Allende La Paz.
Realizada la convención
del Centro Democrático –partido del narco-paramilitar número 82 y
ex-presidente, Álvaro Uribe Vélez- queda a todo el mundo claro cuales son las pretensions
de ese partido político-narco-paramilitar.
Todos los pre-candidatos
presidenciales se refirieron al Acuerdo Final con todo el odio de clase posible,
incluso alguno que otro con babasas en la boca, y, desde luego, para nada
tocaron los inconmensurables problemas de los que padece Colombia, por cuenta
de esa oligarquía que se ha empotrada en el poder desde hace más de 200 años.
Ninguno de esos
precandidatos tuvo siquera el mínimo de cordura y mesura para referirse al
Acuerdo Final para una paz estable y duradera alcanzado entre las FARC-EP y el
gobierno de JM Santos. Todos sin excepción destilaban odio hacia el Acuerdo de
Paz y soltaron toda una andanada de amenazas contra el pueblo amante de la paz,
quien es en última el que pondrá los muertos de la demencial conducta de esos
politiqueros corruptos.
No olvidemos a Álvaro
Gómez Hurtado y su andanada –a través del partido conservador- con las “repúblicas
independientes” que nos sumió en la espantosa y fratricida guerra interna que
padecimos hasta el año pasado 2016. No olvidemos la posición de la
dirigencia del partido liberal que envió, como “carne de cañón”, al pueblo a
matarse entre ellos por el color de una bandera partidista, lo cual escondía el
problema fundamental, tierras para los campesinos, libertades para el pueblo,
mejora en las condiciones de vida de la población en general.
Hay una perla que se extrae de la ”convención” del CD –mas bien
parece una manada de escorpiones rodeados de fuego-, la cual corrió por cuenta
del corrupto Fernando Londoño, el ladrón
de Invercolsa, que dijo con profundo odio: "El primer desafío del Centro
Democrático será el de volver
trizas ese maldito papel que llaman acuerdo final con las FARC que es una claudicación y que no puede
subsistir".
Es
de resaltar ese odio de clase está presente en todos los estamentos de la élite
en el poder.
Odio porque los trabajadores
colombianos reclaman mejores condiciones laborales.
Odio porque el pueblo se moviliza por
sus reivindicaciones.
Odio porque el pueblo no acepta
pasivamente la superexplotación neoliberal.
Odio porque denuncia las violaciones de
derechos humanos, porque denucia las desapariciones forzadas, las ejecuciones
extrajudiciales de sus líderes sociales.
Odio clasista porque no acepta las ejecuciones de
guerrilleros en vías de implementar la paz y sus familias.
Incluso, odio porque los estudiantes
universitarios se movilizan y protestan exigiendo una mejor educación superior.
Entonces les mandan los
escuadrones de la muerte del ESMAD y los asesinan.
Hoy
día, esos ”enemigos de la Paz”, huérfanos del poder, movilizan sus hordas
narco-paramilitares, acompañados por algunos militares, para asesinar los
líderes populares y los ex-guerrilleros farianas y sus familias, a fin de hacer
abortar el proceso de paz que está mostrando sus bondades: No hay ningún militar
ni policía hospitalizado en el Hospital Militar por cuenta de ataques de las
FARC-EP.
La Paz seguirá su paso avasallador, a pesar de todos los obstáculos que los "enemigos de la Paz" interpongan en su camino. Encendamos y aclimatemos un Gobierno de Transición para el cuatrienio 2018-2022.
El
CD podrá odiar al pueblo con todas sus fuerzas, pero frente a ellos encontrará
la fuerza popular que les impondrá la Paz, ya que la paz es, junto al derecho a
la vida, uno de los más preciados derechos humanos.
Frente
al odio de clase del CD, el pueblo les impone la fuerza del amor.
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