Allende La
Paz, Cambio Total.
Es de tal tamaño la mezquindad de la oligarquía en el
poder que ahora pretenden que las FARC-EP salgan corriendo a “brindarle apoyo
al presidente” Santos. Ello se colige de lo planteado por los “perifoneadores”
del régimen oligarquico-mafioso, quienes califican de “ruindad” la posición de
las FARC de esperar a ver que pasa en y después de las elecciones.
Debemos puntualizar –desde nuestra civilidad- que hay
varios puntos a tener en cuenta.
Primero, que no es del interés de las FARC y mucho
menos del pueblo “darle la mano” a JMSantos –ahora que tiene “la soga al cuello”-
ya que el presidente ha demostrado a lo largo de los años que es un “enemigo
del pueblo”. Recordemos la posición de JMSantos cuando era ministro de
Hacienda. Propuso algo que favoreciera al pueblo? Jamás. Propuso algo para
favorecer al pueblo como senador de la república? Jamás. Hizo algo como
ministro de Defensa? Jamás, por el contrario. Ahí están los “falsos positivos”
o ejecuciones extrajudiciales como prueba.
Segundo, tenemos que señalar que ninguna organización
revolucionaria popular “tiene el deber” de apoyar las políticas estatales, por
muy buenas que fueran, porque lo bueno del estado burgués es siempre malo para el
pueblo. Olvidémonos de ese cuentico de que como “oposición revolucionaria”
tenemos que apoyar a un candidato oligárquico porque es el menos malo, o de que
“votaremos” en el Parlamento las mociones “buenas” del estado burgués.
Recordemos no más el error histórico de Petro votando a Ordóñez.
Tercero, las FARC no tienen ninguna obligación de “darle
una manito” a Santos porque éste individuo a toda hora está vanagloriándose que
él “si les ha dado duro a las FARC” para quedar bien con los oligarcas
tradicionales y mafiosos del país. Las FARC no apoyan a Santos porque Santos
representa todo lo que las FARC han combatido toda la vida, es decir,
Terrorismo de Estado, clientelismo, politiquería, corrupción, etc, etc.
Precisamente por eso es que hemos visto a las FARC “fresqueadas”, sintiendo que
les “corre un fresquito por la cara”.
Hasta aquí lo concerniente a las FARC. Otra cosa es lo que concierne al movimiento popular.
El interés primordial del pueblo es que en la Mesa de Conversaciones de La Habana se alcance la solución política al conflicto interno colombiano. Ello significa que al movimiento popular sí le interesa saber a quién votaría en caso de que decidiera hacerlo. Los dos candidatos han expuesto sus posiciones. Paz (Santos) o Guerra (el “Títere”). Lo que no significa que “tocaba salir corriendo” a manifestar el apoyo a Santos, sin antes llegar a un Acuerdo programático firmado entre Santos y los partidos populares, porque ahí sí quedaría el movimiento popular sin nada entre las manos y con la certeza de ser un “regalado”, cosa que siempre sucede.
El movimiento popular tiene la obligación de pensar
con cabeza fría si le conviene o no uno u otro candidato, conociendo como
conoce a los dos candidatos oligárquicos tradicional y mafioso, porque a decir
verdad ninguno de ellos es prenda de garantía de que lo que promete sea
realidad. Los dos son clientelistas, neoliberales, corruptos, terroristas de
estado, etc.
Lo que si queda fuera de toda duda es que el
movimiento popular debe salir a defender el Proceso que se adelanta en la Mesa
de La Habana porque ella responde a sus propios intereses de clase, así también
responda de una u otra manera a los intereses de un sector oligárquico que no
quiere más guerra en Colombia. Mas son los sectores oligárquicos los que tienen
que salir a luchar con todo por el triunfo de Santos, en primer lugar el mismo
Santos, quien ha demostrado una paquidermia, indecisión e inconsecuencia en el
tema. Es más, el proceso de La Habana puede defenderse de miles maneras,
combinando acertadamente todas las formas de lucha de masas, sin despreciar
ninguna.
Al salir a defender el proceso de La Habana puede que
haya coincidencias con Santos, pero esa defensa nadie puede entenderla como la
subordinación del movimiento popular a la continuidad o no de Santos. El
movimiento popular está movilizándose por sus propios intereses de clase y los
intereses de clase del pueblo marcan la pauta de la necesidad de la continuidad
del proceso, independientemente de quién gane.
Porque hay una verdad axiomática. La Paz en Colombia
tarde o temprano, quizá más temprano que tarde, dependerá de un proceso político
de Paz ya que la salida militar hasta los mismos “enemigos de la Paz” saben que
es –y será- imposible lograrla. La derrota del Plan Colombia y la reducción
acelerada del porcentaje de participación del imperio del Norte en el
financiamiento del Plan nos evidencia que el imperio tiene puestos sus ojos en
regiones muy cercanas y ricas en petróleo ya que Colombia desde hace unos años
ni es un país petrolero, ni exportador de petróleo. De allí resulta el
involucramiento de países del área en los diálogos de la Habana.
Si de mezquindad tenemos que hablar, tendríamos en
primer lugar que señalar la mezquindad de toda la oligarquía con el Proceso de
La Habana. Así, señores oligarcas, a pellizcarse!
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