Allende La Paz, Cambio Total.
Haber salvado la vida de dos mil
212 personas no les parece importantes a los ”enemigos de la Paz”. Según la ONG Cerac esas son las vidas que se
han salvado en los casi cuatro años de negociación.
Oh, cuánta alegría!
Por ese simple hecho
valen todos los Acuerdos del mundo. Por ese acontecimiento histórico –que en
Colombia no hay un muerto más por la confrontación armada del Estado contra las
FARC-EP- valen todos los esfuerzos hechos durante 52 años.
De paso, felicitamos a
los integrantes de la delegación de paz de las FARC-EP por el tesón conque
defendió la causa popular. Igualmente a la delegación de Paz del Gobierno por
su claridad al entender que era necesario dar ese paso histórico para acabar la
guerra.
Hay que entender que
con el Acuerdo Final se dará el paso de una política de paz gubernamental –al vaivén
de cada “pelafustan” que llegaba a la presidencia- a una política estatal de
Paz, con rango constitucional. Ello significa que esté quien esté en el solio
presidencia la política de paz seguirá su curso y no podrá ser modificada según
el sentir visceral de quién está sentado en el sillón presidencial –ave de
paso-. Esta es una de las transformaciones históricas que está produciendo el
Acuerdo Final alcanzado en la Mesa de La Habana.
Y vendrán más.
Vendrán más porque al
atacar las causas que originaron el Conflicto Interno –el cual se está
resolviendo en su componente o dimensión armada- se estará sacando del atraso
muchos sectores de la vida nacional, incluso de los que están aferrados al
statu quo, es decir, los “empresarios del campo”, los terratenientes, los
ganaderos-. Al restituir la tierra a quienes han sido despojados por los anteriores
en los “años de Guerra” y entregarles a otros que también la trabajan hará que
Colombia se convierta en una potencia agrícola.
Igualmente, los
trabajadores colombianos respirarán nuevos aires de “democracia”y podrán
adelantar sus luchas sin que el Estado los señale como “comunistas”, “terroristas”
o narcotraficantes –y les cuelgue una lápida en su cuello- y las negociaciones
se volverán eso, negociaciones y no guerra entre las dos clases enfrentadas,
obreros, trabajadores, por el lado popular y “patron” por el lado oligárquico.
De la misma manera, la lucha de las mujeres por la igualdad
real se transforma en una lucha no de un género, sino de los dos por estar en
pié de igualdad no solo en las relaciones de pareja, sino en las relaciones
laborales y sociales.
Es preciso resaltar que con el Acuerdo se podrá allanar el
camino de la Reconciliación al clarificar el Estado en su responsabilidad en el
83% de las masacres, el 83,2% de las ejecuciones extrajudiciales, en el 97,7%
de las desapariciones forzadas y en el casi 100% del desplazamiento forzado y
el robo de sus tierras. Podrán los hijos,
esposas, padres, hermanos, saber por qué fueron asesinados sus familiares –realizando
el duelo necesario y restañando las heridas- y sus restos recibirán la sepultura
correspondiente.
Viviremos todos esos cambios, todavía en el marco asfixiante de la "democracia" burguesa, mas comenzaremos a vivir la vida en Paz. Respirando otros aires. Descubriéndonos al mirarnos a
los ojos y valorándonos como seres humanos. Comenzaremos a valorar la
vida, cuya tenencia es el bien más preciado de todos los seres humanos. La vida,
vivir la vida, estará en el centro de todas las acciones que acometeremos y le
contaremos a nuestros hijos y nietos que ”Hubo un tiempo en que la vida no
valía un céntimo…”.
Ese día el irrespeto a
la vida no será noticia.
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