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Qué ganaríamos con la Paz

Written By Unknown on sábado, mayo 18, 2013 | sábado, mayo 18, 2013


[Cambio Total].

La Mesa de Conversaciones de La Habana ha puesto sobre el tapete –demostrando que la Colombia « profunda » no está lejos de La Habana- en qué clase de país queremos vivir. Ello nos lleva a pensar en términos de ventajas y desventajas, ganadores y perdedores, con el Proceso de Paz que apenas está en su etapa de definición y discusión.

Es claro que lo que está en juego es la adopción de la visión concreta, realista, de un Nuevo País, ya que con la visión conque se ha manejado el país hasta sólo se reproducirían las condiciones y las causas que originaron el conflicto interno. Ello ha sido planteado por las FARC-EP, en tanto los delegados gubernamentales apuestan por el statu quo ya que a pesar del descuadernamiento que sufre el país (corrupción, narcoparamilitarismo, militarismo, violaciones de derechos humanos y crisis humanitaria, pobreza, desempleo, falta de educación, salud y viviendas, etc), ellos están muy tranquilos y satisfechos porque el ejercicio violento del poder los favorece totalemente a ellos. 

En ese orden de ideas en necesario construir una Nueva Institucionalidad que deseche todos los vicios y corrupciones introducidos por la oligarquía durante su permanenecia de 200 años en el poder. Para construir esa Nueva Institucionalidad se hace necesario, entonces, cambiar el modelo económico, modernizando la economía y desarrollando otros modelos que han sido probados en algunos otros lugares del mundo. Desde luego que todavía no estamos hablando del Socialismo, sino de un sistema que pague la enorme deuda social adquirida por la oligarquía con el pueblo colombiano. Aquí nuevamente las FARC-EP tienen la iniciativa ya que la posición gubernamental se resume en la letanía de De la Calle diciendo que « el modelo económico no está en discusión », que « la propiedad privada no está en juego », etc, etc.

La Nueva Institucionalidad nos llevaría a una forma diferente de « hacer política » y no la forma deformada, manzanilla, clientelista, corrupta, como se adelanta ahora y desde hace más de 2 siglos. Para poner un solo ejemplo, definiríamos que los parlamentarios sólo puedan re-elegirse por una ocasión y nada más, como es el caso de Suecia en donde los parlamentarios sólo tienen derecho a ser postulados por sus partidos en 2 ocasiones.

Al no haber guerra se haría innecesario unas paquidérmicas fuerzas militares de más de 500.000 unidades, con enorme gasto que engulle el 6,3% del PIB. Se haría entonces imprescindible un pequeño ejército profesionalizado que vigile nuestras fronteras ante la eventualidad de un hasta ahora inexistente ataque de otros países, amén de una profunda democratización de la policía nacional. Se dotaría a las fuerzas militares de una Doctrina Bolivariana que respete en primer término el sagrado derecho a la vida de los colombianos. Punto que levanta ampollas en la cúpula militar y en un mal entendido « honor militar » ya que en las actuales condiciones unas fuerzas militares como las colombianas sólo traería visiones de injerencia y ataque a otros países hermanos, o convertirse en exportadores de la muerte como la exportaciones de militares a Arabia Saudita, en tanto Cuba se convirtió en exportador de vida con sus médicos.

Invertir en lo social sería una enorme ganancia ya que entraría a solucionar la deuda histórica que tiene la oligarquía con el pueblo colombiano. Sería enfrentar el desempleo, la pobreza, la mortalidad materna, la mortalidad infantil, en fin, sería llegar con un largo camino recorrido para cumplir las Metas del Milenio, las cuales en el momento presente están más que atrasadas.

 Contrario a lo que se pregona en la guerra, con el proceso de Paz la gananciosa sería la verdad, la cual englobaría las víctimas del Terrorismo de Estado y todas las víctimas del conflicto interno porque no es dable pensar que en un conflicto como el colombiano no haya víctimas de las FARC. Claro que las hay, pero en su favor tenemos que decir que son muchímsimas menos que las del Terrorismo de Estado y ellas son la consecuencia –no la causa- de la guerra impuesta al pueblo colombianos, además que algunas de ellas eran narco-paramilitares vestidos de civil.

Especial capítulo tocará adelantar con la endémica impunidad para los crímenes cometidos bajo el amparo de la Doctrina de Seguridad Nacional y su Terrorismo de Estado, el cual alcanza más del 99%. El reconocimiento de tales crímenes permitirá resarcir a las víctimas de los desafueros cometidos por las fuerzas militares-narcoparamilitares a nombre del estado colombiano.

Así y sólo así comenzaremos a transitar los verdaderos caminos de reconciliación entre los colombianos y empezaremos a vivir la vida sin miedos ni temores. Las ganacias están a la vista.
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