Ayer firmaron en Cartagena el Acuerdo Final para cesar el Conflicto Armado el presidente Juan Manuel Santos y el comandante de las FARC-EP, Rodrigo Londoño Echeverri, ante la presencia de toda la comunidad internacional, la ONU, y miles de invitados especiales, entre los cuáles se contaban a los familiares de y las víctimas.
Emotiva y esperanzadora ceremonia. El pueblo colombiano, desde los que se congregaron en la Plaza de Bolívar hasta los que lo vivieron en las sabanas del Yarí, festejó al estilo colombiano. De rumba. Así somos y quizá esa tendencia a convertirlo todo en música y danza nos ha permitido sobrevivr estos casi 70 años de guerra ininterrumpida.
Quisiera dar algunas puntadas sobre los discursos de las dos partes.
El discurso de Juan Manuel Santos fue un discurso para la comunidad internacional, más de vitrina, más veintejuliero, más de político tradicional, que dejó sin tocar los problemas reales que sufren los colombianos y que generaron y perpetuaron la guerra interna, así haya mencionado uno que otro. No se sintió como un discurso para la ocasión cuando la ocasión estaba para reconocer, por ejemplo, la responsabilidad en el Terrorismo de Estado y pedir perdón a todas las víctimas y no solo mencionarlas como lo hizo.
Eso hubiera sido apoteósico ya que por primera vez un jefe de estado reconocía la culpabilidad del estado, cosa que solo a regañadientes lo hacen cuando son constreñidos por organismos internacionales. Ahí si, si lo hubiera hecho, el pueblo colombiano tendría una seguridad de no repetición y la comunidad internacional un ejemplo a seguir. Es más, el hecho de haber homenajeado a los militares y policías -que lo merecen naturalmente- y no pedír perdón a las víctimas nos deja la certidumbre que podrá repetirse la misma historia, Terrorismo de Estado. Ojalá estemos equivocados.
El discurso del Comandante Timochenko, por el contrario, fue un discurso más sesudo. Que quedará para la historia. Un discurso que tocó con relativa profundidad las causas que engendraron la guerra –no tocados por el presidente Santos-, y pidió perdón a todas las víctimas, como si él fuera el presidente y no el humilde comandante de las FARC Timochenko que todos conocemos a través de la prensa mundial y alternativa.
Desde el principio se vió que el discurso de Timochenko iba dirigido al pueblo colombiano, a los desplazados que rodean con sus cinturones de miseria las ciudades colombianas, al igual que en Cartagena, a donde han sido desterrados por las fuerzas militares-narcoparamilitares, a los campesinos, a los obreros, a los estudiantes, a las mujeres, a los ancianos, a las víctimas, y colocó en altísimo plano a los niños colombianos.
Su compromiso queda sellado y manifiesta su preocupación por el cumplimiento estatal cuando dice “Nosotros vamos a cumplir, y esperamos que el gobierno cumpla. (…) Que nadie dude que vamos hacia la política sin armas. Preparémonos todos para desarmar las mentes y los corazones. … En adelante, la clave está en la implementación de los acuerdos, de tal manera que lo escrito en el papel cobre vida en la realidad. Y para que ello sea posible, además de la verificación internacional, el pueblo colombiano deberá convertirse en el principal garante de la materialización de todo lo pactado”.
Su análisis del momento que vive el mundo lo senala al pedir paz en todo el mundo, en Siria, entre palestinos e israelitas y llama a la convivencia pacífica. Su apuesta en Colombia queda demostrada cuando dice: “El tratado de paz que suscribimos hoy en Cartagena, no sólo pone fin a un conflicto nacido en Marquetalia en el año de 1964, sino que aspira a sellar para siempre la vía de las armas, tan largamente transitada en nuestra patria”.
El pueblo, sus sufrimientos por la repression estatal y su deseo de paz es altamente valorado por Timochenko: “Un pueblo que anhela que la persecución, la represión y la muerte y el accionar paramilitar, que aún persisten, así como las múltiples causas del conflicto y la confrontación, puedan ser superadas en forma definitiva”.
Hay momentos en que no entendemos por qué los personajes que rigen los destinos de un país se muestran tan mezquinos con el dolor ajeno.
Mas estamos contentos, felices. He recibido mensajes tan alentadores como el de un hermano –a quien tengo más de 30 años de no ver- que me manifiesta: “Mi querido hermano!!! Hoy es un día histórico para el país y para nuestra familia!!! Hemos recuperado la Paz y a un hermano!!! Después de 30 años nos volvemos a comunicar. Quiero decirte que durante todo este tiempo anhelé este momento de vencer el miedo y expresarte lo mucho que te quiero y lo mucho que te extrañamos!!! Te mando un fraternal abrazo y mis deseos que la vida nos dé la oportunidad de vernos pronto!!!”.
Imagino que así habrá miles de colombianos con los mismos deseos. Es que la paz es un bien intangible que solo cuando se pierde se sabe lo que significa.
De todos modos, quiero agradecer al presidente JM Santos y al comandante de las FARC-EP, Timochenko, por ese regalo que nos dieron a todos los colombianos: La Paz.
...Ver en Postales de Estocolmo.
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