Con su actitud, el expresidente logró una de las cosas por las cuales rechazó el Acuerdo de La Habana: que el país viera a las Farc como un partido político
La vida se encarga muchas veces de darle la vuelta a las intenciones de sus dirigentes, especialmente cuando se tienen intereses que no son precisamente los mejores para una sociedad. En medio de su rechazo al Acuerdo de la Habana, dos temas sobresalen entre repetidas afirmaciones del senador Álvaro Uribe Vélez: [1] que no se conozca toda la verdad, destinada a finalmente salir a la luz en declaraciones de empresarios financiadores del paramilitarismo y de militares enredados en ello, y [2] que las Farc no entren a la política colombiana. Claro que hay otros temas que se deducen fácilmente del destape voluntario del jefe de la campaña uribista, el señor Vélez Uribe; pero sin duda, los dos señalados son por los que más reniega el hoy expresidente Uribe Vélez.
Sobre el primero, la reacción de la juventud colombiana no solo es un importante cambio en la actividad ciudadana, sino que le dará fuerza a la paz para impedir que el país se quede sin todo lo que necesita conocer para poder reconciliarse. Entre otras, porque las razones para que floreciera el paramilitarismo en Colombia y la insensibilidad de sus promotores —civiles y militares— ante tanta crueldad no pueden seguir ocultándose para cumplir la ‘no repetición’ de este horrible capítulo de nuestra historia.
El segundo tema, la posibilidad de que las Farc dejen de ser guerrilleros y se conviertan en un partido político es ya una realidad como lo reconocen los medios y muchos sectores nacionales. Hoy las Farc, por sus declaraciones —muy diferentes a las que fueron usuales—, por su cabeza fría —su ponderación en momentos críticos—, y sobre todo, su mensaje hacia el futuro que se acerca, están demostrando de hecho que actúan ya como un partido político que ha dejado atrás su discurso guerrillero.
Gracias al senador, en un momento de crisis,
las Farc mostraron un discurso
más políticamente correcto que el del uribismo
¿Y quién hizo posible que esto sucediera cuando se tambalea el acuerdo de paz como tal entre el Estado colombiano y este grupo guerrillero? Pues al expresidente Uribe que sin darse cuenta se metió un gran autogol. El triunfalismo del No uribista cuando ganó por menos del 0.050 % de los votos, una minúscula diferencia; las declaraciones del expresidente Uribe que mostró que no tenía propuestas, su reacción ante la extensión del cese al fuego bilateral limitado a un mes, su manejo del destape de la estrategia del No, y su inhabilidad para ocultar su molestia cuando felicitó al presidente por el Nobel al insistir en los elementos antidemocráticos del Acuerdo, le ayudó a la guerrilla a confirmarle a Colombia que sí quiere la paz. Pero además, les abrió el espacio para mostrar que las Farc pueden ser ponderadas, abiertas y hasta pacificadoras. Gracias al senador, en un momento de crisis, las Farc mostraron un discurso más políticamente correcto que el del uribismo. Sí señor expresidente Uribe, con su actitud y la de sus seguidores, usted logró una de las cosas por las cuales rechazó el Acuerdo de la Habana: que el país viera a las Farc como un partido político. Ese era un paso crucial para que uno de los falsos argumentos de su campaña se convierta en verdad: que miembros de las Farc se sienten en el Congreso, y aunque ello dependerá de que los colombianos voten por ellos, lo que quedó claro esta semana es que muchos nos tranquilizamos al oír hablar al grupo como políticos que ponen la paz de Colombia por encima de todo. Su llamado para que los guerrilleros asumieran “posiciones seguras para evitar confrontaciones con los que votaron No” le devolvieron la vida a La Paz, y la esperanza a aquellos que seguimos dispuestos a perdonar sin olvidar.
El no levantarse de la mesa de negociación de La Habana, su aceptación de oír las propuestas del No, dejan claro que así se reduzcan sus curules o se eliminen como ustedes quieren, las Farc entraron ya a la política colombiana, para bien de este país. Su compromiso de cambiar la política con armas por la de palabras es lo mejor que le puede pasar a Colombia, así se ponga nerviosa la derecha recalcitrante de esta sociedad.
El país solo comenzó a oír su nueva propuesta siete días después de ganar el plebiscito. Los jóvenes, y muchos de nosotros más viejos, sabemos que el tiempo apremia, y por ello volveremos a las calles a pedir Acuerdo Ya. Nuestras voces y su Nobel de Paz le dan hoy al presidente Santos el apoyo político necesario para impedir que se cumpla el objetivo oculto del uribismo: postergar, postergar, y postergar la Paz hasta el 2018. De usted depende que su próximo autogol no sea sacar al uribismo de la arena política colombiana porque en la democracia hasta su visión debe tener voz.
E-mail: cecilia@cecilialopez.com
Publicar un comentario