El informe de Alfredo Molano para la Comisión Histórica sobre el Conflicto y sus Víctimas (CHCV) ubica el origen del conflicto armado en dos factores que se influyen mutuamente: el control sobre la tierra y el control sobre el Estado.
Por: Gustavo Gallón*
A su juicio, estos factores son los que también estimularon el período de la Violencia, entre 1925 y 1955. A ese período orienta entonces su análisis, y especialmente a la explosiva combinación de formas de lucha (armas, presupuesto nacional, ideología y tierra) a través de la cual se desarrolló la confrontación entre las aspiraciones populares y las del Establecimiento, representadas en Jorge Eliécer Gaitán y en Laureano Gómez, respectivamente.
La ley 200 de 1936, que reconoció la función social de la propiedad, habría sido “el eje alrededor del cual girarían desde entonces los conflictos agrarios sobre los que echaría raíces la lucha armada”, a pesar de las limitaciones de dicha ley. Molano se remonta a la colonización campesina en los años 20, estimulada por el auge de los cultivos y precios del café, que habría dado lugar a la reclamación de tierras por parte de aparceros y arrendatarios. Dichos reclamos se vieron fortalecidos por el desarrollo del movimiento obrero y la gestación del partido comunista, así como por las luchas de Quintín Lame por la tierra y la identidad indígena, y habrían dado lugar a gestas exitosas como las del movimiento campesino en el Sumapaz, con Erasmo Valencia y Juan de la Cruz Varela. Sin haber sido el promotor principal de las iniciativas sobre la tierra, Gaitán, al asumir de manera creciente la vocería política de sectores populares, terminó siendo central en el debate sobre la tierra y sobre el poder del Estado.
La pretensión campesina de tener derecho a tierras no cultivadas fue interpretada por terratenientes en muchas regiones como una amenaza que se debía rechazar con armas. Esta reacción se mezcló con el enfrentamiento de la jerarquía eclesiástica a planteamientos como el matrimonio civil, o la separación de poderes. Manifestaciones violentas en el conflicto agrario, en medio de la pérdida de la hegemonía conservadora entre 1930 y 1946, condujeron a manifestaciones desvergonzadas de intransigencia, como las expresadas por Aquilino Villegas, quien escribió: “Si la convivencia es imposible porque la chusma liberal logra espantar al Gobierno” frente al “respeto por los derechos de los conservadores, no nos queda más remedio que el derecho natural de la propia defensa”. En este ambiente de tensión creciente, Laureano y sus simpatías por el triunfo del franquismo sobre la república española terminaron siendo el crisol para realizar su consigna de “hacer invivible la República Liberal”.
Luego vendría el asesinato de Gaitán, las guerrillas del llano, la macabra actividad de los pájaros y la convergencia de Marulanda con otros actores en Marquetalia, además de muchos eventos descritos detalladamente en el informe, que advierte que no se “podrá desembocar en una paz estable mientras todas las fuerzas involucradas no renuncien definitivamente a la combinación de todas las formas de lucha a favor de la lucha civil”. Terriblemente vigente la moraleja. Gracias, profesor Molano.
* Director de la Comisión Colombiana de Juristas (www.coljuristas.org)
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