Domínicio Nadal, El
Cuento de la Semana.
Cuentan los viejos que
había un país que contaba con un ministro de Justicia que se enfrentó al
narcotráfico del capo Pablo Escobar cuando a todo el mundo se les “ensopaban”
los pantalones con solo oirlo mencionar en sus cercanías.
Rodrigo Lara Bonilla resultó
asesinado por el “capo” Pablo Escobar, primo de José Obdulio Gaviria y jefe de
Álvaro Uribe Vélez. Semejante ejemplo no fue suficiente para que su hijo
tuviera los pantalones de su padre y se fue por las ramas y milita en Cambio
Radical, partidito de Germán –no es el man- Vargas Lleras, plagado de miembros
del narcotráfico como lo muestran los casos de la Guajira con “Kiko” Gómez y
Oneida Pinto, quienes no muestran empacho en recurrir al asesinato de sus
competidores politiqueros.
Hoy lo vemos, al Larito,
el “güevoncito”, torpedeando el Acuerdo de Paz firmado entre las FARC-EP y el
gobierno de J.M. Santos en representación de todo el estado y está realizando
cuanta maniobra se le ocurre para retrasar la aprobración de lo Acordado.
Acciones que favorecen a los asesinos de su padre. Qué paradoja!
No se nos ocurre pensar
otra cosa que el “güevoncito” carece de principios éticos y valores morales que
no adquirió por la falta de su padre. Lo lamentamos, pero no lo justificamos.
Hemos sido muchos los
colombianos que hemos perdido nuestras
familias y no por ello nos tiramos a los brazos de los asesinos de nuestra
familia. Por el contrario, hemos seguido en la lucha contra esos asesinos en la
trinchera en que nos ha tocado. Algunos decidieron “irse al monte” –decisión valiente-,
otros más cobardes optamos por el exilio, y otros también valientes están en
Colombia quizá esperando que una bala asesina siga cobrándonos nuestra gallarda
decision.
Eso sí, el “güevoncito”
usufructúa el apellido de su padre y hoy es un encumbrado presidente de la
Cámara de Representantes en un Congreso profundamente corrompido, quizá el
puesto que se merece un individuo sin moral y ética.
Éste cuento no da para
más porque da grima escribir sobre un ser anodino como al que le dedicamos una
página. Apenas una página. No da para más…
Publicar un comentario