La lucha por mejores condiciones de
vida –salarios, trabajo, vivienda, salud, educación- no está divorciada de la
lucha de la Paz. Si bien con la firma del Acuerdo Final se detiene el Conflicto
Armado (no creo se haya acabado como lo preconizan alegremente los “analistas”
y diarios en poder de la oligarquía), los conflictos económicos, sociales, políticos,
culturales, seguirán a la orden del día y será la movilización del pueblo el
único garante del cumplimiento y la conquista de las reivindicaciones de las
necesidas básicas primarias de nuestros pueblo.
Así las cosas, la lucha
diaria por las reivindaciones primarias del pueblo irá enlazada estrechamente
con la lucha por una Paz real, verdadera, que impida que el pueblo resulte
víctima –pasivo o activo- de las nefastas políticas y manipulación de las
élites en el poder.
Publicar un comentario