Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo.
15/10/17
Fue necesario que se firmara el Acuerdo Final para una paz
estable y duradera y que éste fuera blindado por la Corte Constitucional (CC)
colombiana para que se pudiera hablar que por fin! el estado tenía una política
de Paz.
El estado colombiano tenía desde los años de la Ley Heroica
–que permitió la Masacre de las Bananeras- una política de Guerra. Esa política
se aplicó con toda la sevicia por parte de las fuerzas militares, incluídas las
fuerzas policivas, y el damnificado fue el pueblo, quien soportó todos los
abusos de las fuerzas represivas.
(Ver: Colombia,
laboratorio de embrujos. Democracia y Terrorismo de Estado. Hernando Calvo
Ospino).
Es claro que el aparato
militar burgués existe para reprimir a las fuerzas populares –obreros,
campesinos, estudiantes, mujeres, etc- que luchan por sus reivindicaciones
contra las políticas económicas que les imponen desde los centros de poder
nacional y extranjero.
Solo cuando el pueblo
toma el poder para sí el aparato militar responde a los intereses populares y el
tratamiento es de otro tenor. Desde luego que aún en el estado burgués es
necesario –imprescindible, diría yo- adelantar la lucha para que la Doctrina
Militar responda a una política de paz y no a una política de Guerra.
Por ello, las FARC-EP,
siendo pueblo en armas que combatía la política de guerra adelantada desde el
estado colombiano, siempre enarbolaba la bandera de la Paz y la necesidad de
dotar a las fuerzas militares de una Doctrina que respondiera a esa paz, de
contenido nacional que defendiera la soberanía nacional. La
persistencia de las FARC-EP dió sus frutos después de más de 5 décadas.
Con el Acuerdo de Paz
–firmado y refrendado por la CC- se adelantará una política de paz durante 12
años –tres períodos presidenciales-, lo cual significa que el Acuerdo de Paz no
será desvirtuado por los “enemigos de la Paz” –léase uribistas y
vargas-lleristas-, aunque sabemos que ellos persistirán en sus intentos de
hacerlo. De igual manera, las fuerzas represivas estatales seguirán aplicando
la doctrina que las rige ya que para ello existen.
Es entonces
imprescindible adelantar la más alta concientización del pueblo para que haga
suya esta nueva etapa de lucha por la paz, a fin de ir haciendo irreversible la
paz que pretendemos sembrar en nuestro territorio nacional.
Los recientes hechos de
la Masacre de Tumaco, el asesinato de una periodista que cubría la lucha de los
indígenas que resistían el desalojo de un predio en el Cauca, la represión en
Remedios y Segovia, la represión en el Catatumbo, etc, nos muestran que es
necesario persistir en/y profundizar la lucha por la paz y por la democracia.
Todo
pasa por dotar a las fuerzas militares de una Nueva Doctrina Militar de
contenido nacional, popular, bolivariana, desterrando del ideario militar la
nefasta DSN y el Terrorismo de Estado que tantos dolores y sufrimientos han
causado al pueblo colombiano, al tiempo que se lucha por las necesarias
Reformas Políticas largamente aplazadas por el círculo de poder dominante y
naturalmente por la satisfacción de las necesidades básicas largamente
aplazadas.
Evidentemente que es
necesario en éste orden de ideas insistir en el momento presente en la lucha
por la profundización de la democracia burguesa, paso previo hacia la conquista
de la democracia popular. Solo una democracia popular garantizará el respeto de
los derechos humanos fundamentales del pueblo colombiano.
Teniendo el pueblo el
poder en sus manos podrá adelantar la profundización de la Democracia popular,
participativa, garantía del respeto de los derechos humanos. Por
ello, no hay de otra. El presente es de lucha por la Paz. Sin Paz no será
posible adelantar la lucha contra todos los flagelos que han sido ocultados por
la política de guerra que adelanta –aún-
el estado colombiano.
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