Cambio Total.
Ya conocidas las
posturas de los dos candidatos –Santos y Zuluaga- entramos a defender, con todo
en nuestras manos, el proceso de Paz de La Habana.
Desde el inicio
de los diálogos hace dos años hemos planteado la imperiosa necesidad de
alcanzar dos puntos fundamentales que gravitaban sobre la Mesa, por fuera de
ella.
El primero, un Cese Bilateral de Fuegos que ambientara
el espacio alcanzado e impidiera que el « ruido » de los « enemigos
de la Paz » creara distorsiones sobre las discusiones, como en efecto lo
ha hecho, por no querer el gobierno colombiano –con su conocida mezquindad-
pactar este anhelo que hubiera mostrado en la práctica cómo viviríamos en caso
de alcanzar la paz y sus bondades.
El segundo, la
siempre imperiosa necesidad de « meterle pueblo » al proceso de La
Habana, no a la manera oligárquica que moviliza ciertos sectores a su favor,
sino con una presencia multitudinaria a través de sus organizaciones que fueran
a La Habana –y en Colombia- a hacer sentir su presencia, presencia que de paso
evitaría los discursos maniqueos de la prensa burguesa colombiana de que el « proceso
no tiene confiablidad » por el hecho que los trogloditas de la SAC,
Fedegan, y la mafia narco-paramilitar, griten histéricos porque se trataría en
la Mesa la tenencia latifundista de la tierra y el despojo de los campesinos e
indígenas (5,7 millones de desplazados forzosos).
Estos dos puntos,
por no haber querido ser aceptados por el gobierno nacional, le pasan su cuenta
de cobro al presidente Santos y nos muestran que en política lo que no se hace a
tiempo y espacio definidos se convierten en debilidades que serán aprovechadas
por los « enemigos de la Paz » (siempre los hay). Mas, todo es
susceptible de ser enmendado.
La Paz, como bien
supremo de los colombianos, es de obligación constitucional para todos los presidentes
y funcionarios del estado, incluídos los militares. Quien viole este principio
constitucional será objeto de demandas no sólo a nivel nacional, sino a nivel
internacional. Así que veremos no tan lejanamente la cantidad de tutelas
luchando por preservar éste derecho fundamental.
De otro lado, la paz
es una realización de quien la hace. No podríamos decir que la Paz es una « realización »
de Pastrana o Uribhitler porque los dos fracasaron en sus cometidos, el uno no
quería la Paz, sino ganar tiempo para someter a re-ingeniería las fuerzas
militares para continuar la guerra, y el otro recibiendo las fuerzas militares
y el Plan Colombia para continuar la guerra. No sobra advertir que uno y otro
han sido estruendosamente derrotados, así como el Plan Colombia que ya no se
llama así sino « Consolidación », razón por la cual el gobierno del presidente
Santos, sea por el motivo que sea que mueva sus pulsiones, se vió obligado a
sentarse en la Mesa de Conversaciones de La Habana.
En caso de llegar
a un Acuerdo, hay que reconocer que sus usufrutuarios serían el presidente
Santos por el lado oligárquico y las FARC-EP por el lado popular. A las dos
partes se debería el haber alcanzado la Paz. Evidentemente que basamento
fundamental en ese proceso ha jugado la presencia popular que ha realizado
ejercicios maravillosos como el del 9 de abril de 2013, ejercicios que deben
ser realizados cada cierto tiempo para movilizar la energía creadora de nuestro
pueblo y para parar los intentos desestabilizadores de los « enemigos de
la Paz ».
Increíblemente, los subversivos en los momentos
actuales son el « títere de Uribhitler », Zuluaga, y el procurador
Ordóñez, que están disparándole a la Paz, el uno desde su campaña –así ahora se
arrepienta de lo que la euforia le hizo creer y decir (la primera intención es
la que vale)-, y el otro desde su posición de funcionario público –en algún
momento tendrá que rendir cuentas ante la justicia, de eso no hay dudas-, al
igual que quienes lo acolitan.
La Paz es nuestro
bien supremo. Las FARC-EP en sus 50 años han reiterado su plena disposición
para alcanzar una solución política al conflicto interno, como vienen
haciéndolo desde 1964, año de su nacimiento. El gobierno nacional, politiquero,
mezquino, no ha sabido medir los alcances de las propuestas de las FARC, y ha
actuado sin consecuencia ni decisión en torno a la Paz.
Por la Paz hasta
la vida misma. Por ella hay que luchar combianando todas las formas de lucha de
masas. Por la Paz deberíamos votar dentro de quince días. No por Santos, sino
por la Paz. Así hayan « bobos con suerte ». De buenas ellos.
alp
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