La oligarquía ha inundado en sangre las campaña electoreras a fin de impedir la consolidación de proyectos revolucionarios.
Por: Allende La Paz, Cambio Total.
La oligarquía colombiana adelanta sus campañas electoreras
en medio de un baño de sangre del pueblo. Siempre ha sido así, así no nos guste decirlo.
Recordemos cómo no más
con el asesinato de J.E. Gaitán se desencadenó la mortandad y el desplazamiento
en tanto la oligarquía adelantaba su campaña electorera como si nada. Después
nacieron las guerrillas y entre ellos pactaron mientras el pueblo quedaba con
profundas heridas derivadas de esa “guerra interna” entre liberals y
conservadores, a la cual se adherieron –obligadamente- los comunistas.
Nacido el Frente
Nacional se “pacificó” el país mientras se iba incubando la 2a Violencia, la
violencia claramente clasista. Ella se disparó con el Ataque a Marquetalia en
1964, pero ya desde antes venían las ”denuncias” de Álvaro (otro álvaro) Gómez
Hurtado ”sembrando” la cizaña de las “Repúblicas Independientes” (Àlvaro Gómez
cuya imagen ha pretendido ser “lavada” por las oligarquías en el poder, pero
hay que señalar claramente que él fue uno de los artifices de esa violencia
clasista).
De allí en adelante las campañas electoreras de la oligarquía
sumieron al pueblo en un espantoso baño de sangre. Y no solamente las campañas
electoreras, toda la vida del pueblo. Prueba de ello es que del millón de ”víctimas”
que dejó el conflicto armado –algunos dicen que fueron 600.000- más del 85% son
responsabilidad del estado, en tanto a las guerrillas se atribuyen apenas el
15%. Además ha arrojado 7,5 millones de desplazados forzosos, quienes han sido
objeto de expoliación –robo- de sus tierras y sus pobres pertenencias.
Para el año 2018 la situación no será la excepción, a pesar
de la firma del Acuerdo Definitivo entre las FARC-EP y el Gobierno. En el 2016
van 114 líderes sociales ejecutados a pistoletazo limpio. Del 2011 al 2015 han habido 534 líderes ejecutados,
cuando aún no se había firmado el Acuerdo Definitivo.
Lo anterior demuestra
que los asesinatos de líderes populares y el correspondiente baño de sangre es
una constante en la vida del país, ejecuciones adelantadas por parte de las
élites en el poder, es decir, ganaderos, terratenientes, “empresarios del campo”,
algunos militares y los correspondientes para-militares y funcionarios del
estado.
Dura tarea le espera a
las FARC-EP en su tránsito a la vida legal y su apuesta estará bañada en
sangre, no nos quepa la más mínima idea. Los sectores de la élite en el poder
piensan continuar perpetuándose en el poder y luchan denodadamente por matener
el statu quo. Para ello recurren a sus mismas armas de siempre, la ”combinación
de todas las formas de lucha” oligárquicas.
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