LUIS I. SANDOVAL M 8 SEP 2014 -
Hondamente preocupados percibí a los sindicalistas Luis Alejandro Pedraza de la CUT, Julio Roberto Gómez de la CGT y Rosa Fleres de la CTC en el lanzamiento -jueves 4- del VI Congreso de la CUT que tendrá lugar en Santa Marta del 24 al 26 de septiembre.
Por: Luis I. Sandoval M, El Espectador.
Las preocupaciones de los dirigentes tienen que ver con las ridículas tasas de sindicalización (sus palabras), solo alcanza el 4.7% de la PEA, en 1986 la CUT tuvo más de un millón de afiliados, hoy tiene 531.000 registrados, siendo la primera central, con los impactos sociales y ambientales del modelo extractivista y con la incierta reparación del movimiento al término del conflicto armado interno.
¿Cómo se repara el sindicalismo que ha sufrido en los últimos lustros la pérdida de 500 organizaciones y 3000 dirigentes, entre ellos 1000 del magisterio nacional? ¿Qué hacer para compensar esa enorme lesión y tener un sindicalismo con la estatura política que reclama la fase de transición a la paz? ¿Qué hacer cuando la lógica implacable del capital busca la máxima flexibilización de los mercados, incluido el de la fuerza de trabajo?
El Congreso de la CUT tendrá que ocuparse de estos temas y adoptar estrategias que pueda compartir con el resto del sindicalismo y con un conjunto mayor de fuerzas en la convergencia de movimientos y partidos alternativos.
Ricardo Silva Romero, en El Tiempo del 21 de agosto, pone el dedo en la herida: “Desde 1848 – fundación de la Sociedad Democrática de Artesanos – Colombia ha sabido transmitirse de generación en generación su poderoso pavor (sic) a la asociación de los trabajadores”.
Es el esencial asunto de la libertad sindical que en el país con leyes, con convenios de OIT ratificados, con cuñas radiales y televisivas de entidades públicas y privadas, en la práctica no existe, o solo es zozobra para los osados.
El primer paso de la reparación política del sindicalismo es la adopción, inspirada en el bloque de constitucionalidad, del Estatuto del Trabajo ordenada por la Constitución del 91 y que lleva 24 años de incumplimiento. La democracia consiste en que puedan coexistir en la sociedad en civilizado conflicto, así sea rudo, varios poderes entre ellos el poder empresarial y el poder sindical.
En todas las transiciones contemporáneas de la dictadura a la democracia o de la guerra a la paz los trabajadores de los respectivos países han jugado un papel central; así fue en España, Grecia, Portugal y Polonia, así fue en Uruguay, Brasil, Argentina y Chile, así fue en Suráfrica e Irlanda. ¿Por qué no puede ser así en Colombia frente al actual proceso de paz?
Ese es el gran reto del sindicalismo colombiano: colocarse decidido en la primera línea de los que imaginan, proponen y luchan por la paz con más democracia, justicia social y vida digna. Sin sindicatos de amplia cobertura y con certera iniciativa política es imposible abocar la construcción de paz estable y duradera.
Hay que retomar el mito fundacional de la CUT: “si la convivencia en pluralidad es posible en la Central, la convivencia en pluralidad será viable en el país”. La CUT está llamada a ser un paradigma vivo para el país. Eso es posible. Pero ello si los sindicatos existen en las empresas y ramas de la economía. ¿En cuántas de las 500 empresas más importantes del país hay sindicato? Si la paz llega, para que la paz llegue, los sindicatos tienen que crecer y multiplicarse. El sindicalismo reconstruido y relanzado es clave para que la transición signifique un florecimiento de lo social y lo político.
lucho_sando@yahoo.es / @luisisandoval
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