Allende La Paz.
Se produjo lo esperado. Ya nació el Nuevo Partido y se llama
Fuerza Alternativa Revolucionaria del
Común, nombre que conserva las siglas anteriores. Ello que fue así porque fue decisión de la amplia
mayoría de los Congresistas, decidida democráticamente.
Ya habíamos apuntado que
la sigla FARC resumía todo un acumulado histórico que no podía ser soslayado.
Son claras las imágenes en el colectivo popular de las FARC combatiendo a los
enemigo del pueblo, obligadamente con las armas en la mano, al tiempo que
proponía una salida diferente a la guerra, cosa que al fin se impuso.
Ya en el Congreso
Constitutivo había que dar paso a la democratización de toda la vida del colectivo
fariano, cosa que todos los domingos se vivía en las reuniones de células ya
que todas las escuadras (estructuras militares) se transformaban en estructuras
partidarias (estructuras políticas) y allí se vivía lo que ahora se vivirá a
toda hora y momento, es decir, la aplicación de los principios de un partido
revolucionario: Centralismo democrático, crítica y autocrítica, principios de
organización, etc).
Ésta estructura chocaba
frontalmente con la estructura de los partidos oligárquicos, en los cuales las decisions
siempre eran –y son- tomadas por la cúpula dominante, es decir, las directivas
que responden a los intereses de los grandes empresarios y financistas. Los
pobres que militant en esas organizaciones no tienen ni voz ni voto en la toma
de decisiones.
Lógico que el paso de
estructura guerrillera a partido político exige ajustes, pero debemos partir de
que ésta práctica no es extraña a la FARC. Asi que lo que corresponde es
ampliar esas reuniones de los domingos a todas las instancias, aunque hemos
sabido que aún en las decisiones de las estructuras militares muchas se tomaban
democráticamente.
Es importante resaltar
que en la FARC siempre han habido diferentes visiones de cómo adelantar las tareas
revolucionarias. O trabajar con uno u otro comandante por cuestiones de gusto. Hoy
seguiremos viendo ésto, habrá personas que se sientan más cómodas con un líder
u otras que no. Mas eso no es lo primordial. Lo primordial es trabajar
mancomunadamente por el éxito de los propósitos del colectivo fariano.
En algunos partidos
revolucionarios hemos presenciado casos de compañeros cuyas propuestas
resultaban derrotadas en los Congresos y Conferencias, ese compañero acometía
las tesis triunfantes con la misma alegría como si hubiera triunfado, y derrota
tras derrota al fin se imponía que la línea correcta era la propuesta por el
compañero.
Creemos –más bien,
estamos convencidísimos- que entre los farianos prevalecerá el espíritu de
unidad entre todos sus miembros. Estamos ante una nueva realidad
y la unidad es imprescindible para encarar ésta nueva etapa de la lucha
revolucionaria. No es que ahora, en
la vida civil, todos cojan sus bártulos y se vayan para sus casas. No. La
implementación del Acuerdo de Paz contempla proyectos productivos para los guerrilleros, quienes a
su vez seguirán concientizando a las masas campesinas, obreras, estudiantiles,
etc, como antes lo hacían.
El partido fariano no
presentará “divisiones”. No escucharemos la aparición de “siglas” como antaño,
cuando cualquier compañero que no estaba de acuerdo con la línea aprobada
mayoritaria y democráticamente, hacía “rancho aparte” y “fundaba “su isla”,
quizás con la pretensión de seguir dividiendo al colectivo popular.
No. Los “cuchos”,
Marulanda, Arenas, Cano, etc, enseñaron muy bien a sus hijos. Prueba
de ello es la fraternidad vivida en el Congreso Constitutivo del Partido
fariano. Esa explosiva alegría se manifestó en todos los eventos, hasta en el
Concierto en la Plaza de Bolívar, el cual se desarrolló con lleno total de la
plaza.
En éstos momentos se deben acometer las tareas con todo el
entusiasmo, con optimismo, insistiendo en la necesidad de re-construir las
organizaciones populares, su tejido social, y propender por la unidad, garante
de la lucha por una Nueva Colombia en paz con justicia social, faro que ilumina
el accionar político del Nuevo Partido de la FARC.
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