Dos noticias del año que apenas comienza están relacionadas con el conflicto armado, pero remiten a formas muy diferentes de hacer legible la violencia.
Por: Nicolás Rodriguez - El Espectador
La Corte Interamericana de Derechos Humanos responsabilizó al Estado por la operación Orión: la constelación que ilumina en la oscuridad, para que no se diga que les falta sentido poético de la realidad. Orión fue comandada por el expresidente Uribe contra las milicias urbanas a las que el Bloque Cacique Nutibara les pisaba los talones en la Comuna 13.
Participaron más de 1.500 hombres armados en compañía de encapuchados. Era un secreto público que en la intervención se cometieron todo tipo de violaciones, pero en esta ocasión se logró que la Corte Interamericana responsabilizara al Estado por el desplazamiento de cinco defensoras de los derechos humanos que fueron detenidas ilegalmente. Una de ellas fue asesinada.
En Antioquia, dirigiéndose al municipio de Carepa, fue asesinado José Yimer Cartagena, vicepresidente de otra de las asociaciones de campesinos, en este caso del Alto Sinú, que asiste impotente al conflicto en el posconflicto. Pese a denunciar el deambular de paramilitares en Córdoba, el líder social fue interceptado, con la misma sistematicidad de los anteriores asesinatos negados por el viceministro de Defensa.
A diferencia de la operación Orión, este es un crimen para el que no hay el mismo nivel de exposición mediática. El contraste es más diciente si se piensa en una de las fotografías que tomó Jesús Abad durante los operativos de la Comuna 13. En la imagen, un hombre encapuchado señala con el dedo el lugar hacia donde las fuerzas del supuesto orden deben dirigirse. El Ejército tiene las armas, Abad dispara con la cámara y el encapuchado desenfunda el dedo delator. No tenemos imágenes tan icónicas como esa para corroborar que los asesinatos no son casualidades.
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