Un fiscal general con más conflictos de interés que ninguno otro; una Comisión de Instrucción en el Senado dominada por el partido aliado del investigado que propone anular todo lo hecho para salvar a quien, en realidad, es su protegido; este afortunado magistrado y su colega, casi de tan mala fama como él, exhibiendo su pequeñez al abogar desde la sala en que se defiende la Constitución, por la libertad de un condenado parapolítico; un procurador que amenaza con destituir a los funcionarios del Estado que no casan en sus planes mientras se dedica a torcerle el pescuezo al proceso en que su reelección podría ser anulada.
Por: Cecilia Orozco Tascón, El Espectador
Y nosotros tan frescos, como si nada. Lo cierto es que Colombia no avanza: patina en el fango. No es nuevo. Simplemente el tema cobra vigencia porque en estos días han confluido acontecimientos que nos demuestran, una vez más, que la moral social no cuenta.
Fiscal General.- Me remito a lo dicho ayer en La Pulla, la estupenda sección de crítica sarcástica de ElEspectador.com: “¿Néstor Humberto Martínez, de fiscal? ¡No, qué sorpresa!
Martínez es un funcionario ejemplar. Por eso ha sido superintendente, ministro de Justicia, del Interior, embajador en Francia y superministro. El problema es que cuando no ha estado en el Gobierno, ha cultivado su firma de abogados defendiendo a ingenios de azúcar (alerta, superintendente Robledo), ha asesorado canales de televisión, el Grupo Aval y Pacific Rubiales. En otras palabras, trabaja con el Estado y cuando sale, trabaja con empresas que tienen relaciones con el Estado. Eso genera problemas éticos porque hay muchos intereses encontrados”. Los 17 magistrados de la Corte Suprema que votaron por Martínez no desconocían su contradictoria hoja de vida pues se repitió en medios de comunicación hasta el cansancio. Yesid Reyes, impoluto, y la novel Mónica Cifuentes no llamaron su atención porque para lucir en los pasillos del poder es necesario ser más astuto, haber tomado más atajos, haber acumulado influencias del alto mundo.
Comisión amiga de Instrucción para Pretelt.- El uribismo gritó, hace poco, en plenaria del Senado para protestar contra las denuncias de esta columnista que auguraban un resultado favorable al acusado magistrado de la Corte Constitucional Jorge Pretelt. El pomposo instructor José Obdulio Gaviria ha repartido un “documento de trabajo” a sus compañeros de comisión en que llega a idéntica conclusión que el defensor de Pretelt: se le violó el debido proceso. Y, por tanto, habría que anular todo, de principio a fin. Ni el dúo Gómez Pavajeau- de la Espriella lo habría hecho mejor para favorecer la pretensión de Pretelt de terminar su periodo en la Corte. Es más, el “documento de trabajo” de Gaviria parece escrito por alguno de estos dos.
Pretelt-Rojas Ríos, al ataque.- Entre tanto, Pretelt y su colega Rojas Ríos vistieron de pureza sus tesis de libertad para esa víctima de la persecución judicial que se llama Pedro Pestana, uno de los más cuestionados caciques políticos de la costa Atlántica, fugitivo de la justicia desde cuando fue condenado por entregarles a los paramilitares la EPS de los indígenas de su región. Perdieron por la férrea oposición de la sala mayoritaria, pero quedó su mancha en el Palacio de las cortes.
Ordóñez y sus mañosas dilaciones.- Hace casi cuatro años el Consejo de Estado trata de resolver una demanda de nulidad de la reelección de este personaje tan particular cuyos méritos para hacerse notar en el mar de corrupción y clientelismo del territorio nacional, no se niegan. Después de múltiples peticiones de su expediente, recusaciones y pleitos para impedir el fallo, ayer nos despertamos con un “recurso de súplica” que, de nuevo, paraliza la decisión. Martínez, Pretelt, Rojas, Ordóñez y hasta Pestana: vivos entre los vivos. Por eso merecen ser elegidos y ser estrellas en el firmamento colombiano en donde se premia a los “aviones” y se castiga, por tontos, a quienes cumplen las normas.
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