José María Carbonell,
Blog Nueva Colombia.
La propuesta del
narco-paramilitar No 82 ex-presidente y hoy senador Álvaro Uribe Vélez de “modificar”
los Acuerdos hasta hoy alcanzados en la Mesa de La Habana es además de una
locura una muestra de cómo se las gasta ésta oligarquía en el poder.
Dígase lo que se diga no tiene pelos ni señales por ningún
lado. A quién se le ocurre que
lo discutido entre las dos partes de una guerra –gobierno y FARC- tenga que ser
modificado por el capricho enfermizo de un narco-paramilitar. Es la misma pretension
que tuvo Carlos Castaño cuando el “Corralito de Ralito”. Su soberbia lo llevó a
enfrentarse con todos los comandantes de las AUC –incluído su hermano Vicente-,
lo que lo llevó a la muerte precisamente por orden de su hermano y todos los
comandantes de las AUC.
La locura de Uribhitler
lo lleva a no comprender que lo discutido y aprobado en la Mesa de La Habana
son “Cuestiones de Estado” entre las partes que se han enfrentado con las armas
en la mano durante más de 52 años. Que él pretenda “colarse” y “dirigir” las
conversaciones no tiene ni pies ni cabeza. Si lo desea tan fervientemente
debería inscribirse como “víctima” –y victimario a la vez- y solicitar comedidamente
que por favor le permitan dirigirse a la Mesa de La Habana en cualquier comisión
de víctimas que se entrevistara con los plenipotenciarios.
Ahora bien, la pretensión
uribhitleriana es muestra de cómo maneja éstas cosas la oligarquía, mucho más
la ”oligarquía” narco-paramilitar que no tiene ningún rescoldo moral para su
accionar. A los narco-paracos les importa un bledo que los Acuerdos sean para
alcanzar la Paz que acabará con el enfrentamiento fratricida entre los
colombianos, enfrentamiento que fue llevado a la más horrenda degradación
durante los 8 años en que el narco-paramilitar No 82 estuvo en la presidencia
de la República, a la cual accedió precisamente con la ayuda de los
narco-paramilitares de las AUC, y además de sumir a Colombia en la más
espantosa corrupción, de arrebatar conquistas laborales a los trabajadores, se
peseó por encima de la Constitución y modificó un “articulito” para asegurarse
la permanencia en el gobierno.
En esa postura
Uribhitler se parece tanto a Carlos Castaño que podemos entender que sean producto
del mismo odio al pueblo colombiano que piensa diferente a ellos y su visceral
frustración por no alcanzar sus deseos los lleva a cometer horrendos
desafueros. Las FARC-EP comprende que ésta locura los llevaría en un futuro a “revisar”
los Acuerdos alcanzados en la Mesa de La Habana en un future no muy lejano. Y
ahí sí sería Troya.
Éste desfase de
Uribhitler solo podrá ser conjurado con un tratamiento psiquiátrico, en el cual
quizás lo pueda ayudar su “socio” de corrupción el psiquiatra “Doctor Ternura”.
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