Hemos planteado
desde hace ya algún tiempo que todos los problemas de los colombianos pasan por
la Paz, es decir, por la Mesa de La Habana deberían pasar todas las soluciones
de esos problemas toda vez que la raíz de ellos se hunde en las políticas
erradas de los gobiernos oligárquicos-imperiales. Miremos.
Todos los puntos
acordados en La Habana buscan solucionar las causas del conflicto interno
colombiano. El primer punto sobre la tenencia de la Tierra demuestra que esa
tenencia terrateniente, acumulada a punta de impunes asesinatos,
desplazamientos y despojo de las propiedades de los desplazados, ha producido
5,5 millones de desplazados que han ido a engrosar la pobreza, la miseria y la
indigencia, . Ahí arrancan los problemas.
A ello se suman
las políticas impuestas como el ALCA y los TLC, los cuales « prohiben »
a los campesinos tener sus propias semillas, despreciando el saber campesino
que cuidadosamente ha seleccionado durante años, siglos, los granos que le
darán continuidad a la producción agrícola. Con razón el campesinado dice que
ellos no quieren ningún MON-SANTO que les imponga la compra de las semillas « certificadas »
y les altere el ecosistema con sus fumigaciones asesinas de todo lo verde.
Años y años de
paciencia y espera, de manifiestos y cartas, no han surtido efecto y desde las
alturas « cachacas » -que es igual a decir santafesinas- han creído
que los campesinos –y en general los colombianos- somos bobos y nos contentamos
que nos den a probar el « bom bóm ». Desde la « Casa de Nari »
creen que la sola presencia de los funcionarios « cachacos »
-sudorosos porque el esfuerzo físico no es para ellos- es suficiente para
acallar las protestas pacíficas de los ciudadanos de a pié.
Igualmente, la
exclusión política del campesinado, evidenciado en el ataque a Marquetalia, ha
permitido a la oligarquía adelantar la aprobación manzanilla y corrupta de los
proyectos de ley que les son impuestos en esos ALCA y TLC ya que al hacer
aprobar sus leyes « legalizan » sus políticas, como la ley de baldíos
y la ley que permitió desaparecer –asesinar- a la U.P., por ejemplo, impidiendo
la presencia y el desarrollo de una auténtica oposición en Colombia.
Igual situación
veremos con los otros puntos de la Agenda de la Mesa de La Habana.
Evidentemente que esa « conexión oculta » entre las conversaciones de
la Mesa de La Habana y el Paro Nacional Agrario y Popular se ha ido dando por
los vasos comunicantes entre las diferentes organizaciones populares, armadas y
desarmadas. El marxismo nos ha enseñado que a la par del paradigma dominante va
emergiendo subterráneo, oculto, el nuevo paradigma que lo reemplazará. Ya lo
estamos viendo en la Mesa de La Habana y el Paro Agrario y Poåpular.
En la Mesa de La
Habana son las FARC como « pueblo en armas » las que están planteando
la modernización –todavía no el Socialismo- de las relaciones de producción, societales
y políticas y el gobierno en representación del Estado se aferra -como « a
un clavo ardiendo »- a su modelo arcaico y totalmente injusto y represivo. Igualmente,
los ciudadanos colombianos participantes en el Paro Agrícola y Popular plantean
la necesidad de nuevas relaciones en
el campo de la agricultura, de la minería, de los trabajadores y las empresas
nacionales y extranjeras para las que trabajan.
Si el gobierno
sigue aferrado a sus políticas que sólo favorecen a los de siempre, alos
potentados oligarcas-terratenientes y al imperio, en contra del pueblo que
clama por cambios, tengan la seguridad que la explosión del Paro Nacional
Agrario y Popular se multiplicará por mil, a la enésima potencia.
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