Foto: SEMANA
Por Juan Diego Restrepo E.Ver más artículos de este autorBajo la sombra de ese concepto creció, se reprodujo y se consolidó la mayor organización del narcotráfico que tiene hoy el país. En varias regiones se padece el control social y dominio territorial.
Que
un candidato como Oscar Iván Zuluaga repique una y otra vez que en los
últimos cuatro años se abandonó la seguridad democrática, con el fin de
vender la idea de que bajo su gobierno se recobrará esa iniciativa, es
una bocanada de humo, pues cuando se revisa la historia reciente y se
visitan
algunas regiones de Antioquia lo que se observa es
una cruda realidad gestada en el segundo periodo de gobierno de Álvaro
Uribe Vélez (2006-2010).
La profunda grieta de
la seguridad democrática la representa lo que hoy se llama “el Clan
Úsuga’, es decir las autodenominadas ‘Autodefensas Gaitanistas de
Colombia’ o lo que es lo mismo, ‘Los Urabeños’. Mientras los discursos
uribistas se concentraron, y siguen concentrados en las guerrillas, el
proyecto armado de quienes surgieron una vez concluyó en agosto del 2006
el proceso de desmovilización colectiva de las Autodefensas Unidas de
Colombia (Auc) bajo los acuerdos con el gobierno nacional, se expandió
sin mayores tropiezos por buena parte del país y para finales de 2010 ya
se habían consolidado.
Uno de los
departamentos que hoy padece el dominio territorial y el control social
es Antioquia. Recientemente he viajado varias veces a zonas rurales y
urbanas del Bajo Cauca y Urabá en razón de mi trabajo periodístico y en
cada visita conozco mayores detalles y me tengo que someter a
restricciones de movilidad por culpa de la presión que ejercen ‘Los
Urabeños’ en las comunidades rurales y urbanas.
Un
caso emblemático de control territorial lo representa el corregimiento
Piamonte, del municipio de Cáceres, Bajo Cauca antioqueño, un antiguo
fortín de quien fuera el máximo jefe del Bloque Central Bolívar, Carlos
Mario Jiménez Naranjo, alias ‘Macaco’, extraditado en mayo de 2008 a
Estados Unidos para que respondiera por delitos asociados con el tráfico
de drogas. Ni durante su comandancia ni posterior a su desmovilización
grupos armados derivados de su estructura criminal han perdido el
dominio de esa zona. Ningún ciudadano extraño puede ingresar allí
libremente. Literalmente tiene que pedir permiso al “paraestado” que se
ha constituido en ese lugar para ingresar.
Lo
que constaté hace pocos días es que las veredas aledañas, sobre todo
aquellas que dan hacia el municipio de Caucasia, en la vía que conduce a
El Bagre, tienen un fuerte control social, al punto que les han
impuesto horarios de movilidad a las comunidades campesinas. En algunas
de ellas no se puede transitar entre las 6 de la tarde y las 6 de la
mañana.
Y justamente otro de los territorios
afectados por la presencia y control de ‘Los Urabeños’ es el municipio
de El Bagre, también en el Bajo Cauca antioqueño. Las recomendaciones
que me hizo un oficial de policía destacado allí es que tuviera cuidado
con tomar fotografías porque podría meterme en problemas. Otra señora,
dueña de un restaurante, me recomendó que no caminara de noche por
algunos barrios. “Por allá mandan ellos”, dijo.
Iguales
restricciones ocurren en Puerto López, de esa localidad. Campesinos con
los que me he entrevistado me cuentan que varios kilómetros antes de
llegar al casco urbano de ese corregimiento de El Bagre, hay jóvenes
apostados en la vía con radios de comunicación informando qué vehículos
van llegando y si hay extraños en ellos. “Todo lo controlan esos
Urabeños”, afirmó.
La situación también es
compleja en el norte del Urabá antioqueño, compuesto por los municipios
de Necoclí, Arboletes, San Pedro de Urabá y San Juan de Urabá. Allí se
concentró el núcleo de poder de ‘Los Urabeños’ desde agosto de 2006, sin
que se aplicaran medidas eficaces durante la vigencia de la seguridad
democrática para intentar romperlo y acabar con esta naciente estructura
armada ilegal. Desde ese año, las comunidades rurales y urbanas viven
agobiadas con su dominio y control, y alegan, con justa razón, que la
desmovilización de las Auc no trajo paz a la región.
A
finales de ese año, se tejieron dos hipótesis acerca de la creación de
este grupo armado ilegal y las funciones que cumpliría una vez se
desmovilizaron los distintos bloques y frentes de las Auc: de un lado se
comenzó a decir que era una nueva estructura con fuerte presencia en
los municipios de Necoclí y San Pedro de Urabá, que continuaría
ejerciendo el control social, político y económico de esa región, lo que
incluía asuntos del tráfico de drogas: del otro, se afirmaba que sólo
sería una estructura que de alguna manera “administraría” la zona de
embarque y exportación de estupefacientes a los mercados internacionales
previo pago de un “impuesto”, lo que dejaría al grupo como una
estructura al servicio del narcotráfico.
Sin
embargo, ambas circunstancias no eran excluyentes y, por el contrario,
se quedaron cortas en el análisis, pues ese nuevo grupo no solo se
constituiría en una férrea estructura dispuesta a hacerle frente a todos
aquellos que intentaran hacer presencia en sus territorios, sino que
comenzaría desde allí su expansión por buena parte del norte del país,
particularmente en aquellas zonas donde tuvo su hegemonía el Bloque
Norte de las Auc.
Quienes padecen en mayor
medida el control social son las víctimas de las Auc, sobre las que se
ejerce un control especial, pues se les tiene prohibido hablar en voz
alta de temas como la restitución de tierras, un asunto sensible sobre
todo en San Pedro de Urabá, por donde ingresó Fidel Castaño y su
organización criminal a comienzos de la década del noventa, y donde, una
década después, nacieron ‘Los Urabeños’.
Cuando
el candidato Oscar Iván Zuluaga habla del “abandono de la seguridad
democrática” se le olvida que bajo el imperio de ese concepto nacieron y
se consolidaron ‘Los Urabeños’, aquellos que, supuestamente, celebraron
su triunfo en la primera vuelta electoral enviando un panfleto
amenazante a un reclamante de tierras de Urabá, toda una grieta en sus
pretensiones de recuperar “la seguridad democrática”.
En Twitter: @jdrestrepoe
*Periodista y docente universitario.
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