Agencia de Noticias Nueva Colombia (ANNCOL)/Rebelion.org
Caracol Noticias realizó hace poco una impactante entrevista telefónica al jefe paramilitar, Salvatore Mancuso, recluido en una prisión de los Estados Unidos, en la que expresó verdades relevantes que no debieran ser ignoradas por las autoridades judiciales del país.
Sin ocultar su miedo a Uribe Vélez, Mancuso acusa al poder. Con un dejo de tristeza, todavía desconcertado, se queja amargamente del engaño y la traición de su hermano en el crimen, ese presidente paramilitar y mafioso que gobernó a Colombia durante ocho años. En efecto, cuando los jefes paramilitares empezaron a confesar sus verdades en los tribunales, Uribe los extraditó a los Estados Unidos para silenciarlos. No quería que en aras de la verdad trascendieran los nombres de empresarios, generales y de altos dignatarios del Estado que manejaban con invisibles hilos a los Castaño, a Mancuso, a Jorge 40, y a toda esa jefatura ensangrentada, como inspiradores en la cúpula, de la estrategia paramilitar y su carga de crímenes de lesa humanidad.
El establecimiento no quiere la verdad. Su prioridad afanosa es eludir su responsabilidad jurídica y evitar que la nación en masa lo señale, le exija reparación, garantías de no repetición y lo conmine a la depuración de las instituciones. Debieran encargarle a Roy Barreras el diseño de un marco jurídico especial que difumine sus temores.
Insistió el señor Mancuso en su comparecencia radial, que es erróneo y absurdo el mensaje para los procesos de paz que se está enviando desde la administración anterior, que habla de un gobierno que no cumple la palabra empeñada, que engaña, que miente. No es justo, dice, que no se le informe al país que el camino de la paz está minado por el engaño y la traición.
Para el gobierno verdad, justicia y reparación son apenas palabras vacías que solo se conjugan con el engaño. Solamente están en prisión, y desterrados, los cabecillas paramilitares, algunos parlamentarios de poca monta de la bancada uribista, pero no aparecen por ningún lado los autores intelectuales, los diseñadores de la estrategia.
Uribe tuvo relaciones íntimas con el paramilitarismo. Con un poco de temblor, hay que admitirlo, Mancuso se atreve a confesar que se reunió varias veces con él. Que es cierta la denuncia de Fabio Ochoa Vasco (capo del cártel de Medellín, encarcelado en EE.UU.) sobre la financiación paramilitar de las campañas presidenciales de Uribe. Que Álvaro y su hermano Santiago Uribe manejaban a los “doce apóstoles”, el grupo paramilitar que asoló el norte de Antioquia. Que el entonces gobernador de ese Departamento, Álvaro Uribe, a través de su secretario de gobierno, Pedro Juan Moreno, utilizó a las Convivir (Cooperativas de vigilancia) como trampolín para el crecimiento y fortalecimiento del paramilitarismo.
Muy grave, desde el marco constitucional que rige a Colombia, que el ex presidente a través del senador Mario Uribe y de su consigliere José Obdulio Gaviria, haya intentado tumbar a la Corte Suprema de Justicia para montar una corte Ad hoc manipulable y de bolsillo. Típico de la conducta de los gángsteres y mafiosos.
Cuando se afirma que un paramilitar ocupó también la Vicepresidencia de la República, Dios y Francisco Santos saben que eso es verdad. Lo dice Mancuso, quien siendo cabecilla activo pasó varios días como huésped de honor, en su residencia de Bogotá: fue ese Santos, quien pidió insistentemente a Carlos Castaño crear el Bloque Capital del paramilitarismo para ayudar a contener el avance de la guerrilla. Castaño le ofreció la comandancia del Bloque y le propuso asumir como relacionista de los paramilitares... La justicia no puede seguir actuando en forma tan desentendida. El hombre sigue como si nada, perorando en los micrófonos de RCN.
Otra denuncia concreta de Mancuso es que el general Mario Montoya, nombrado en su momento por Uribe como comandante del ejército, era un general paramilitar. No sólo les entregaba cargamentos de armas, sino que participa con los paramilitares en acciones conjuntas, como la de la Comuna 13 de Medellín donde resultaron muertos y desaparecidos centenares de pobladores. Siempre ocurrió que cuando los peones del “sumo pontífice” paramilitar quedaban en evidencia, éste, para salvarlos, los enviaba al servicio diplomático exterior. Montoya terminó siendo embajador en República Dominicana.
Es hora que se sepa quiénes son esos integrantes del ejército que entregaron al cabecilla Carlos Castaño la información que causó el asesinato de Jaime Garzón. Quiénes fueron los generales, que como macabra “solución técnica”, recomendaron a Mancuso, para evitar el escándalo por tantas muertes en el Catatumbo, que inhumara y volviera cenizas a las víctimas en hornos crematorios.
Según Mancuso, y no sólo él, muchos empresarios del país y multinacionales financiaron al paramilitarismo. La Chiquita, que es la razón social tras la que se esconde la misma United Fruit Company, autora de la masacre de las bananeras en 1928, y la Dole, por ejemplo, aportaron 3 centavos de dólar por cada caja de banano exportada. Como Postobón, otras empresas nacionales entregaron recursos voluntariamente a los paramilitares. Generales como Rito Alejo del Río les recomendaron contactarlos. Pero aquí no pasa nada.
Respecto al paramilitarismo, la impunidad como maleza invadió a Colombia y amenaza hundirla en las tinieblas del olvido. El ex presidente Álvaro Uribe Vélez, el paramilitar, el agazapado principal responsable de los “falsos positivos”, todo el tiempo ha obstruido la justicia y conspirado contra los tribunales que no se le subordinan. Tiene escondido en la clandestinidad a su consejero embaucador Luis Carlos Restrepo quien es requerido por la Fiscalía. Dejó atrincherado como embajador de Colombia en el Vaticano al responsable de las chuzadas telefónicas. Urdió el asilo en Panamá de la ex jefe del DAS, María del Pilar Hurtado, también ligada como sus antecesores al paramilitarismo y a muchas otras podredumbres.
Quítenles la mordaza a los jefes paramilitares extraditados a los Estados Unidos para que el país conozca la verdad verdadera. Uribe ya fatiga con su cantilena rayada de la “venganza de los criminales” cuando algún capitoste paramilitar traicionado resuelve decir la verdad.
Cada vez que sale a bailar su nombre en alguna causa criminal, emite trinos distractores, fundamentalmente contra la insurgencia, que no son trinos sino graznidos de pájaro de la violencia de los años cincuenta.
Colombia tiene derecho a salir de la horrible noche, a sacudirse de los gobiernos victimarios, a buscar alternativas políticas y sociales, a procurarse un nuevo gobierno que se distinga por el respeto a los derechos ciudadanos y que privilegie la humanidad.
Montañas de Colombia, junio 17 de 2012
(*) Iván Márquez es miembro del Secretariado de las FARC-EP
Fuente: http://anncol1.blogspot.com.es/
Sin ocultar su miedo a Uribe Vélez, Mancuso acusa al poder. Con un dejo de tristeza, todavía desconcertado, se queja amargamente del engaño y la traición de su hermano en el crimen, ese presidente paramilitar y mafioso que gobernó a Colombia durante ocho años. En efecto, cuando los jefes paramilitares empezaron a confesar sus verdades en los tribunales, Uribe los extraditó a los Estados Unidos para silenciarlos. No quería que en aras de la verdad trascendieran los nombres de empresarios, generales y de altos dignatarios del Estado que manejaban con invisibles hilos a los Castaño, a Mancuso, a Jorge 40, y a toda esa jefatura ensangrentada, como inspiradores en la cúpula, de la estrategia paramilitar y su carga de crímenes de lesa humanidad.
El establecimiento no quiere la verdad. Su prioridad afanosa es eludir su responsabilidad jurídica y evitar que la nación en masa lo señale, le exija reparación, garantías de no repetición y lo conmine a la depuración de las instituciones. Debieran encargarle a Roy Barreras el diseño de un marco jurídico especial que difumine sus temores.
Insistió el señor Mancuso en su comparecencia radial, que es erróneo y absurdo el mensaje para los procesos de paz que se está enviando desde la administración anterior, que habla de un gobierno que no cumple la palabra empeñada, que engaña, que miente. No es justo, dice, que no se le informe al país que el camino de la paz está minado por el engaño y la traición.
Para el gobierno verdad, justicia y reparación son apenas palabras vacías que solo se conjugan con el engaño. Solamente están en prisión, y desterrados, los cabecillas paramilitares, algunos parlamentarios de poca monta de la bancada uribista, pero no aparecen por ningún lado los autores intelectuales, los diseñadores de la estrategia.
Mancuso & Uribe, dos hombres de dos lados de la misma moneda. |
Uribe tuvo relaciones íntimas con el paramilitarismo. Con un poco de temblor, hay que admitirlo, Mancuso se atreve a confesar que se reunió varias veces con él. Que es cierta la denuncia de Fabio Ochoa Vasco (capo del cártel de Medellín, encarcelado en EE.UU.) sobre la financiación paramilitar de las campañas presidenciales de Uribe. Que Álvaro y su hermano Santiago Uribe manejaban a los “doce apóstoles”, el grupo paramilitar que asoló el norte de Antioquia. Que el entonces gobernador de ese Departamento, Álvaro Uribe, a través de su secretario de gobierno, Pedro Juan Moreno, utilizó a las Convivir (Cooperativas de vigilancia) como trampolín para el crecimiento y fortalecimiento del paramilitarismo.
Muy grave, desde el marco constitucional que rige a Colombia, que el ex presidente a través del senador Mario Uribe y de su consigliere José Obdulio Gaviria, haya intentado tumbar a la Corte Suprema de Justicia para montar una corte Ad hoc manipulable y de bolsillo. Típico de la conducta de los gángsteres y mafiosos.
Cuando se afirma que un paramilitar ocupó también la Vicepresidencia de la República, Dios y Francisco Santos saben que eso es verdad. Lo dice Mancuso, quien siendo cabecilla activo pasó varios días como huésped de honor, en su residencia de Bogotá: fue ese Santos, quien pidió insistentemente a Carlos Castaño crear el Bloque Capital del paramilitarismo para ayudar a contener el avance de la guerrilla. Castaño le ofreció la comandancia del Bloque y le propuso asumir como relacionista de los paramilitares... La justicia no puede seguir actuando en forma tan desentendida. El hombre sigue como si nada, perorando en los micrófonos de RCN.
Enredados más que nunca con el paramilitarismo el primer Santos, Francisco, Uribe y el segundo Santos, Juan Manuel, el actual presidente en Colombia |
Otra denuncia concreta de Mancuso es que el general Mario Montoya, nombrado en su momento por Uribe como comandante del ejército, era un general paramilitar. No sólo les entregaba cargamentos de armas, sino que participa con los paramilitares en acciones conjuntas, como la de la Comuna 13 de Medellín donde resultaron muertos y desaparecidos centenares de pobladores. Siempre ocurrió que cuando los peones del “sumo pontífice” paramilitar quedaban en evidencia, éste, para salvarlos, los enviaba al servicio diplomático exterior. Montoya terminó siendo embajador en República Dominicana.
Es hora que se sepa quiénes son esos integrantes del ejército que entregaron al cabecilla Carlos Castaño la información que causó el asesinato de Jaime Garzón. Quiénes fueron los generales, que como macabra “solución técnica”, recomendaron a Mancuso, para evitar el escándalo por tantas muertes en el Catatumbo, que inhumara y volviera cenizas a las víctimas en hornos crematorios.
Según Mancuso, y no sólo él, muchos empresarios del país y multinacionales financiaron al paramilitarismo. La Chiquita, que es la razón social tras la que se esconde la misma United Fruit Company, autora de la masacre de las bananeras en 1928, y la Dole, por ejemplo, aportaron 3 centavos de dólar por cada caja de banano exportada. Como Postobón, otras empresas nacionales entregaron recursos voluntariamente a los paramilitares. Generales como Rito Alejo del Río les recomendaron contactarlos. Pero aquí no pasa nada.
Respecto al paramilitarismo, la impunidad como maleza invadió a Colombia y amenaza hundirla en las tinieblas del olvido. El ex presidente Álvaro Uribe Vélez, el paramilitar, el agazapado principal responsable de los “falsos positivos”, todo el tiempo ha obstruido la justicia y conspirado contra los tribunales que no se le subordinan. Tiene escondido en la clandestinidad a su consejero embaucador Luis Carlos Restrepo quien es requerido por la Fiscalía. Dejó atrincherado como embajador de Colombia en el Vaticano al responsable de las chuzadas telefónicas. Urdió el asilo en Panamá de la ex jefe del DAS, María del Pilar Hurtado, también ligada como sus antecesores al paramilitarismo y a muchas otras podredumbres.
Quítenles la mordaza a los jefes paramilitares extraditados a los Estados Unidos para que el país conozca la verdad verdadera. Uribe ya fatiga con su cantilena rayada de la “venganza de los criminales” cuando algún capitoste paramilitar traicionado resuelve decir la verdad.
Cada vez que sale a bailar su nombre en alguna causa criminal, emite trinos distractores, fundamentalmente contra la insurgencia, que no son trinos sino graznidos de pájaro de la violencia de los años cincuenta.
Colombia tiene derecho a salir de la horrible noche, a sacudirse de los gobiernos victimarios, a buscar alternativas políticas y sociales, a procurarse un nuevo gobierno que se distinga por el respeto a los derechos ciudadanos y que privilegie la humanidad.
Montañas de Colombia, junio 17 de 2012
(*) Iván Márquez es miembro del Secretariado de las FARC-EP
Fuente: http://anncol1.blogspot.com.es/
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