La pobreza y la exclusión son producto de la mala distribución de los recursos y en Colombia esos son los estados que los más recientes gobiernos (Uribe-Santos) han decretado para que vivan los maestros. Ellos, que con su fuerza electoral han elegido presidentes, senadores, alcaldes y gobernadores, sólo han recibido desigualdad y poca valoración de su labor. Ello sin contar la cuasiesclavitud de los maestros del sector privado que ni siquiera pedagógica e ideológicamente son autónomos.
Diecinueve días completa hoy martes el paro del magisterio. Ya el presidente Premio Nobel de Paz 2016 dijo sin pestañear que no hay recursos para ellos, es decir, no hay posibilidades de negociación con el magisterio. Cuando uno escucha al presidente Santos cerrar las puertas al acuerdo con los profes, a quién está escuchando: ¿Al estratega que desarmó a las Farc? ¿Al columnista que clamaba por dignos salarios para los maestros? ¿Al ministro que pasó de agache ante la infamia de los falsos positivos en el gobierno de “Seguridá Democrática”? ¿Al tartajoso orador que sonríe para anunciar a Colombia como “la más educada”? ¿Al presidente cuya ministra Parody fue la encargada de incumplir la negociación del 2015 con Fecode? ¿A quién escuchamos?
No sabe el Movimiento de Maestros con quien conversa, no lo sabe y esto genera una sensación de exclusión y desamparo que se refiere a la ausencia de reconocimiento social y político y que los excluye tácitamente una comunidad. Es una situación límite que implica la negación del movimiento como un gremio cohesionado. Entonces aparecen los medios de comunicación privados que no investigan, que se sienten ellos los personajes de la noticia, difundiendo el manido argumento de que los niños y adolescentes están solos en casa, como si esa fuera la esencia del asunto.
En todos los conflictos y desacuerdos existe un “yo” y un “otro/a” y un “ellos/as”, es decir, una clasificación del mundo en dos. Aquí no. Aquí los maestros no son interlocutores válidos, aquí se espera el agotamiento por cansancio o lo que es peor, se pretende pauperizar aún más la dignidad humana con la amenaza del no pago de una mesada o el enfriamiento de la protesta decretando vacaciones adelantadas como ha ocurrido en ocasiones anteriores. Es decir, el Gobierno sólo tiene para ofrecer a sus maestros pobreza y exclusión.
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