Domínico Nadal, El Cuento de la Semana.
Los colombianos no creen
en la lucha anti-corrupción. En esa “lucha” que adelanta el mismo estado que
está profundamente corrompido.
No creen porque los
mismos corruptos no pueden ponerse la horca en su propio cuello. Es que la
corrupción es inherente al Sistema, al establecimiento. Son loas funcionarios
estatales los que incentivan la corrupción, ofertados por las empresas
multinacionales y nacionales –Luis Carlos Sarmiento Angulo, por ejemplo-.
Así como es una máxima
en el narcotráfico –”si hay demanda, hay oferta”-, así es la máxima de la
corrupción. Mientras haya oferentes de dineros por debajo de la mesa, así
habrá siempre receptores debajo de la mesa.
La corrupción campea en
todo el territorio nacional. Desde las más “altas” instituciones –poder ejecutivo,
poder judicial, poder legislative, poder militar- hasta la más baja, qué decir,
desde la más encumbrada hasta la local.
En Colombia ser
funcionario público es sinónimo de corrupción. Desde los altos funcionarios
piden coimas de miles o millones de dólares, según el “contrato” asignado, hasta
los funcionarios de alcaldías y departamentos que roban millones de millones de
pesos y los funcionarios de baja “denominación” que le exigen unos cuantos
pesos al pobre ciudadano que tiene que realizar algún trámite en las oficinas
públicas.
Todos participan en la
cadena de la corrupción. De abajo hacia arriba. El de baja estofa tiene que “participar”
al superior, éste al alto y así sucesivamente hasta llegar a lo alto. La cadena
no funciona en sentido inverso, es decir, de arriba hacia abajo. Es que los
jefes son los jefes, o sea, el capo es el capo.
Y los funcionarios se atornillan en los puestos. Por
ejemplo, Saúl Gómez, subsecretario del Senado, quien fingió una agresión por
parte de noticias UNO, lleva más de 20 años en el puesto. Quién o quiénes lo mantienen
en ese oficina ”en donde se tramitan todo tipo de intereses”, ganándose
millones de pesos, que al aprecer no son suficientes para el nivel de vida de
Gómez.
Razón tienen los colombianos de no confiar en la lucha
anti-corrupción. Si empezaramos a evaluar la lucha de la Fiscalía,
entenderíamos las razones de no creer en esa lucha ni en la justicia
colombiana. Néstor Martínez, el fiscal, es abogado y su bufete se encarga de
los negocios de Luis Carlos Sarmiento Angulo, el más grande multimillonario colombiano,
quien está implicado en los casos de Odebrecht y de apropiación indebida de
Baldios (más de 22.000 hectáreas!).
Hay alguna investigación por parte de la Fiscalía contra
Sarmiento Angulo? No. No la hay y no
la habrá. Ellos son "los intocables".
La verdadera lucha
contra la corrupción será adelantada al tiempo de la construcción de un Nuevo
País, una Nueva Colombia, en paz con justicia social. Para lograrlo tendremos
que organizarnos y unirnos todos los colombianos de bien.
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